Sergio Vila-Sanjuán. Foto: Lisbeth Salas
El día de Sant Jordi de 1997, el escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán se encontró a Jordi Pujol en una librería de Barcelona. Al preguntar al entonces presidente de la Generalitat por sus lecturas, este le habló del buen momento que vivían las letras catalanas y citó a varios autores en catalán. El periodista de La Vanguardia, hoy director de su suplemento Cultura/s, mencionó al futuro Premio Cervantes Eduardo Mendoza, también catalán pero de obra en castellano, que acababa de publicar libro, a lo que Pujol contestó: "No es lo mismo". "Aquello me hizo reflexionar", recuerda Vila-Sanjuán. "¿Qué quería decir aquello? ¿Que era de segunda categoría? ¿Que no era catalán?".Aquella anécdota fue el anzuelo que hizo a Vila-Sanjuán profundizar en su investigación de la historia de la cultura catalana en castellano, cuestión que siempre le había interesado, en parte por tradición familiar (su abuelo y su padre, también periodistas y escritores, nadaban con fluidez en las dos culturas lingüísticas catalanas). Había otro motivo de base: "Me chocaba que la cultura en catalán haya estado tan bien documentada en los últimos 40 años, con muchas enciclopedias y estudios subvencionados por las instituciones autonómicas, y en cambio no se hubiera publicado ningún estudio general de la otra tradición, la cultura catalana en castellano". Toda la información recabada por el autor en los últimos años ha encontrado cauce en Otra Cataluña. Seis siglos de cultura catalana en castellano (editorial Destino), cuya publicación ha precipitado la convulsa situación política catalana, en cuya radicalización ha jugado un papel muy importante precisamente la cultura.
"Cuando me puse a investigar en serio, vi que hacía más de cien años que nadie se había tomado la molestia de hacerlo", asegura el escritor. Su antecesor fue otro periodista de La Vanguardia, Miquel dels Sants Oliver, que publicó una serie de quince artículos para el diario barcelonés titulada "Escritores catalanes en castellano". "Desde entonces han pasado muchas cosas y se ha descubierto mucho material que hace un siglo no se conocía: material medieval y renacentista que los hispanistas han encontrado y que ahora nos permite reconstruir este hilo", continúa Vila-Sanjuán. "Es una tradición que viene a demostrar que la cultura catalana es una cultura en dos lenguas (tres si incorporamos el latín, que ya desapareció) y que ambas son enriquecedoras. Además esta cultura ha tenido un fuerte peso en la cultura española: esta no se puede entender sin la cultura catalana, igual que no se puede entender la cultura catalana sin esta tradición en castellano".
El autor de Otra Cataluña denuncia el menosprecio de la literatura catalana en castellano por parte de las instituciones autonómicas con un ejemplo muy elocuente: el Premio Nacional de Literatura de la Generalitat se concede únicamente a obras escritas en catalán, mientras que en el País Vasco se otorgan a obras escritas indistintamente en euskera o castellano. No obstante, de este abandono exculpa al Ayuntamiento de Barcelona. "En Cataluña, además de aquellos con vocación de aduaneros, de certificar lo que es catalán y lo que no, hay otra gente que entiende que la cultura catalana tiene que ser abierta e inclusiva y esta ha sido por lo general la visión del Ayuntamiento de Barcelona, que tiene mucho poder". El propio Vila-Sanjuán organizó para el consistorio en 2005 el Año del Libro y la Lectura, con centenares de actos en los que se integraban las dos lenguas, y dirigió junto a Sergi Doria el libro Paseos por la Barcelona literaria, que reunió a 200 escritores en catalán y castellano.
Vila-Sanjuán reconoce que después de la dura represión franquista del catalán, era urgente rescatar el idioma con la llegada de la democracia. "Aunque en los años 60 la cultura en catalán empieza a reaparecer con revistas, editoriales y escritores muy importantes, es un hecho que la represión había sido muy fuerte". Pero cree que en las siguientes décadas, desde el ámbito nacionalista catalán, "se lanzó una visión retrospectiva de la historia que no se ajusta a la realidad", según la cual antes de la guerra civil el catalán era hegemónico en todos los ámbitos de la sociedad catalana y que, por tanto, lo que había que hacer era recuperar dicha hegemonía.
Tradición en castellano desde el siglo XV
Lo que hace Otra Cataluña es desmontar esa teoría, repasando, como indica el subtítulo del libro, los seis siglos de cultura catalana en castellano. "Hay una tradición cultural catalana en castellano que es anterior al franquismo y anterior incluso a los Decretos de Nueva Planta de 1716, que es la otra fecha clave cuando se habla de represión del catalán". Esos seis siglos comenzaron en 1412 con la llegada al trono de la Corona de Aragón de Fernando de Antequera, de la casa Trastámara, y que ya en el siglo XV dio figuras como Enrique de Villena, Francisco de Moner y Juan Boscán.Por otra parte, antes de la guerra civil, durante el reinado de Alfonso XIII y durante la República, "el catalán tenía efectivamente mucho peso, pero se movía sobre todo en la alta cultura y en las universidades e instituciones, mientras que el castellano dominaba en la prensa y en el movimiento anarquista, que era muy importante, con figuras como Francisco Ferrer Guardia o Federica Montseny, y también en el teatro popular, o sea que esa lectura nacionalista de que antes de la guerra el catalán dominaba en todos los ámbitos es falso", abunda el autor de Otra cataluña. "Desde los núcleos nacionalistas radicales se oyen cosas como que el castellano es la lengua de los colonos, que es una lengua ajena a Cataluña. Ante eso hay que contestar que no, que el castellano es la lengua de escritores como Jaime Balmes, Antonio Capmany o Narcís Feliu de la Penya, gente que ha contribuido decisivamente a dibujar lo que se considera el carácter catalán: pactista, serio, con espíritu comercial y muy realista. Esta imagen la construyeron los autores de los siglos XVIII y XIX que escribieron en castellano", asegura Vila-Sanjuán.
Barcelona, capital editorial del castellano
Otro motivo fundamental para la presencia de la literatura en castellano en Cataluña ha sido la industria editorial. "La historia de esta tradición no puede desligarse de la fuerte tradición editorial barcelonesa, que arranca también en el siglo XV y en el XVI ya es mayoritariamente en castellano. Se trata de una de las principales aportaciones de Cataluña a la cultura española e hispánica, porque Barcelona se convierte en capital editorial y lo es a lo largo de los siglos hasta ahora. Desde 1550 el principal negocio de los impresores y editores barceloneses es el castellano, porque las normas de la antigua Corona de Aragón eran más laxas, podían imprimir más cosas y con menos problemas en Castilla, donde la Inquisición estaba más pendiente de lo que se publicaba", explica el periodista.La Renaixença, "el primer romanticismo español"
Cuando el castellano, en el siglo XV, se convirtió en el idioma de la corte y la alta sociedad en Cataluña (y por tanto de la literatura, siempre cercana a las altas esferas en aquella época), el catalán quedó en un segundo plano como lengua literaria, hasta el advenimiento de la Renaixença, un movimiento de exaltación de la cultura en catalán surgido durante el Romanticismo. "El romanticismo catalán es el primer romanticismo español, con una serie de figuras con un doble patriotismo. Por un lado recuperan la memoria medieval catalana, pero también exaltan el pasado medieval español. El caso más claro es el de Pablo Piferrer, un personaje apasionante que muere a los 30 años y que puso en marcha un proyecto que todos los bibliófilos del siglo XIX veneran, que es Recuerdos y bellezas de España".Por Otra cataluña desfilan, además de los mencionados anteriormente, autores del siglo XX como Ignacio Agustí, autor de Mariona Rebull; Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral; Terenci Moix, "que fue un buen amigo", Eduardo Mendoza o Carlos Ruiz Zafón. De los más antiguos y "olvidados", autores como Francisco de Moner, "un poeta atormentado que muere a los 30 años" y que escribió una Noche oscura del alma que transcurre en el castillo de los condes de Cardona; Joaquín Setantí, "autor de aforismos antecesor de Gracián con finas reflexiones sobre el poder"; o Antonio de Lofraso, un militar de Cerdeña que escribió una gran crónica de la Barcelona del siglo XVI. "Hay también dos rescates del siglo XX que creo importantes", añade Vila-Sanjuán. "Uno es Bartolomé Soler, novelista que tuvo mucho éxito antes de la guerra y que en los últimos años ha sido totalmente olvidado; y Federica Montseny, que antes de la guerra también publicó unas novelas de afirmación femenina y revolucionaria que merece la pena exhumar porque en este momento encajan muy bien en los debates sociales que estamos teniendo".
@FDQuijano