Toni Servillo y Verónica Echegui en Déjate llevar, de Francesco Amato

El contraste es muchas veces el principio de la comedia. Un andaluz y una vasca, el payaso listo y el payaso tonto o, como es bastante habitual y vemos en esta Déjate llevar, un viejo intelectual con una joven desenfadada y descarada que le enseña a vivir la vida más allá de los libros y las enciclopedias. Ese el principio de películas tan dispares como La fiera de mi niña (Howard Hawks, 1938) o El príncipe y la corista (Laurence Olivier, 1957), por citar dos grandes clásicos, sin olvidar filmes más recientes y tan populares como Pretty Woman (Garry Marshall, 1990).



Ese contraste es el mismo punto de partida de esta Déjate llevar, película italiana dirigida por Francesco Amato con dos actores de primera encabezando el reparto, Toni Servillo y Verónica Echegui. Cuenta la peripecia de un venerable psiquiatra (rama psicoanálisis) que se queda dormido escuchando a sus pacientes y al que el médico recomienda que haga ejercicio para mejorar su salud. En el gimnasio (la palabra italiana "palestra" para hablar del gym es fantástica) conoce a una joven monitora que lo ayuda a ponerse en forma y, de paso, le enseña un pedazo de esa vida "real" que se le escapa al oxidado hombre de letras.







Quizá lo peor de esta película más bien mala es que no hay chiste que uno no se imagine. Los achaques de Servillo en la cinta para correr, la gracia y desparpajo de la joven embutida en mallas hiperajustadas o el macarrismo de unos delincuentes de poca monta con los que se cierra el filme en una escena interminable y absurda, son pequeños hitos de una película que más bien parece el capítulo poco inspirado de una teleserie rutinaria. Una nueva vuelta de tuerca que no aporta nada.



@juansarda