Ateneístas en la sala "La Cacharrería" del Ateneo
El Ateneo se prepara para un gran acontecimiento: en 2020 cumplirá 200 años. Uno de los grandes momentos de los fastos de celebración será la publicación de los tres volúmenes que el periodista e historiador Víctor Olmos ha elaborado sobre su historia bajo el nombre de Ágora de la libertad, de los cuales la Editorial Ulises acaba de publicar los dos primeros tomos. Esta es, sorprendentemente, la primera historia completa de la institución, ya que "hasta ahora se han escrito siete obras sobre la historia del Ateneo, pero todas ellas son parciales, y se ocupan sólo de un periodo determinado", en palabras del autor a El Cultural.Su intención ha sido, en todo momento, celebrar la historia del "mayor faro de la cultura que existe y ha existido nunca en España", un paraíso de las letras y el conocimiento, el "templo de la sabiduría", de cuya diosa deriva el nombre de la institución. Una sociedad cultural surgida para difundir las ciencias, las letras y las artes por todos los medios, para "dignificar el saber por el saber", según el actual presidente del Ateneo, César Navarro. Pero, al mismo tiempo, Olmos pretendía elaborar "una historia diferente, que abarcara todo el conjunto y no se limitara a ser una obra académica, sólo accesible para los eruditos y los propios ateneístas, sino que fuera útil para el público general".
Para ello, ha contado con una amplia base periodística, extraída de sus cincuenta años de experiencia profesional en el sector, y se ha sumergido "en las fuentes, en los periódicos y revistas, para contar con pelos y señales" la historia del Ateneo y su visión en los medios. Sin embargo, a pesar de todo este manejo de fuentes, que podrían dificultar la lectura de la obra, el escritor ha intentado que la obra fuera "entretenida y rigurosa, con ritmo e interés, que pueda ser leído como una historia novelística (no novelada)".
La importancia de la institución en la sociedad española ha sido crucial desde que, en 1820, se fundara. Tras la irrupción de los Cien Mil Hijos de San Luis para restaurar el absolutismo de Fernando VII, el Ateneo Español se vio obligado a exiliarse a Londres. La muerte del monarca y la llegada de Isabel II, con un gobierno más liberal, generaron las condiciones adecuadas para que la institución se refundara en 1835 bajo el nombre de Ateneo Científico y Literario, al que más tarde se añadiría el epíteto de "Artístico". Desde entonces, nueve de los presidentes del Ateneo fueron también presidentes del Gobierno, y por él ha pasado "la flor y nata de la intelectualidad española".
Tertulia con Valle-Inclán en la Galería de retratos
Historia viva de España
El primer siglo de la institución, hasta la llegada de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, compone el primer volumen de Ágora de la libertad, y constituye, según Olmos, "el momento más brillante de su historia". En esos años formaron parte del Ateneo primeras figuras de la literatura, la ciencia, el arte y la política del país, como Antonio Cánovas del Castillo, el duque de Rivas, el conde de Romanones, José Echegaray (primer premio Nobel español), Marcelino Menéndez Pelayo, Joaquín Costa, Mariano José de Larra (que fue, además, el primer socio elegido en votación), Emilia Pardo Bazán (primera mujer aceptada), Santiago Ramón y Cajal, Benito Pérez Galdós, Manuel de Falla, Azorín, Vicente Blasco Ibáñez o Pío Baroja.Sin embargo, la llegada del general Primo de Rivera cortó esta efervescencia intelectual, esta euforia cultural. La dictadura acabó con los nombramientos democráticos y, violando los estatutos de la entidad, nombró por decreto una Junta de Gobierno que regiría el Ateneo durante cuatro años. El Ateneo era, y es aún, habiéndose mantenido así a lo largo de su historia, el principal foco de liberalismo que existía en España, la llamada "Holanda de España", un lugar en el que, en palabras de Cánovas del Castillo, "se podía decir todo lo que fuera de él no era permitido que se dijera". Por esta razón, la dictadura de Primo de Rivera tenía al Ateneo en su punto de mira, y fue una de sus primeras medidas tenerlo bajo su control.
Pero, incluso en esta situación, el Ateneo continuó adelante, y, a pesar de su Junta de Gobierno, se fue gestando en sus salas la "semilla de la disidencia, que decidió derrocar a Alfonso XIII y conspirar para instaurar la II República", en palabras del periodista y escritor. A este respecto, cita las palabras de Miguel Maura, uno de los principales conspiradores: "El Ateneo servía a la vez de enlace, de punto de cita, de cuartel general, de puesto de mando y de tribuna pública a cuantos en una u otra forma intervenían en la acción revolucionaria".
El periodo republicano fue testigo de otro momento de especial brillo del Ateneo, durante el cual fue presidente de la institución Manuel Azaña, también presidente del Gobierno, que, posteriormente, tuvo que abandonar la presidencia del Ateneo para dedicarse a la de la República, siendo así el primer y único miembro que ha sido Jefe del Estado. "Azaña es el hombre más importante de la historia del Ateneo, un presidente que tenía una idea clarísima de lo que era la institución que presidía, que tenía unos objetivos claros y acordes con el ideal ateneísta, y que sabía cómo ponerlos en práctica", declara a El Cultural Víctor Olmos sin dudarlo ni un momento, aunque también destaca al presidente Segismundo Moret, que también fue presidente del Gobierno, gracias a quien, entre otras cosas, se abolió la esclavitud en Puerto Rico.
Biblioteca del Ateneo en los años 30
Pero la llegada de la Guerra Civil y la dictadura de Franco dieron inicio a otro periodo oscuro de la historia del Ateneo. La actitud republicana y abiertamente antifascista del Ateneo le ganó la enemistad del régimen franquista. De nuevo, la institución fue secuestrada por un gobierno dictatorial, y el edificio fue ocupado por las tropas falangistas. Se cambió el nombre del Ateneo por el de Aula de Cultura, administrada directamente por la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y los nombramientos de los cargos fueron realizados de nuevo por decreto de Franco durante 46 años.Algunos miembros del gobierno, conscientes de la importancia y el valor del Ateneo, consiguieron recuperar su nombre original y que dejara de estar en manos de Falange (aunque siguiera directamente controlada por la dictadura). Además, desde dentro del Ateneo, al igual que había sucedido en la época de Primo de Rivera, lucharon por su independencia y ofrecieron una firme resistencia al poder.
Sin embargo, Víctor Olmos insiste mucho en que "el Ateneo no es político, aunque es evidente que ha actuado mucho en política". La actitud del Ateneo frente a los devenires políticos se ha mantenido oficialmente fuera de los movimientos partidistas, pero, como faro y vanguardia de la cultura y la intelectualidad, ha tenido que pronunciarse con respecto a lo que sucedía. Como ejemplo de ello, pone la misma ubicación de la sede, en la calle del Prado, "en el centro del Barrio de las Letras y al lado del Congreso de los Diputados", un lugar desde el que se puede estar al tanto de la vida cultural y política.