David Keenan

Airdrie es una pequeña localidad al este de Glasgow donde a finales de los años 70 y principios de los 80 surgió una escena postpunk muy sólida liderada por el grupo Memorial Device. Sus integrantes, como todo cantante que abrazó aquel estilo de vida, viven situaciones surrealistas y momentos de excesos donde el punk, la música y el tráfico de drogas (y cintas de música) resuenan a todo pulmón. Esto es lo que David Keenan retrata en Memorial Device (Sexto Piso), un mundo completamente ficticio en el que le hubiera gustado habitar cuando era joven. "Aunque en Airdrie sí hubo bandas de música nunca llegaron a la dimensión de lo que se cuenta en el libro", afirma. Su primera novela está poblada por cerca de 30 personajes que se convierten en tristes leyendas de la música de su localidad jugando a ser Iggy Pop. A través de una serie de entrevistas (también ficticias) a los personajes de ese movimiento postpunk, Keenan pone en pie todo un mundo en el que el propio pueblo se convierte en un personaje más. Allí, donde la realidad rural escocesa acechaba a sus habitantes, toda esa estirpe de cantantes y músicos que habitan en esta delirante historia se van convirtiendo en lo que quieren ser. Pero a este pueblo, a pesar de la especificidad de su entorno, bien se le podría cambiar de nombre y la historia seguiría teniendo la misma credibilidad. La realidad de muchas localidades es la misma: la falta de un movimiento cultural amplio en el que curtirse. El autor, sin embargo, no juega con esa carta, por la facilidad que supondría arremeter así. Para Keenan la vida en un pueblo no es sinónimo de inmovilismo y de incomunicación sino de pasar a la acción. Si no tienes a mano lo que quieres "puedes crearlo tú mismo", afirma. "El aislamiento significa que puedes crear una versión extendida de lo que quieres y, para mí, eso es lo que ocurrió con el postpunk, tomaron el punk y lo llevaron más allá". El aislamiento es, por tanto, vivir dentro de las posibilidades que a uno se le presentan, la cultura DIY en su máxima esencia. Con un tono directo y ácido la historia de Keenan alberga la realidad de unos jóvenes (que podrían ser cualquiera) obsesionados y fanáticos de la música. "La gente nunca salía de Airdrie, era un lugar complicado pero me gustaba por su conexión con Glasgow, que para mí era el final del mundo". Allí, circunscritos en esa realidad, la gente creaba su propia música. "En un momento de mi juventud empecé a ver que el pueblo se transformaba, que la gente vestía genial y entraba en el mundo de la literatura y la música. Me encantó la idea de las posibilidades que aquello podía tener y, por eso, siempre supe que escribiría un libro sobre Airdrie". Las posibilidades. Ahí reside la esencia del libro de Keenan. En lugar de tomar hechos y seres reales a quienes preguntar, ha preferido crear el panorama que le hubiera gustado haber visto. Sin embargo, el autor es demasiado joven para haber sido residente de la historia que cuenta. "Soy más joven que la generación que retrato en Memorial Device pero me hubiera alucinado aquello. Me he imaginado la música que hacían, los libros que leían y he fantaseado con ello así que, en parte, el libro es una fantasía que me hubiera gustado vivir", explica. Por esa misma razón Keenan, que también ha sido periodista musical aunque ha dejado de lado la profesión, ha investigado poco para tejer las conexiones que se establecen en Memorial Device. "Siempre he pensado que investigar te limita a la hora de ser creativo. Abogué por una historia de ficción porque me gustaba más posibilidad que la realidad", incide. Así, el No Future caló en el ADN de aquellos jóvenes que revolucionaron Airdrie y las drogas, en muchas ocasiones, se convirtieron en sus amigas más fieles a pesar de la corta vida de la banda que lideró en la localidad durante aquellos años. Así pues libro quiere convertirse en la memoria de lo que ocurrió, a pesar de que no ocurriera. De algún modo "los personajes de la novela están recordando, echando la vista atrás, algo que en ocasiones decepciona". Se trata de un ejercicio que permite darnos cuenta de lo importante y mágico que fue pero "¿es posible entender la significancia de lo que ocurrió? El recuerdo lo romantiza todo porque nadie recuerda de la misma manera lo que pasó. Al fin y al cabo la gente crea sus propios recuerdos y, por eso, quiero que el libro se convierta en un 'dispositivo conmemorativo'". Ahora que habitamos un mundo completamente globalizado y liderado por las tecnologías a Keenan le sigue entusiasmando la cultura DIY. A pesar de que en el Reino Unido, opina, ya no se hace tan buena música como antes, es de los que opinan que la energía del punk sigue residiendo en los márgenes. @scamarzana