Pablo García Baena

El poeta cordobés, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, ha fallecido en su ciudad natal a los 94 años por una insuficiencia respiratoria

El poeta cordobés Pablo García Baena, fundador del Grupo Cántico y premio Príncipe de Asturias de las Letras de 1984, ha fallecido este domingo en su ciudad natal a los 94 años tras haber sido ingresado con complicaciones respiratorias. Fuentes del entorno del poeta han informado de que el escritor estaba ingresado en el Hospital de la Cruz Roja, donde ha fallecido.



Intuitivo y profundo, sensual y lúcido, barroco y delicado, Pablo García Baena supo acrecer su poesía en cada nueva entrega. Si los cinco libros publicados hasta óleo (1958) constituyen una obra de extraordinaria belleza, su vuelta a la poesía tras un silencio editorial de veinte años ofrecía, en Antes que el tiempo acabe (1978) y Fieles guirnaldas fugitivas (1990) dos obras maestras fundamentadas en una conciencia afanosa de realidades concretas, de lugares y de personas que hasta en los poemas más sombríos de su elegía logra salvar, incluso con humor, el esplendor del mundo, el vuelo del erotismo, el homenaje al arte, a las ciudades, a los cuerpos juveniles: "No será todo humo".



Nació en 1923 y asistió al colegio Hermanos López Diéguez, en cuyo patio lo recuerda una lápida, y cursó bachillerato en el colegio Francés, con los Maristas y en el colegio de la Asunción. Más tarde estudió pintura e historia del arte en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba, donde conoció al pintor Ginés Liébana. Empezó a publicar poemas y dibujos en prensa local, firmados a veces con una E mayúscula o con el seudónimo Luis de Cárdenas, en Caracola, El Español y La Estafeta Literaria.



Desde los poemas de Rumor oculto, aparecido en la revista Fantasía en 1946, la voz de Pablo García Baena fue tejiendo su obra con la riqueza sensorial, la intensidad vital y la sabiduría de palabras y música que le otorgan su identidad inconfundible. En 1947 él y su amigo Ricardo Molina concurrieron al Premio Adonáis de poesía, sin éxito, por lo cual decidieron crear su propia revista junto con los poetas Juan Bernier, Julio Aumente y Mario López y los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana: Cántico (Córdoba, 1947-1949 y 1954-1957), que será una de las más importantes de la Posguerra española. Estos poetas, afines en su visión de la vida y de la belleza, conformarían el Grupo Cántico que, en medio de un ambiente de mediocridad y contra el silencio interesado, elaborarían una poesía de arte, de exigencia verbal, de culturalismo interiorizado, una poesía que es, ante todo, "encantamiento, sensible delicia, esplendor", en palabras de Lezama.



Este grupo de poetas cordobeses tendía puentes hacia la poesía del 27 y hacia las mejores tradiciones poéticas. Pablo García Baena y sus compañeros influyeron pronto en la obra de otros poetas andaluces de los años cincuenta y sesenta (Vicente Núñez, María Victoria Atencia, Alberto García Ulecia, etc.) y, casi al tiempo, en la de algunos poetas del setenta, con la mediación decisiva del libro (estudio y antología) de Guillermo Carnero sobre el grupo. Desde entonces buena parte de aquellas creaciones no ha hecho sino afianzarse, como lección interminable de poesía y porque se mantiene viva como muy pocas aportaciones de aquellas décadas iniciales, y de las siguientes.



En 1850 publicaría el poemario Antiguo muchacho, en el que la elegía fluye entre la nostalgia del paraíso de la infancia y la vivencia intensa de sentidos e instinto. Y ello en el centro de un exuberante paisaje de naturaleza y de cultura que confiere su extraordinaria hermosura a la trasmutación de lo vivido en poesía y que en los poemas de Junio (1957) verá la plenitud apasionada y pagana de la sensualidad de su protagonista. óleo (1958) significa la quiebra de la feliz quimera por el retorno de una conciencia religiosa que hace asomar las sombras de la culpa y la tentación del silencio con la misma hondura de sentimiento que antes, pues nada ha sido nunca superficial en la creación del autor: ni su afán de palabras, ni su culturalismo, ni su conciencia religiosa.



Después de óleo mantendría un largo silencio poético. En 1964, junto con otros amigos, viajó por la Costa Azul francesa, la Riviera italiana, Milán, Florencia, Venecia, Roma, Nápoles, Capri, Atenas, Delfos, Athos, El Cairo y Alejandría. También hizo viajes ocasionales a Florida y Nueva York. A su vuelta en 1965 fijó su residencia primero en Torremolinos y finalmente en Benalmádena (Málaga), donde residió trabajando como anticuario hasta el año 2004 en que volvió a Córdoba. Con la excepción de Almoneda. Doce viejos sonetos de ocasión (1971), 20 años separan óleo del siguiente libro, Antes que el tiempo acabe (1978) que, con su elegía mucho más vivida y con la conciencia de la fugacidad como energía creativa, constituye una cima poética del autor en la madura edad.



Doce años más tarde, Fieles guirnaldas fugitivas rubrica la continuidad de esa poesía de la madurez con la vuelta a un barroquismo de enorme riqueza de matiz y vocabulario: sus once partes organizan un recorrido por la riqueza de lo vivido que convoca variadas experiencias de soledad, erotismo, emocionados homenajes de amistad y, planeando sobre todo ello, una conciencia melancólica que no hace sino enfatizar el vitalismo sensualista. Un vitalismo que, más contrastado con las sombras de la lucidez y con un mayor grado de resonancias religiosas, ha dado, en Los campos Elíseos, nueva continuidad a la voz definitiva del poeta renovando el homenaje a la belleza y también la fusión de intimidad e historia En 1984 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y la Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba. Fue declarado Hijo Predilecto de Andalucíaen 1988, y Premio Andalucía de las Letras en 1992. En 2004 recibió la Medalla de Oro de la Provincia de Málaga en la que pasó una gran parte de su vida. Fue director de la Comisión Asesora del Centro Andaluz de las Letras. En mayo de 2008 ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en octubre de 2012 recibió el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.