Una página del manuscrito original de La bruja Leopoldina y otras historias reales. Foto: F. D. Q.
Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) era muy pudoroso con su vida privada y exigente con su propia obra, de modo que se encargó de destruir todo aquello que no quería ver publicado. No obstante, se olvidó de quemar un cuaderno con dibujos -recordemos que Delibes fue caricaturista antes que escritor- y un cuento infantil en verso con ilustraciones realizadas por él mismo, titulado La bruja Leopoldina y escrito a los 18 años, que ahora ve la luz en la editorial Destino, que publica toda su obra desde que en 1948 ganó el Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada.Siempre que un heredero o albacea rebusca entre los papeles privados de un autor con el objetivo de airear sus escritos inéditos, cabe preguntarse: ¿es respetuoso publicar lo que el autor descartó en vida? Una de las hijas del autor de El camino y responsable de su legado, Elisa Delibes, ha presentado el libro este jueves en la Biblioteca Nacional y ha reconocido, bromeando, que para ella "es un día feliz, pero para él sería infeliz", y ha añadido: "Se trata de un homenaje, pero no sé si a él le habría gustado", y confiesa que en el chat que tiene con sus hermanos, uno de ellos escribió que a su padre "le habría dado un ataque".
En cualquier caso, el cuento, en opinión del escritor y editor de Destino Emili Rosales, "tiene un valor sobre todo documental" porque, si bien tiene un valor literario escaso, demuestra que a los 18 años Delibes ya tenía voluntad de convertirse en escritor, aunque se trate de un tema y un tono muy distinto a las obras que a partir de una década más tarde lo convertirían en uno de los mayores escritores españoles de la posguerra y de todo el siglo XX, como la mencionada La sombra del ciprés es alargada (1947), El camino (1950), Las ratas (1962, Premio de la Crítica), Cinco horas con Mario (1966), Los santos inocentes (1981) y El hereje (1998, Premio Nacional de Literatura).
Elisa Delibes muestra el manuscrito de La bruja Leopoldina. Foto: F. D. Q.
Según su hija, los dibujos y el cuento encontrados en este cuaderno demuestran también la vocación de Delibes por el dibujo y la pintura, que desarrolló profesionalmente dos años más tarde, cuando empezó a trabajar en 1941 como caricaturista de El Norte de Castilla, periódico en el que fue ascendiendo hasta llegar a dirigirlo entre 1958 y 1963, año en que dimitió tras enfrentarse en repetidas ocasiones a la censura dirigida el Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y entonces decidió centrarse exclusivamente en la literatura.
Aquella afición por hacer caricaturas le duró al escritor toda la vida. Cuenta su hija que las hacía en los márgenes de los periódicos y también durante algunas reuniones de la Real Academia Española, en la que ocupó la silla "e" desde 1975 hasta su muerte.
Detalle del texto manuscrito en una de las páginas del cuento. Foto: F. D. Q.
Las seis páginas ilustradas del cuento de la bruja Leopoldina se reproducen de manera facsímil en el libro como "guinda" a varios textos que dan cuenta de una faceta poco habitual en Delibes, la de la narración autobiográfica. Se trata de relatos relacionados con la pasión del escritor por la vida rural, la naturaleza y los deportes -según su hija, en la familia se dice que estas aficiones se las deben a su ascendencia francesa-, que habían sido publicadas con anterioridad en Mi vida al aire libre y Tres pájaros de cuenta, que eran difíciles de encontrar y ahora aparecen reunidas por primera vez en un mismo volumen. Según explica Rosales, estos escritos reflejan experiencias propias y familiares que en buena parte transcurren al aire libre, en el campo y en contacto con la fauna.Elisa Delibes es la cuarta de los siete hijos que tuvo el ganador del Premio Cervantes de 1993, y convivió con él durante 59 años y de manera más intensa tras la muerte de su madre, Ángeles, en 1974. A pesar de esta recién descubierta faceta como autor de cuentos infantiles, asegura Elisa que su padre jamás leyó cuentos a sus hijos cuando eran pequeños. "Decía que estaba demasiado ocupado como para ponerse a contarnos cuentos. De todas formas, no era habitual que los padres españoles lo hicieran en aquella época".
Elisa es catedrática de Lengua y Literatura en educación secundaria, pero asegura que jamás, en sus 35 años de docencia, habló a sus alumnos de las obras de su padre. "En mi época ya no se llevaba la literatura de Delibes", afirma, y además los planes de estudios ya se inclinaban más por la gramática que por la literatura. Aunque generaciones enteras de españoles leyeron en las aulas El camino o Cinco horas con Mario, ella considera más apropiada para los escolares de hoy la lectura de los textos autobiográficos y vitalistas de este volumen, Mi vida al aire libre y Tres pájaros de cuenta.
@FDQuijano