Antonio Colinas y Joan Margarit en Cosmopoética.

Córdoba ha vuelto a reunir a un centenar de autores y más de 10.000 personas en el XV aniversario de uno de los festivales literarios más consagrados de España.

Más que nunca, Cosmopoética ha sido fiel al leitmotiv que encabezaba la propuesta de esta decimoquinta edición. En Córdoba, la cittá delle passioni, han confluido placer y dolor, regocijo y drama en torno a un denominador común: la poesía. No había un marco más adecuado que la ciudad califa para acoger tanto delirio. Cada uno de los actos era un padecimiento, vestido con las ropas de la mejor poesía. Desde el 28 de septiembre hasta el sábado 6 de octubre, Córdoba ha suspirado por la literatura italiana, que ha encontrado un hogar más que confortable en la ciudad de los poetas. Según las declaraciones de Antonio Agredano, director literario del festival, Cosmopoética 2018 ha sido "la confirmación de un nuevo formato interdisciplinar, ambicioso y respetuoso con la poesía".



Si la inauguración fue la oportunidad para el encuentro de poetas renovadores como Nanni Balestrini o Pere Gimferrer, estandartes de los Novísimos en Italia y España, la última jornada de esta decimoquinta edición se abría con la conferencia de otro de los grandes poetas consagrados de nuestro país. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, invocaba los placeres del vino y su intensa relación con la literatura a lo largo de la historia. La ética del placer y el dolor fue protagonista en una ponencia que se apoyaba en poemas clásicos y contemporáneos que orbitaban alrededor del vino. Desde la lectura del primer fragmento del Cantar de los cantares o la poesía de Bécquer ("Tengo alegre la tristeza y triste el vino") hasta los poemas de Lorca, Neruda o Carlos Marzal, García Montero reivindicó las delicias de Baco, porque "una buena conversación con una copa de vino es dar una oportunidad a la dignidad humana".



La ausencia de última hora del poeta polaco Adam Zagajewski, Premio Princesa de Asturias de las Letras, permitió que fuera Antonio Colinas, uno de los nombres vivos más ilustres de la poesía española, quien lo sustituyera en la rueda de prensa del viernes por la mañana en el bar Musa. "No habría sido poeta de no haber conocido Córdoba", confesaba quien vivió en la ciudad durante tres años (de los 15 a los 18), época en la que escribió su primer poema. Sobre la perspectiva literaria actual, considera que "las mujeres están escribiendo lo más rompedor de la poesía". Al mismo tiempo, celebra que "se ha vuelto a la absoluta libertad expresiva y la imaginación", aunque alerta de "no caer en la poesía de imitación".



La misma noche del viernes lo esperaba Joan Margarit, el poeta catalán al que, curiosamente, no había conocido personalmente hasta el momento del recital. La sala Orive volvía a llenarse de público en el acto de más renombre dentro del ciclo "La voz de los poetas". Colinas y Margarit emocionaron al respetable desde dos formas de expresión muy diferenciadas. La visceral declamación de Margarit sustituía el tono contenido de Colinas en los primeros compases de un acto inolvidable donde leyeron poemas dos de los poetas vivos más consagrados de la literatura española.



La música desata la afluencia de público

No fue el acto de Margarit y Colinas el que tuvo mayor concurrencia. La música, se sabe, es el factor diferencial que atribuye a cualquier disciplina la connotación popular. La poesía aún subyace bajo la condición de "alta cultura" que resta más que suma en términos de afluencia. Pero si la poesía combina con acordes puede conseguir lo que hizo Marwan la noche del martes 2 de octubre. La gente que no pudo acceder a la sala Orive por aforo completo tuvo que conformarse con verlo en la pantalla que la organización de Cosmopoética dispuso en los aledaños. El otro gran éxito del ciclo musical "Conversaciones en Sol Sostenido" tuvo como protagonista a una de las figuras más importantes del Carnaval de Cádiz: Juan Carlos Aragón.



En su charla, ilustrada con piezas de su repertorio a lo largo de los años como autor de comparsas y chirigotas, Aragón demostró que "el carnaval convive con la literatura de pleno derecho porque comparte con ella las cuatro grandes constantes de la literatura en general y de la poesía en particular: el canto a la tierra, al amor, a la gente y un punto de intersección en el que se le canta a lo cotidiano o lo trascendente con una intención poética muy interesante". El acto, apoyado en digresiones filosóficas y firmes convicciones ideológicas, fue todo un homenaje al Carnaval de Cádiz como concepto literario. Córdoba, que tiene miras amplias, supo reconocer la incuestionable tensión poética de una disciplina que aún no goza del reconocimiento que merece.



No hubo tiempo, en cada una de las nueve jornadas del festival Cosmopoética, para que la pasión escapara de los tentáculos de la ciudad. Si la sala Orive, espacio neurálgico, acogía el jueves 4 de octubre el conmovedor relato de la escritora italiana Dacia Maraini, en la Casa Góngora Remedios Zafra aportaba lucidez al conflicto social de la precariedad en la cultura contemporánea. Maraini dialogó con la escritora y crítica literaria María Ángeles Cabré sobre las motivaciones de su escritura y la relación con su experiencia personal. La que fuera cautiva en un campo de concentración en Japón a mediados del siglo XX no concibe que literatura y vida aparezcan como conceptos separados. Su primera novela, La vacanza, fue publicada poco después de su llegada a Roma, donde no olvidó nunca que fue testigo de la tragedia de Hiroshima.



Las preocupaciones de Remedios Zafra orbitan sobre una perspectiva más actual y están recogidas en el libro El entusiamo, reconocido con el Premio Anagrama de Ensayo. La obra, que "no busca entretener o tranquilizar" según las palabras de la autora, fue el punto de partida de una conferencia crítica con las nuevas formas de capitalismo y su influencia en la actividad creadora. "Bajo la premisa neoliberal de cuantificar todo cuanto existe y reducirlo a datos, se diluyen las posibilidades de reflexión crítica en virtud de la productividad", advertía la escritora.



Todo cupo en la decimoquinta edición del consagrado festival Cosmopoética, la cita imprescindible con la poesía. Quizás Italia no fuera más que un pretexto para dar rienda suelta a los placeres. En cualquier caso, la pasión prometida fue tangible y elástica, pues se coló en los bares y en las plazas. En la vida de la gente, que no pudo esquivar la corriente poética desbordaba a lo largo y ancho de la ciudad de Córdoba.







@JaimeCedilloMar