Elisabeth Mulder, retrato de Rosario de Velasco, amiga de la escritora
Celebrada a mediados del siglo XX como una de las más grandes novelistas españolas de la época, Elisabeth Mulder (1904-1987) es un enigma para el lector actual. La colección Obra Fundamental de la Fundación Santander reivindica hoy su figura con el volumen Sinfonía en rojo, en edición de Juan Manuel de Prada.
Prada, que ha realizado en Sinfonía en rojo una exhaustiva investigación biográfica y literaria sobre el personaje, y que es el responsable de la selección de novelas, cuentos, poemas y artículos del volumen, cree que su problema fue ella misma. “Sí, Mulder escribió una literatura a la contra, por una parte muy cosmopolita, y por otra dando prioridad a una indagación psicológica que no se amoldaba bien a las corrientes imperantes de la época, esto es, al tremendismo y a la novela social entonces tan en boga”. Incluso Eugenio de Nora en su manual de novela española la destacaba como la mejor mujer novelista de la época, pero le reprochaba que no tuviera inquietudes sociales. “Era una acusación muy injusta -apunta Prada-, porque muchos de sus cuentos y novelas son de una sátira y de una crítica social verdaderamente fina. Lo que no hay en su obra es la preocupación social ideologizada que entonces se estilaba”. Además de una amplia selección de su poesía, novelas y cuentos, el volumen reúne sus mejores artículos de tema literario. Elisabeth Mulder colaboró asiduamente en prensa, sobre todo en La Vanguardia y ABC, y demostró en sus textos un conocimiento asombroso de las literaturas extranjeras, sobre todo de la inglesa y de la francesa (Proust, Colette, Stevenson), ya que también fue una excelente traductora. Sin embargo, treinta años antes de morir dejó de publicar y de escribir. Un episodio pudo ser decisivo: al parecer, cuando Mulder presentó al premio Ciudad de Barcelona una de sus últimas grandes novelas, El vendedor de vidas (1953), la acusaron de haberlo amañado porque que tenía amigos en el jurado, y ella, indignada, retiró la novela. Eso aumentó su desilusión ante las mezquindades del mundo literario. “Se desfondó completamente. Además, se estaba quedando ciega. Siguió dedicándose a la traducción, pero dejó la novela de manera casi radical. En sus últimos años prácticamente no escribió nada, aunque publicó un libro delicioso para niños, Las noches del gato verde, que recuperó Siruela hace poco, y dejó una novela inédita que corrigió mil veces, y que no está a la altura de sus mejores obras”, confiesa Prada, que prefirió no incluirla por eso en el volumen. Instalada ya en el silencio y el olvido, a su desengaño contribuyo “el chaqueterismo patrio que se produjo en el final del franquismo y en el comienzo de la democracia, que la volvió a dejar descolocada”, destaca Juan Manuel de Prada, que subraya cómo le perjudicó el escribir en lengua castellana a la hora de encontrar quien reivindicase su figura. Para eso, para reivindicarla, Prada recomienda descubrirla leyendo, en primer lugar, La historia de Java: “cualquier mujer, cualquier feminista que la lea quedará deslumbrada, porque es un canto al alma femenina y a la necesidad de libertad que puede sentir una persona”. Luego, insiste, no podrán parar. @nmazancot"Mulder escribió una literatura a la contra que no se amoldaba a las corrientes imperantes", dice Prada