Image: Confesiones de una mosca

Image: Confesiones de una mosca

Letras

Confesiones de una mosca

Julia Otxoa

23 febrero, 2018 01:00

Menoscuarto. Palencia, 2018. 102 páginas, 13 €

Decía Lewis Carroll que en la guerra contra la realidad, la imaginación es la única arma, algo que la poeta y narradora Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) parece suscribir en Confesiones de una mosca, un pequeño volumen de más de cincuenta cuentos breves, algunos de apenas unas líneas, colmados de humor y de intención. En la disyuntiva de romper las costuras al relato tradicional que planteaba en estas páginas Eloy Tizón, Otxoa se inclina por el surrealismo ("Juegos", "Confesiones de una mosca", "Canción de cuna", "Extravío"), y por lo que Luis Mateo Díez define como "vía simbólica" que nos muestra algo parecido al otro lado del espejo. Abundan, también, finales sorprendentes que apenas ocultan una nada soterrada crítica social. Así, en "Cita en la embajada", una periodista entrevista al representante de un país imaginario, Esmeraldina, sobre los cientos de refugiados que esperan en el desierto, despojados de agua o comida, la oportunidad de huir de la miseria, sin que unas fotos-denuncia que retratan a decenas de inmigrantes escalando vallas de alambre conmuevan al diplomático inhumano.

Con mirada casi poética y sutiles cargas de profundidad, Otxoa aborda temas como la muerte en soledad, los amores imposibles... "Los jueves, milagro", un retrato kafkiano de la obsesión por la riqueza, refleja también cómo el poder inventa estrategias para mantener adormecida a la sociedad; "Agenda diplomática" describe a un presidente de gobierno que pasa el día vagando por las ruinas de unos astilleros para acabar sesteando en cualquier rincón del palacio; "Artes Cárnicas" es una sátira de los excesos del arte actual; "Breve manual para fanático", casi un poema en prosa, retrata al perfecto asesino de masas... Dolorosos bocados de realidad que el humor apenas disfraza en un libro tan ingenioso como perturbador.