La ciudad portuguesa ha celebrado la cuarta edición del Fórum do Futuro, un festival internacional del pensamiento que reúne invitados de múltiples disciplinas para reflexionar sobre cuestiones que importan a las sociedades contemporáneas.

Más que una ciudad, Oporto es un "estilo de color", en palabras de José Saramago, "un acierto, un acuerdo entre el granito y los colores de la tierra". Tonos ocres, desgastados, "con cierto aire inglés", escribió Antonio Tabucchi, en "sus fachadas victorianas de piedra gris". Es un sabor. De los callos a la manera de Oporto que "un día, en un restaurante, fuera del espacio y del tiempo" compuso Fernando Pessoa. Y otra piel. La de sus ropas tendidas en las fachadas.



La segunda ciudad más importante de Portugal después de Lisboa es, además, su Ribeira, bañada por el río Duero, entre sus bodegas de vino y sus barcos de postín. A ella va a dar la galería de arte de Pedro Oliveira, la galería portuguesa actualmente en activo más antigua del país, que acoge en estas fechas la obra del fotógrafo André Cepeda. Una muestra con un toque más humano y más social que su trabajo habitual, cuyo tema es la calle, donde el artista retrata a la ciudad y sus partes más desfavorecidas.



Con todo, Oporto vive en la actualidad un periodo de efervescencia cultural. Al menos, existe cierta sensación de que ha renacido en estos términos. "La cultura, de hecho, ha sido un factor esencial para la visibilidad internacional de la localidad en los últimos cuatro años", según cuenta el asesor de cultura de Oporto, Guilherme Blanc, a El Cultural.



El Fórum do Futuro

Precisamente, esto es así desde que en 2014 Paulo Cunha e Silva diseñara un nuevo proyecto para Rui Moreira, el actual alcalde de la ciudad, que aunara arte con ciencia. Licenciado en medicina y comisario de artes visuales, el anterior consejero de cultura tenía una visión multidisciplinar y un objetivo muy definido, el de posicionar a Oporto como un espacio que provocara el encuentro del pensamiento en cualquiera de sus vertientes, ya fuera filosófica, artística o científica.



Un foro internacional de artes y ciencia, el Forum do futuro, que en 2015, tras dos ediciones y el triste fallecimiento de Cunha e Silva, fue "heredado" por el propio Blanc, su asesor adjunto hasta la fecha. "Durante dos años el foro fue lo que es hoy con algunas diferencias", explica él ahora. "Entendimos que era algo esencial, como el clímax de las cuestiones que durante todo el año explorábamos. Un espacio de total acceso a la ciudad y a grandes nombres del pensamiento contemporáneo. Un proyecto absolutamente singular, un festival del pensamiento que cruzase artes, humanidades y ciencia en Europa".



La cuestión del Antropoceno

Así, con el objetivo de presentar un programa incisivo, que absorbiera "las cuestiones que impactan de forma muy significativa en nuestras vidas y que, por consecuencia, se manifiestan en la producción del pensamiento", por primera vez su actual edición se ha articulado en torno a un tema específico y definido, como es la idea del Antropoceno y del impacto del comportamiento humano en el equilibrio del planeta. Algo que podría abordarse, y así lo hace de hecho, desde una perspectiva feminista, científica y filosófica, pero también tecnológica y climática, donde su principal interés pasa por investigar "cómo la humanidad percibe hoy la naturaleza, cómo se integra en ella y qué tipo de conciencia tiene de esta relación".



Y quizás lo más llamativo, en este último sentido, sean la "orquesta" que "dirige" la artista Alexandra Duvekot, una performance con la composición musical que se genera a partir del sonido de las plantas, imperceptible para el oído humano, o la experiencia del Club Ecosex. Creado por los australianos Ian Sinclair y Loren Kronemyer, componentes de Pony Express, esta propuesta nocturna parte de diferentes estímulos de seducción, como la vista, el tacto y el olfato para provocar una inmersión sensorial total que permita interactuar con plantas y elementos naturales, plenamente integrados en el espacio, en un ambiente con música, luces de colores y toques sicodélicos, libre de inhibiciones.



La propuesta nocturna Club Ecosex busca estimular los sentidos. Foto: José Caldeira

Desde el Teatro Rivoli, cuyo edificio data de 1913, hasta la icónica Casa do Música, la monumental Iglesia de Sao Bento da Vitória o el famoso Coliseu de Oporto, inaugurado en 1941, la importancia del entorno no es casualidad. "La ciudad tiene grandes instituciones culturales que se destacan a nivel europeo e internacional como Serralves", recuerda Blanc. Así las cosas, por sus sedes, y durante siete días, han desfilado nombres como el de Richard Sennett, Hito Steyerl, David Shoemaker, Timothy Morton, Les U. Knight o Steven Pinker, entre otros muchos.



Arquitectura, diseño, tecnología, feminismo, física...

En concreto, en el Coliseu y con vistas a las butacas, juego de telón y un nuevo cambio de perspectiva para los espectadores, situados en esta ocasión en el escenario, la diseñadora de origen francés, Nelly Ben Hayoun, conocida como la "Willy Wonka del diseño y la ciencia", debatió sobre por qué la condición humana debe prevalecer sobre la tecnología. La artista, que confesó que el secreto de su éxito se basaba en su persistencia, a veces durante años, a pesar del rechazo inicial a sus proyectos, es la prueba de que nada es imposible si uno cree realmente en lo que hace. Así, con un discurso completamente positivo, enérgico e inspirador, el público pronto se contagió del entusiasmo de esta "diseñadora de experiencias" que llegó a fundar una Orquesta Internacional Espacial, interpretada por astronautas y científicos de la NASA.



Pero si por algo destaca el Fórum do Futuro, además de por este afán multidisciplinar capaz de combinar diferentes áreas de pensamiento, es también por la reunión de un amplio abanico de personalidades distintas que coinciden y comparten experiencias durante días en un mismo entorno. Así la vitalidad desbordante de Ben Hayoun confronta con el tono reflexivo, mucho más sosegado, de los artistas Hito Steyerl y Trevor Paglen que debatieron sobre la inteligencia artificial, el impacto de esta en la sociedad y sobre cómo la era del Antropoceno está, de hecho, llegando a su fin, al tiempo en que el hombre delega poco a poco el poder de crear y cambiar el mundo en los sistemas informáticos.



David Shoemaker durante su explicación sobre las onfdas gravitacionales. Foto: José Caldeira

Entre las otras muchas intervenciones, destaca además la del físico David Shoemaker, portavoz del proyecto LIGO, premios Princesa de Asturias y Nobel de la Física por detectar, gracias a la evolución tecnológica, la existencia de las ondas gravitacionales generadas por la colisión de dos agujeros negros que ya predijo Einstein. Shoemaker que defendió su proyecto como aquello que da a la gente "la posibilidad de soñar y pensar en algo que está más allá de su vida cotidiana", terminó su intervención con una gran acogida y una aureola, la de las estrellas del rock de la física, que le siguió hasta la cafetería del Teatro Rivoli, donde durante algún tiempo continuó su exposición rodeado por un grupo de jóvenes.



Por su parte, el lado más humano y cálido estuvo representado en particular por el arquitecto de Burkina Faso, Francis Keré. Pausado, natural y carismático, con la idea de que el diseño es, en realidad, un acto social, el africano expuso sus proyectos en su aldea natal, Gando, para mejorar las condiciones de su comunidad a partir de mano de obra y materiales locales, como arcilla, madera e incluso vasijas de barro, en combinación con soluciones de ingeniería moderna.



Respaldada por la asistencia del público, esta variada y completa programación, que tuvo también su toque feminista, en la voz de Sophia al-Maria y de Denise Ferreira da Silva y Ursula Biemann, no hace otra cosa que confirmar el éxito de un proyecto joven y ambicioso, con una base sólida y definida, que desde sus inicios ha conseguido conjugar personalidades dispares de la cultura en su más amplio sentido y cuyo crecimiento va a más. Se trata, por tanto, de una reivindicación. Porque la ciudad ya no es solo un estilo de color. Es un acierto, sí. El de la cultura al estilo de Oporto.



@mailouti