Friderike von Winternitz y Stefan Zweig
Lee aquí las primeras cartas que intercambiaron Friderike von Winternitz y su futuro esposo Stefan Zweig incluidas Correspondencia (1912-1942)
"Por la noche con F. von W. Esta vez, es muy hermoso, pero tengo que tener cuidado de no caer completamente en el erotismo, que amenaza con suceder", escribía Zweig en su diario el 21 de diciembre de 1912. "Nuestros paseos son muy hermosos y tenemos excelentes conversaciones: tal vez todo el arte sea escuchado, la pregunta es si puede durar, si esta comprensión no se va a desvanecer y oscurecer muy rápidamente. Todo es tan delicado que temo ahogarlo con ternura u otro sentimiento. La próxima vez, quiero darle a entender que nos estamos perdiendo".
Tras su boda y a pesar de las garantías de Friderike a Zweig: "no quiero que te sientas encadenado o atado en lo más mínimo en lo que a ti te gusta hacer", ella era, como indica esta correspondencia, una esposa algo posesiva. Diciéndole que ella estaba ansiosa por ahorrarle preocupaciones sobre asuntos triviales que podrían distraerlo de sus trabajos creativos, de todos modos derramó, incluso antes de su matrimonio, todos sus problemas familiares y domésticos.
La reflexión que Zweig alcanzó de su relación con la escritora y periodista quedó consignada en su novela La piedad peligrosa, escrita en 1939, un año después de su divorcio. "Siempre creí que el peor dolor era el amor no correspondido, y ahora me di cuenta de que había uno más terrible: ser amado en contra de tu voluntad y no ser capaz de defenderte. Eres el prisionero de otro, nunca más eres tú mismo, nunca más eres libre y sin preocupaciones, siempre eres perseguido y obligado a hacer los deberes. Debes soportar este deseo de alguien que sufre a causa de ti. La tortura más horrible que un hombre puede experimentar, ahora lo sé, es ser amado a pesar de sí mismo".