Jaqueline Rose
Cuando Sylvia Plath decidió acabar con su vida el 11 de febrero de 1963 no sabía que su madre, Orilia Plath, fuera a dar una conferencia en Holanda. En este acto público la progenitora acudió al libro Tres mujeres en el que la poeta habla de la maternidad desde tres puntos de vista: una de las voces se queda con el bebé, otra lo abandona y la tercera aborta. En este poema escribe frases positivas como "qué hacía yo antes de tocarte" y otras pesimistas como "me estoy encaminando hacia la atrocidad". Se trata de un discurso ambivalente sobre un tema que hoy en día está sobre la mesa pero entonces Orilia Plath tan solo recitó algunos de los versos positivos de su hija. "Orilia Plath no podía soportar la oscuridad en la que vivía su hija pero esto es una traición, una triste historia de cómo una madre no oye lo que le dice su hija", opina Jacqueline Rose (Londres, 1949), que acaba de publicar en España Madres. Un ensayo sobre la crueldad y el amor (Siruela).Es, de hecho, el papel de las madres en la sociedad de lo que habla este relato sostenido por artículos, obras literarias, documentos y ejemplos cotidianos, en el que hace una llamada a la acción. Rose acude al psicoanálisis "para entender la complejidad de nuestras vidas psíquicas", porque le parece que algo "similar está sucediendo con las madres en el terreno psíquico". Se les pide, alega, "ser perfectas, que quieran a sus hijos, que tengan paciencia, que les den de comer, que sean, como se decía, un ángel en la casa. Cualquier madre sabrá que no es cierto y que serlo es estar en contacto con toda la gama de emociones humanas", explica.
Un titular de periódico encauzó Madres
El arponazo que sintió Rose en 2016 frente a un titular del diario The Sun fue lo que propició este ensayo. "De aquí a la maternidad", rezaba en letras grandes una portada que iba acompañada de la fotografía de una mujer nigeriana que había dado a luz a quintillizos. Lo que el artículo del interior defendía era "cómo las madres negras migrantes que vienen al Reino Unido a dar a luz de manera gratuita son las responsables de la crisis de la seguridad social británica", afirma la escritora. En las páginas de este diario de derechas se tocaban todos los palos: "era racista, iba en contra del bienestar e incitaba el odio".En ese momento Jacqueline Rose se paró a pensar en "por qué se culpaba a las mujeres migrantes de la crisis de la seguridad social" y su reflexión derivó en la conclusión de que "hay algo que falla en el tema de la maternidad y es que, por un lado, se espera la idealización del futuro niño y, por el otro, se trata con crueldad a las mujeres solo por ser madres". Incluso aporta un dato escalofriante: en el Reino Unido cada año 54.000 mujeres pierden sus trabajos por estar embarazadas.
Ser una buena madre o ser una buena trabajadora
Susan Moore, periodista del diario británico The Guardian, creyó que el libro es un aullido de dolor "que dice cosas que ella misma ha intentado silenciar durante su maternidad", comenta Rose. Su ensayo ha recibido reacciones positivas a pesar de ofrecer razonamientos incómodos pero también ha tenido la presencia de madres que, aun no habiendo acabado la lectura, le han espetado que no habla del gozo de la maternidad. Sí lo hace, solo que la felicidad llega al final del libro. "Debe de haber gozo siempre y cuando no se use como excusa para que las madres no hagan otra cosa que cuidar a sus bebés", apunta.Se puede ser una buena madre y no dejar el trabajo aunque requiere una ayuda económica y una persona "ya sea el padre de la criatura o una persona externa". Julia Kristeva decía que "la lección más importante para un niño es saber que no es el único objeto de atención de su madre".
Desmitificar la maternidad
Hay estudios que aseguran que la maternidad en España está descendiendo a niveles regresivos. ¿Es porque ya no hay interés en ser madre o padre? Hace quince años Elisabeth Badinter escribió que en Francia algunas mujeres estaban desafiando la mistificación de la maternidad, algo que se ha considerado "natural, puro y sin contaminar". Sin embargo, lo que preocupa a Rose no es la caída, "porque el mundo no puede dar de comer a sus habitantes", sino que no querer tener hijos "se vea como un insulto".Cree Rose que hay mujeres que no tienen hijos porque "uno de los discursos dominantes es que las mujeres pueden hacerlo todo. Esta visión es negativa y, por eso mismo, está bien que haya gente que se niegue a hacerlo". Además, cree que la palabra instinto para referirse al deseo de ser madre debería sustituirse por impulso porque "la maternidad no solo es algo biológico sino que tiene que ver con tu persona psíquica, con quién eres". Lo ilustra con un ejemplo: cuando un bebé está jugando con una muñeca no entra en juego el instinto sino que está haciendo lo que su madre hace con ella. Se "está empoderando, está tomando el control".
Tampoco se echa atrás para tratar el otro lado de la maternidad, el que no siempre nos cuentan. El ejemplo de la periodista Samanta Villar, madre de gemelos que hizo públicas sus dificultades derivando un chorreo de críticas, le sirve para argumentar lo siguiente: "creo que a las mujeres se les ha programado para callar su experiencia, si no tiras de la manta, ni dices lo que realmente pasa, el mundo sigue igual. De lo que nunca se habla es de por qué las madres tienen que hacer una función profiláctica del mundo y de su bebé", argumenta.
Y es más, parece que ninguna madre puede arrepentirse, en un momento dado, de serlo. "Ser humano es dudar de quién eres", afirma. De modo que, ¿cómo no nos vamos arrepentir también de la maternidad cuando cada día nos arrepentimos de cosas que hacemos? "Una madre tiene que desilusionar al hijo para no destruir su capacidad mental", concluye Jacqueline Rose.
@scamarzana