José Antonio Martín Otín, Petón
Ex futbolista, periodista libérrimo y comentarista deportivo, ha ayudado a poner más luz sobre personalidades tan dispares como Primo de Rivera o Pepín Bello. Entiende la escritura como una forma de reivindicar a seres que también se salen de horma. A los libros sobre fútbol les añade un toque especial que tiene mucho de Historia vivida, de tiempo y carácter.
José Antonio Martín Otín, Petón, es esa rara enciclopedia que en una misma parla mezcla el fútbol con el Madrid de los cafés de principios de siglo. Representante de Fernando Torres o de Pedrito, por su cabeza bullen recuerdos del fútbol de antes y las promesas del de ahora. Como a todos los que perfilamos en esta sección,
Petón no da nada humano por ajeno, y así lo vemos un día teorizando sobre los valores irrenunciables del Atlético de Madrid, sobre la música callada que tiene -él lo asegura- el fútbol. Está atento a las normativas de la FIFA, pero su talante dinámico, su polivalencia en este ejercicio del vivir, lo convierte en un renacentista que va y viene del Wanda al Café Gijón. El futbolista que escribe, lo vimos con
Pardeza, empieza a convertirse en un clásico de esta sección. Pero ocurre que en Petón los días son excesivamente cortos para ilustra al lector o los radioyentes de ese fútbol que en España tiene una capacidad de evocación histórica incuestionable.
Lejos del uso de una prosa meramente redactora, Petón sabe que lo que narra (los prosistas de Falange, las anécdotas del atlético San Román...) requiere un modo muy particular de escribir que tiene su correlación cuando se pone delante del micrófono y ejerce de arqueólogo de todos los colchoneros. Petón es ultra encantador e ilustrado,
quizá porque el Atleti es el equipo que más y mejor habilita para esas bohemias creativas que no son más que un salirse de horma con encanto y caballerosidad. Las noches de Petón son televisivas, las tardes son de la radio, y la literatura siempre está ahí: abriéndose resquicios en la evocación de la intercontinental o en un perfil improvisado sobre Luis Aragonés.
Algo más que fútbol
Su bibliografía, habida cuenta de la pluralidad de los quehaceres, viene jalonada por un compromiso solidario que ha dado a imprenta, por ejemplo, el libro,
Quién dijo rendirse, donde dio voz a Carlos Matallanas y a su "niño Torres" para hablar sin tapujos de la ELA. Pero Petón es prosista de largo aliento; si algo le apasiona, no concibe otro modo de famosearlo que ponerlo en negro sobre blanco.
Siendo el fútbol ya una actividad centenaria e histórica, el balompié es un surtidor de leyendas que nuestro autor -oscense de Madrid- archivó en "El fútbol tiene música",
donde del llorado Quini a Puskas quedan consignados todos los que en este deporte han tenido algo que decir dentro y fuera del verde. Dicen que Petón convence al respetable sobre el tema que le toque conferenciar, y esas dotes de orador lo sitúan en estas hormas laxas sobre las que interpretamos al hombre y a su obra.
Nos recuerda Petón que su primer libro fue
El hombre al que Kipling dijo sí. El libro supone una revisión de José Antonio, del José Antonio hombre, y Petón juega aquí con el poema del autor indio que el líder de Falange tenía enmarcado en su despaho.
Petón, pues, es valiente en la elección de sus temas, y sus estudios en Periodismo lo habilitan para hallar el dato escrupuloso. Y más allá, rememora Petón, publicó con Pretextos
La desesperación del té. 27 veces Pepín Bello, un libro del que el propio Bello "alcanzó a leer hasta el tercer capítulo" antes que la muerte cercara a esa otra pata anecdótica del 27.
Escribir como deuda
Como se ve, Petón consume vidas, exprime su creatividad, adora el dietarismo y, sin quizá pretenderlo de manera evidente, anda abogando por la reivindicación de la Edad de Plata de las letras españolas y por la mitología del fútbol. A la vez y sin que una actividad contamine la otra.
Petón fue futbolista en campos duros (Alcorcón, Huesca) y una vez conocidos esos campos donde el balompié queda recluido a su esencia mitológica, nuestro autor puede desplegar un muestrario muy completo de la condición humana. Hacedor del nuevo Huesca, muchos lloramos con la carta que le remitió a Fernando Torres cuando éste dejo el Atlético.
Luego, claro está, hay la producción meramente futbolística en la que Petón hace desfilar a peloteros que dejaron huella. El caso de Miguel San Román, al que dedica
Blanco ni el orujo: las cuatro vidas de San Román demuestra la fascinación que a nuestro autor le despertó este "Juncal" del balompié patrio. Porque
el fútbol para Peton es 'proustiano', y contando un partido está contando su partido, su vida. Petón escribe para cumplir deudas, según nos confiesa, "con seres que le habían enseñado, que le habían aportado". Si se le pregunta por la épica del fútbol recurre a su Torino, y si se le cuestiona por el resurgir de los libros de fútbol es directo; hay un filón.
A Petón se le ve en tertulias literarias y en las peloteras de media noche, como evidenciando que otro de sus placeres, las tertulias de café, no han desaparecido. Entre su Huesca y sus lecturas,
este exfutbolista, este periodista de la Historia a través de un balón, vuelve a prestigiar a los estadios y sus gentes. Cada minuto Petón se sale de horma. El Atlético de Madrid impone un criterio estético muy concreto. Petón lo sabe y lo explota ahora que el intelectual ha vuelto a descubrir la grada sin rubor.
@JesusNJurado