Carolyn Richmond

Carolyn Richmond dice sentirse rara en el acto de presentación de Días felices. Aproximaciones a El jardín de las delicias de Francisco Ayala. "Acostumbrada a ser el número dos...", comenta. En su último libro la crítica literaria y escritora analiza la última obra de quien fuera su esposo y lo hace con un trabajo que, en palabras de su editor, Ignacio Garmendia, destaca por su implicación personal y su discreción. "Es de agradecer el cuidado y elegancia con la que se ha dedicado a abordar su legado", comenta.



Planteado en un principio como una mera introducción para una edición crítica de El jardín de las delicias, explica Richmond que el proceso se fue demorando hasta que se puso a escribir y pensó en hacer una cosa un poco diferente. "Ese fue el problema. Lo diferente se convirtió en este libro". Una obra en la que ha invertido quince años de su vida, algunos de ellos junto al propio Ayala que solía sentarse junto a ella y leer en la pantalla. "Él estaba detrás de mí, lo que quería era que terminara porque lo quería ver", explica. "Cuando vivía se lo leía y estaba contento. Fue un acto de amor. Luego falleció y pasó algún tiempo en el que no pude hacer nada".



Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos en 2018, la autora se alegra de que el galardón lleve el nombre de quien fue "muy amigo" de su marido y advierte, no obstante, que para leerlo hay que haber leído previamente El jardín de las delicias. "Es un estudio literario que depende de otro texto", matiza antes de añadir que para ella "todo es búsqueda, diálogo... Eso me lo enseñó mi marido". La autora, que recurre a clásicos como Cervantes o Dante, porque "Ayala estaba dentro de ese ambiente", explica que el nombre de Días felices fue propuesto por el mismo jurado del premio. "Yo no hubiera podido entregarlo con ese título", confiesa.



Consciente de que la crítica literaria es otro tipo de creación, Carolyn Richmond comenta que, aunque "no es exactamente popular entre los lectores" que se publique un estudio crítico, le parece una más que buena noticia ya que, concede, en él "escribo y si escribo quiere decir que vivo. Y yo he vivido en ese libro".



Así, a lo largo de sus páginas, la autora establece un diálogo sobre algunos de los grandes temas del escritor como el tiempo, en concreto el "no controlable", y el arte. "Ayala de joven tenía muchas ganas de ser pintor pero se sintió obligado de elegir entre el arte y la literatura. Él eligió y eligió bien aunque a veces me hacía dibujos increíbles". De hecho, incide, "tenía una apreciación estética muy desarrollada. Eso añade una capa visual a sus textos que, unido a la música, hace que el lector lo lea en diferentes niveles".



Francisco Ayala, escritor y hombre

Si se le pregunta por la obra de Francisco Ayala, Carolyn Richmond reflexiona que "cuando el escritor ha muerto ya tienes una obra cerrada y la perspectiva es otra. También he escrito sobre Leopoldo Alas. Tras su muerte desapareció durante diez años y después volvió como un clásico. Sospecho que eso es lo que va a pasar con Ayala".



En este sentido reclama que el escritor "no está bien entendido en ninguna parte" y propone la necesidad de una revisión de su obra desde un punto de vista nuevo. "Hay que leerlo con otros ojos pero eso implica entrenar a gente nueva". Crítica con el sistema de educación actual, nostálgica de los viejos tiempos, piensa que si el propio Ayala viviera ahora se preguntaría dónde están las cabezas.



"En el centenario se celebró al hombre -revindica-, sobre todo que llegara lúcido. Hubo exposiciones, reuniones, se publicaron muchas ediciones y pudimos lanzar y terminar sus Obras completas". No obstante, añade que cuando se cumplan diez años de su muerte, en 2019, "tenemos que darle una vida, pero una vida literaria", homenajear "al escritor y no al hombre. De la obra de Francisco Ayala se puede aprender mucho. Sobre todo ahora".



Con Días felices Carolyn Richmond pone fin a un periodo de su vida intenso. De hecho, aunque es de la opinión de que los textos cambian cada vez que los leemos, "como las personas", afirma que el libro está terminado. "Me ha costado mucho, muchas emociones, hay que saber poner fin". No obstante, no descarta continuar en la misma línea con otros proyectos. "Tengo que terminar la edición crítica y me queda la posibilidad de escribir unas memorias. Creo que es una obligación hacia los lectores y hacia mi marido, que es lo que a él le hubiera gustado".



@mailouti