Autor de más de quince obras, entre las que se incluyen El ángel descuidado, California, Ganas de hablar o Mae West y yo, Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) regresa en Malandar (Tusquets) a la época de su infancia y juventud con una historia de amor distinta, entre tres, una evolución del concepto de hogar que pretende homenajear el papel de la mujer en la vida de muchos homosexuales. "De la mujer como esposa -explica el escritor-, con quienes muchos gais se casaban como tapadera. Como cómplices, como solidarias y como pioneras en la lucha por los derechos. Las mujeres han sido ejemplo en su lucha por los derechos para los homosexuales".
Además de una novela, Malandar es un lugar, un tiempo, un anclaje y "un antídoto contra la melancolía". Una idea que llevaba en reposo desde antes de publicar Otra vida para vivirla contigo o Furias divinas. De hecho, esta historia empieza precisamente ahí, por el título. "Fue lo primero de todo. Malandar me parece una palabra bonita y sugerente. A partir de ahí pensé el registro de la novela y la empecé a escribir en mi cabeza". Antes de pasarla al folio, ya sabía cómo empezaba, cómo terminaba y qué iba a pasar. No obstante, confiesa, "el final lo pensaba hacer un poco más dramático pero me decidí por algo más ambiguo". Escrita en primera persona en la voz de uno de sus tres protagonistas, Miguel Durán, el autor retrata en ella la vida de estos tres personajes -el propio Miguel, Toni y Elena- de La Algaida, su relación a través del paso del tiempo y su vínculo común con este rincón del mundo. "Uno puede lamentar lo perdido -matiza-, que es lo que lleva a la melancolía y al pesar, o bien celebrar lo vivido, que es el antídoto. Pero para mí esto último es la mejor manera de respetar lo que has vivido".Pregunta.- Cuenta que esta novela es una historia de amor a tres, aunque también podría tratarse de una historia de amistad, ¿no cree? Respuesta.- Es, de hecho, una historia de amistad que contiene tres historias de amor. Entre la chica y el chico, entre los dos chicos, entre los tres, pero a la vez es una historia de amistad. Por debajo de ella va apareciendo lo otro. En esas historias de amistades entre gais siempre ha habido una mujer que comprende mucho. Uno de los personajes, Toni, decide pasar un poco por encima de todo eso porque no se atreve a encararlo de verdad, no solamente encarar que sea gay sino que sea bisexual. Miguel en cambio no tiene problemas desde que es niño y Elena es lista. Creo que su personaje es el de una mujer inteligente que entiende lo que pasa, que sabe cómo gestionar eso, comprende que si no defiende lo que tienen en realidad no puede defender esa historia a tres que es lo que a ellos les mantiene unidos. Ella sabe que es importante su actitud y es importante su comportamiento. Pregunta.- Su tono se aleja un poco del de otras de sus obras como por ejemplo del de Furias divinas, ¿considera que es su novela más emotiva? Respuesta.- Con Malandar volví a ese otro tono que a veces he utilizado en algunas de mis novelas, un tono que no es tan disparatado como el que usé en Furias divinas . Es algo más bien delicado como el que utilicé en El palomo cojo, que tenía risas, claro, porque yo sin humor no sé escribir. Y los cuentos de Fuego de marzo. Alguna que otra novela, la única en tercera persona, que se titula El beso del cosaco, que desde luego no tiene nada que ver con las otras. Aunque uno intenta manejarse en los dos tonos. P.- En una entrevista concedida a El Cultural en 2013 comentó que siempre vivía y luego escribía porque no tenía imaginación, ¿sigue opinando lo mismo? R.- En realidad no. Yo creo que es mentira que no tenga imaginación. Pero no sabría escribir una novela de ciencia ficción, una novela de intriga o un suspense. Es verdad que hay una imaginación intimista que existe y que supongo que algo de eso sí tengo. Pero la importancia de vivirlo a mí me parece fundamental. Y luego es autobiográfica hasta cierto punto. No tiene que ser literalmente autobiográfico. Autobiográfico es también lo que sueñas, también lo que deseas, no solo lo que vives. En esta novela pasa eso. La historia central no lo es exactamente pero otras historias que ilustran la biografía del narrador sí. Hay muchas cosas que de algún modo he vivido y otras que no, tiene eso de autobiográfico que a mí me interesa. No solo como autor, también como lector. Aquellos libros que están metidos en la vida y en la experiencia personal del propio escritor. Si un escritor escribe de verdad, desde las tripas, aunque hable de los androides, al final escribe de sí mismo. P.- Pero no debe ser fácil escribir así, ¿no exige un punto de generosidad y de exhibición? R.- Necesito escribir así y me gusta escribir así. Hay que pelear muchas veces contra el pudor y eso es bueno porque te obliga a ser fiel a ti mismo, literariamente no solo biográficamente. La pelea contra el pudor es buena. Y si hay algo que sospechas que puede sentar mal a alguien pero tú necesitas contarlo, lo cuentas.