Pedro Baños. Foto: Miguel Ciriza

Ariel. Barcelona. 2017. 472 páginas. 20'90€, 14'90€

La geopolítica se ha convertido, sostiene Pedro Baños (León, 1960) en Así se domina el mundo, en un "instrumento de geopoder". Aunque es cierto que, mientras tanto, el equilibrio se sigue rigiendo por unos principios geopolíticos inmutables, que, además de los obvios (economía, recursos energéticos...) podrían resumirse en el "intento de influir en los asuntos internacionales evitando, al mismo tiempo, ser influido".



Este resumen es un buen ejemplo del tipo de ensayo que ha escrito Baños, coronel del Ejército de Tierra en la reserva y especialista en geoestrategia y seguridad. El lector no iniciado hallará aquí un recorrido ameno y divulgativo no sólo por los entresijos del mundo actual, sino también por su desarrollo histórico y por los retos a los que se enfrenta. Un intento, en fin, de acercar los a menudo farragosos asuntos geopolíticos a un público que los desconoce, y que saldrá del libro con unos conocimientos básicos también de la geopolítica en sí, disciplina que en un principio estudia las relaciones internacionales siempre en relación con las circunstancias geográficas, pero cuya definición se ha ampliado.



En un último capítulo muy interesante Baños describe "los siete pecados capitales" del ser humano que conducen a los conflictos bélicos, debilidades que son fruto de"las eternas pasiones y las flaquezas humanas". Sólo así -por la avaricia, la arrogancia, la ira, el orgullo o los errores de cálculo, todos tan humanos- se explica que las guerras se sucedan una tras otra, y muchas con el entusiasmo abierto de la población. Baños analiza también ciertas constantes históricas, como la tensión secular en Afganistán, uno de esos "páises encrucijada" en eterna disputa, o el caso de Rusia, a cuyas puertas fracasaron tanto Napoleón como Hitler.



Una de las debilidades del libro es, sin embargo, cierta simplificación, que se advierte ya desde el título: si algo es claro hoy -y lo reconoce también el autor- es que el mundo actual no es dominado por nadie, que si algo define el equilibrio mundial es la incertidumbre, la gran volatilidad de un escenario cada vez más complejo en el que, como escribe el autor en el epílogo, "los cambios se suceden con una rapidez inusitada", favorecidos por las tecnologías.



Pero esto no resta valor a un ensayo serio que a traves de las comparaciones clásicas (el mundo como patio de colegio, el estado como ser vivo) familiariza al lector con unos juegos de poder que trascienden las relaciones entre países, condicionando, y mucho, el desarrollo interno de cada nación.