Lisa Halliday. Foto: Vittore Buzzi
El relato ficcionado de su relación con el escritor Philip Roth funciona de reclamo para el impactante debut novelístico de la estadounidense. Pero Asimetría (Alfaguara), un juego de espejos que reflexiona sobre los vínculos entre realidad y ficción y el propósito de la literatura, es mucho más.
Cuando podríamos pensar que la novela es una recreación complaciente y autobiográfica de la vida de Halliday, el libro da un giro de 180 grados para internarnos en la historia de Amar Yafaari, estadounidense hijo de inmigrantes kurdos iraquíes que relata su historia familiar, enmarcada en la guerra entre sus dos países, mientras es retenido en Heathrow por agentes de inmigración del aeropuerto. La familia de Amar mantiene lazos profundos con el Kurdistán iraquí, donde su hermano trabaja como médico y sus familiares sufren los daños colaterales de la invasión estadounidense. Las visitas previas de Amar a Irak y su amistad con un periodista británico le permiten a Halliday organizar debates sobre la guerra y sus consecuencias y añadir las asimetrías políticas, raciales y de poder a las personales. Unir la sutil línea de puntos que conecta este juego de espejos queda al cuidado del lector. Sin embargo, Halliday ofrece una coda en forma de entrevista al personaje Ezra que sirve como caja de resonancia para muchas de las claves de la novela. Aunque muchos cabos quedan tentadoramente desatados.
Pregunta.- En la primera parte de la novela la asimetría está clara, ¿cómo nació la historia de Alice y Ezra, más allá del componente autobiográfico?
Respuesta.- La asimetría se centra en que hay una enorme diferencia de edad. Además, Ezra es un escritor de éxito, muy famoso, y Alice es una editora que quiere ser escritora. Ambos son escritores y tienen la sensibilidad de un escritor, son gente apasionada, curiosa, les gusta jugar y saber qué puede sentirse si uno fuera otra persona. Porque eso es lo que hacen los escritores, siempre tratan de imaginarse cómo sería ser otro. La asimetría entre ambos es una parte muy importante de lo que hace que se sientan atraídos el uno por el otro. Quería captar el por qué de esa relación a la vez que desplegar ciertas preguntas sobre la escritura que me llevo años planteando. Esta historia era el marco perfecto.
P.- Al leer a Ezra es imposible no pensar en Philip Roth, ¿no temía el revuelo mediático? ¿Cómo le ha afectado a la novela?Esto es lo que hacemos los escritores, siempre tratamos de imaginar cómo sería ser otro"
R.- Me sorprendió el nivel de atención que recibió esa parte, porque pienso que el libro tiene mucho más que ofrecer. Trato de no tener miedo, porque para escribir una novela tienes que neutralizar todo lo demás y centrarte únicamente en lo que escribes. Todo el mundo sabe que yo conocí a Philip Roth, pero también dejé claro que se trata de una novela. No relato mi relación con él. Hay muchos detalles que tomo de él, sí, pero es una historia ficticia, algo inventado. Invité a la gente a pensar en Philip Roth como una idea más de tipo estético, porque él jugaba también mucho con la autobiografía y la ficción en su obra, así que los lectores que conocen la obra de Roth, si piensan en él al leer el libro tendrán una nueva dimensión de lectura. Pero también puede disfrutarse leyendo la novela aunque no sepas quién era.
P.-¿Qué opinaba él del libro, cuál fue su influencia?
R.- Durante años estuvimos en contacto directo. Fue un gran apoyo e inspiración durante todo el proceso de redacción. Es un gran ejemplo del arduo trabajo de la escritura. Le envié el manuscrito y le gustó, estaba muy contento de su éxito. Cualquiera que conozca su trabajo sabe que le encantaba jugar con partes autobiográficas. Autobiografía e intrincada invención es una buena base literaria, Philip lo sabía mejor que nadie.
A través del espejo
Como decíamos, tras este regalo al lector, plagado de guiños y chismes del mundillo, llega la historia de Amar, donde Halliday da un giro radical a la novela. "La primera parte, escrita en tercera persona, es muy cinematográfica, muy dialogada y visual, quería invitar al lector a que se sintiera parte de su historia de forma vívida", explica. "La segunda, escrita en primera persona, es más reflexiva, más analítica, este es un estilo que se acerca más a mi estilo natural, aunque fue más difícil porque escribí sobre alguien que era totalmente distinto a mí", recuerda la escritora, que reflexiona sobre algo curioso. "La gente parte de la base de que la primera parte del libro es la autobiográfica y la segunda no, pero de hecho, en esta parte existen también muchos elementos autobiográficos. En muchos sentidos, las opiniones y experiencias de Amar, su conciencia y su sensibilidad, son muy similares a las mía", desvela.P.- ¿Es esta narración un desafío, una respuesta, a las preguntas de Alice sobre ponerse en el lugar de alguien ajeno, de hablar de los grandes temas del mundo?
R.- Exacto, la segunda parte se supone que es una respuesta a la pregunta que Alice se hace en la primera parte: "¿puede una antigua corista de Massachusetts, imaginar lo que podría ser ser un hombre musulmán?". Creo que es interesante pensar que ese es el estilo que tendría Alice, que ella es la autora de la segunda parte del libro. Quería que el lector se plantease la cuestión de quién puede escribir sobre qué, el tema de sobre qué nos está permitido escribir.
Quería que el lector se plantease quién puede escribir sobre qué, sobre qué nos está permitido escribir"
R.- Creo que es muy importante que un escritor escriba sobre lo que desea. Ahora bien, es importante hacerlo de la mejor forma posible, con rigor, tolerancia y empatía. Si no tratamos de imaginarnos cómo puede ser otra persona y contárselo al mundo, ¿cómo podemos aprender lo que no sabemos, como puede nadie decir que otro está equivocado? Es importante mantener este diálogo, porque si la gente rechaza de plano escribir sobre lo ajeno entonces nunca podremos avanzar hacia una mayor comprensión y conocimiento.
P.- La historia nace y se desarrolla en un momento concreto en la historia de su país, desde la Guerra de Irak a la elección de Obama, ¿qué piensa de aquellos años? ¿No ha influido el presente más reciente, como ve los Estados Unidos de hoy?
R.- En esa época trabajaba en el mundo editorial en Nueva York y tenía un trabajo muy exigente. Era consciente de que ocurrían cosas a nivel político, como por ejemplo la victoria de Bush y la decisión de su Gobierno de invadir Irak. En ese sentido me daba la sensación de que las cosas no iban por el buen camino, pero al mismo tiempo estaba muy ocupada con mi pequeña vida, que supongo que es algo que le ocurre a mucha gente. Pero cuando Obama fue elegido, me alegré mucho, como Amar, y me sentí esperanzada. Para mí la forma de explorar y analizar todo esto es escribiendo ficción, porque no soy una experta en política. Terminé de escribir el libro en 2016, antes de la elección de Trump. Sin embargo, es interesante ver que muchas de las cosas que critica Amar sobre la primera década del siglo XXI, siguen teniendo ecos en la actualidad.
P.- Toda la novela está llena de guiños y pistas que interconectan todo, pero la tercera parte hace explícita, de forma sutil, su visión de la literatura, a la vez que justifica las otras dos. ¿Por qué decide incluir esta entrevista?
R.- Un día estaba planchando y escuchando el programa Desert Island Discs de BBC Radio 4, y de repente me vino la idea de escribir una entrevista con Ezra Blazer como colofón del libro. Esto me daba la oportunidad de hablar a través de él de la literatura. Por ejemplo, él dice que sabe que es irresistible encontrar conexiones entre la parte autobiográfica y la ficticia, y habla de sus primeros intentos como escritor, cuando trataba de encajar artificialmente distintos hilos argumentales y personajes. Narra cómo comprendió que lo que hay que hacer es dejar que los personajes convivan. En cierto modo metaliterario es una forma de explicar y redondear el libro.
Los límites de la realdiad
P.- Profundizando un poco más, ¿cuáles son para usted los límites de la ficción y el propósito de la literatura?R.- Por un lado está el placer puro de la lectura. Pero además, si a uno le interesa de verdad la literatura y quiere escribir un libro creo que es una tendencia frecuente tratar de captar esa tensión que hay entre la parte autobiográfica y la ficción y reconocerla como parte del relato. Ahora mismo casi es imposible leer una novela sin saber nada de nada de un autor, porque inmediatamente te metes en internet y consigues enterarte, y a lo mejor por esa razón vemos tantos libros ahora que exploran este tema y tratan de fundir los límites entre la parte autobiográfica y la de ficción. Si el género novelesco tiene algún propósito, más allá del puro placer, probablemente será permitirnos o ayudarnos a comprender mejor qué es realidad y qué es ficción, un tema fundamental para la existencia humana.
P.- Tras este debut, ¿en qué está trabajando ahora?
R.- Tengo un bebé de trece meses que me tiene absorbida, pero estoy trabajando en otra novela, sí. Se desarrollará en gran parte en Italia, donde vivo, y va a explorar también esta diferencia entre ficción y no ficción, pero con respecto a teorías conspiratorias que han ido centrando cada vez más la atención de la población en Estados Unidos. También me interno en un concepto que he aprendido en Italia, la dietrología, que desde el punto de vista literario es el estudio de lo que subyace, de lo que puede haber detrás de los acontecimientos.