La mayoría de nosotros invertimos nuestros días de vacaciones en descansar, respirar nuevos aires y poner en práctica actividades de la más diversa índole que no nos resultan posible ejercer durante el período laboral. Otros muchos, lejos de pretender dedicar su tiempo libre al reposo, aprovechan el período estival para desplazarse cientos, si no miles, de kilómetros y así conocer nuevos territorios, culturas y costumbres, con los que enriquecer su perspectiva del mundo. Por supuesto, también los hay que prefieren emplear esos días de inactividad profesional en no hacer absolutamente nada.



No obstante, desde la Biblioteca Nacional proponen una forma un tanto diferente de utilizar las necesarias vacaciones de verano. Una inversión de las muchas horas libres disponibles por estas fechas en hacer uso del vasto y variado material documental que ofrece su archivo. "Los usuarios de verano son, esencialmente investigadores que vienen de fuera", explica Pilar Domínguez, quien atiende el departamento de Referencia e Información General y Carnés. "Como están trabajando a lo largo del invierno, solamente pueden viajar hasta aquí en la época estival. Recibimos, sobre todo, a profesores, doctores, personas que están haciendo sus tesis doctorales o masters, especialistas…".



Así, la Biblioteca Nacional de España informa de una mayor presencia en verano de investigadores procedentes del extranjero, visitantes que llegan incluso a efectuar largos desplazamientos para poder acceder a los documentos que atesora el archivo. "En verano viene gran cantidad de gente del Magreb, del norte de África, básicamente de Marruecos y de Argelia, y también norteamericanos", apunta Manuel Cifuentes, que desde hace muchos años trabaja en el salón general de la Biblioteca Nacional. "Últimamente, estamos notando que su relación personal con los empleados de este departamento ha disminuido, porque son usuarios más autónomos que no necesitan que les facilitemos mucha información. Las herramientas en nuestra página web van mejorando…".



En cuanto a los principales asuntos de interés por los que estos investigadores deciden acudir a las colecciones documentales del organismo, Cifuentes indica que los magrebíes muestran mayor inclinación hacia temas "relacionados con Literatura española y las relaciones entre sus países y España. Los argelinos se decantan por nuestros autores, mientras que los marroquíes van más a temas de cooperación o del Sáhara. Y los americanos indagan sobre nuestros clásicos".



Profesores universitarios, en su mayoría norteamericanos, hispanoamericanos y europeos, doctorandos e investigadores procedentes del ámbito extraacadémico viajan hasta nuestro país para poder acceder, y con sus propias manos, al material documental que atesora en exclusividad la Biblioteca Nacional de España. En palabras de Soledad de Soto Martorell, del Servicio de Divulgación y Gestión del Fondo Antiguo, situado en la Sala Cervantes, los visitantes "suelen pedir manuscritos o impresos de autores españoles en su mayor parte. Ahora que están muchos digitalizados, no hay tanta afluencia de investigadores como antes, pero siguen viniendo. Muchas veces porque no está digitalizado el fondo que necesitan, y otras porque, a pesar de estarlo, necesitan verlo para estudiar cosas que se escapan en la digitalización".



Martorell aporta sus razones por las que este tipo de investigador se aleja tanto de su lugar de residencia solamente para poder tener entre sus manos un documento al que de otra forma no podría dar alcance. "Se me ocurre que el tipo de investigador que viene en verano lo hace a tiro hecho porque necesita consultar libros o datos muy concretos, por lo que se recorre medio mundo para venir aquí".



Sin embargo, no todos los visitantes que hacen uso de la información documental disponible en el archivo de la Biblioteca Nacional de España durante estos meses estivales proceden de fuera de nuestras fronteras. Por ejemplo, María Porras, profesora en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Abierta de Cataluña, aunque reside en Madrid, reconoce que su trabajo no le facilita mucho tiempo libre para poder hacer uso de las fuentes documentales presentes en el registro. "Este es el primer verano que vengo a la Biblioteca Nacional a investigar, estoy con traducciones de novelas inglesas del siglo XIX al español", informa. "Investigo algunas versiones decimonónicas españolas de Robinson Crusoe; aquí se conservan muchas muy interesantes. Me interesa saber si son versiones acertadas o no de la novela, y también qué nos dicen de la cultura española de esa época. Aquí hay mucho material".