Pedro A. González Moreno

Acompañado de Rosa Regás y Mercedes Monmany, el escritor manchego presenta La mujer de la escalera, Premio Café Gijón 2017, una historia generacional de intriga ambientada en el mundo teatral y universitario que investiga sobre la ausencia de obras anteriores a La Celestina.

Cuenta Rosa Regás que su primer encuentro con Pedro A. González Moreno (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1960) llegó con la lectura de Más allá de la llanura, un libro de viajes sobre La Mancha. "Se trataba de todo un ejemplo de este género, en una época en la que no proliferaban tanto este tipo de textos", explica la presidenta del jurado del premio Café Gijón, que así se lo hizo saber por carta al escritor. Su respuesta llegó en forma de invitación turística: "Si vas, avísame y voy contigo". Y quedaron.



Años después, el último Premio Café Gijón confesaba el pasado mes de septiembre que el anuncio de este galardón le había pillado en la barra de un bar viendo un partido de fútbol. Desde entonces, hasta ahora, reconoce que ha "aprendido algunas cosas" de su propia novela. "Algunas veces las obras van por un lado -añade-, como los personajes, y el autor va por otro. No siempre escribimos lo que habíamos pensado escribir".



Su afirmación tiene que ver con la decisión de Siruela de incorporarlo en la serie de Nuevos tiempos/Policiaca, título bajo el que la editorial reúne "novelas que más allá de la historia en sí suponen un reflejo de la cultura o de algún momento histórico o social", según explica su directora, Ofelia Grande.



Ambientada en un entorno universitario durante los años de la transición española, La mujer de la escalera arranca con un suicidio, presentado con una cuidada puesta en escena, y un misterioso asesinato. "Dos muertes que hay que encajar", analiza la escritora Mercedes Monmany. A partir de las cuales los personajes, inmersos a su vez en el reparto de papeles para representar La Celestina, "toman conciencia de su propio interior, de las relaciones con los otros, una serie de amores cruzados, secretos que no se han revelado, que Pedro González Moreno dosifica conforme avanza la trama y cuyas conexiones da la impresión de que alguien las está controlando".



Aunque el escritor no conoce de cerca el mundo teatral, más allá de como espectador apasionado, su obra se trata, en palabras de Monmany de "una novela muy teatral, en la que el teatro se convierte en vida y la vida está montando constantemente escenas teatrales. Vida y literatura se entretejen de una forma muy bien engarzada, subterránea y visiblemente, con varios tipos de lecturas".



Con todo, González Moreno admite que su intención no ha sido escribir una novela policiaca. "La mujer de la escalera no sigue los cánones del género aunque cumple con algunos de sus requisitos fundamentales. Hay un inspector, hay muertos y hay una investigación que permanece en la sombra, al otro lado del telón. Lo que puede tener de anticonvencional desde el punto de vista del género es que no se sigue de cerca en un primer plano el ritmo de las investigaciones de este personaje que parece más un trinchador de pollos en una caseta de feria que de verdadero comisario".



Influido por García Pavón, al que el escritor conoció en el mismo Café Gijón, y su épico personaje Plinio, advierte que tal vez los amantes de las novelas policiacas no se van a encontrar una historia al uso, que siga el hilo del comisario desde el principio. Recuerda que el origen de la novela es, de hecho, una búsqueda literaria, el vacío de algo más de dos siglos, anterior a La Celestina, de obras teatrales. "Es la búsqueda de esos libros que la historia de la literatura está todavía pendiente de resolver -sostiene-. No sabemos por qué desapareció esa literatura dramática pero sobre esta cuestión están montadas las otras tramas. Al final tampoco interesa, es solo un pretexto para que los personajes entren en contacto y se relacionen".



Dos investigaciones entrecruzadas que chocan con una generación, que llega tarde o demasiado pronto a esa época convulsa de la historia española, "que se encierran en una especie de burbuja y desde ahí hacen su guerra y su lucha".



Autor de ensayos, más conocido por su vertiente poética, González Moreno parece más cómodo entre los versos que con la ficción. Escribir una novela, su primera novela, le ha resultado, de hecho, una tarea compleja. "Yo vengo de la poesía y no tienen nada que ver. La novela tiene piezas que cuando se sueltan, se sueltan y no hay formas de armarlas. Van cada una por su lado, se te derrumba el edificio porque no encuentras una solución, que luego te puede dar un personaje en un momento de inspiración pero es muy complicado".



En este sentido, admite que La mujer de la escalera le tiene completamente absorbido. Desde que empezó con ella, ganó el premio y la publicó, solo le "ha salido algún poema que casi parece una elegía sin muerto", bromea. Aunque no es un problema para él "si la poesía viene es bien recibida, pero ya he publicado seis libros de esto. Las musas líricas para mí son imprevisibles".



@mailouti

González Moreno y Almodóvar, vecinos manchegos

Orgulloso de sus raíces González Moreno comienza su intervención con una cita de su "paisano" Don Quijote. "Nunca fuera caballero de damas tan bien servido, como fuera Pedro Antonio cuando de su aldea vino". El poeta, además del nombre, comparte con Almodóvar su lugar de origen, Calzada de Calatrava aunque, bromea, "yo vuelvo a mi pueblo y él no". Preguntado al respecto, de entre sus películas le viene a la cabeza Volver. Es el Almodóvar que "siente dramáticamente La Mancha. Si volviera a su pueblo más a menudo -aconseja entre bromas y veras- le saldrían películas mejores". No obstante, matiza rápido su respuesta: "Me gusta el tirón manchego que tiene en sus películas, ese dramatismo profundo y ese retrato genial que hace de los personajes de su pueblo y de la zona en general, pero va poco. Hay unos personajes ahí que parecen de cine que están en mi barrio, en mi calle y cada uno de ellos tiene una película almodovariana".