El encuentro ha contado con los traductores Samantha Schnee, Lisa Dillman, James Womack y Thomas Bunstead. Foto: F.D.Q.

¿Cómo hacer que el mercado anglosajón se interese más por la literatura española? Con esta pregunta sobre la mesa se han reunido este viernes en la sede de Acción Cultural Española (AC/E), en Madrid, varios agentes literarios y traductores de español a inglés. El encuentro se enmarca dentro del programa profesional del Festival Eñe y ha contado con cuatro traductores invitados: Samantha Schnee, Lisa Dillman, James Womack y Thomas Bunstead. Por parte de los agentes literarios españoles, han participado Ángeles Martín, Palmira Márquez (agencia Dospassos), Eduardo Melón Vallat, Beatriz Coll (RDC), Carina Pons (agencia Carmen Balcells) Laure Merle D'Aubigné (ACER) y Virginia López Ballesteros, así como el editor Julián Rodríguez, de Periférica.



El encuentro, convocado por AC/E y comisariado por la editora y traductora Ana Pérez Galván, sigue la misma línea iniciada el año pasado con otro encuentro similar entre periodistas literarios españoles y extranjeros. La pregunta, idéntica, y también la conclusión tras cuatro horas de charla: hay que fomentar más la traducción de libros españoles a lenguas extranjeras. Para ello, traductores y agentes literarios han coincidido en la necesidad de aumentar las ayudas a la traducción y simplificar su burocracia.



Las subvenciones del ámbito público las concede en España el Ministerio de Cultura (que financia el 100 % de las traducciones beneficiadas), y a escala europea, la Agencia Ejecutiva de Educación, Audiovisual y Cultura de la Unión Europea (que aporta el 50 % del coste). Casi todos los presentes en la reunión, alguno llevándose las manos a la cabeza, subrayan lo tedioso que resulta pedir estas ayudas tanto por una vía como por la otra. En el caso de las españolas, el proceso se convierte en una pescadilla que se muerde la cola porque, según explica la agente Carina Pons, hay que solicitar la ayuda teniendo el contrato de traducción con el editor extranjero ya firmado. En el caso de las ayudas europeas, aunque el proceso es aún más complejo, se divide en una serie de fases que permiten ir cerrando ese contrato a medida que se van superando etapas en la consecución de la subvención.



La escasa presencia de la literatura española en el mundo anglosajón (más allá, por supuesto, de Javier Marías y de superventas como Carlos Ruiz Zafón o María Dueñas) no depende solo, ni mucho menos, de la mayor o menor pericia de agentes y traductores a la hora de promocionarlos. Partimos de la base de que "los anglosajones son ciegos al resto del mundo", como reconoce Bunstead. De toda la literatura que se consume en el mundo anglosajón, solo un 4 % lo ocupan obras traducidas de idiomas extranjeros. Y la cosa ha mejorado: hace unos años era el 3 %. De hecho, Three Percent es precisamente el nombre de la web fundada por el profesor y activista de la traducción Chad Post, de la Universidad de Rochester (Nueva York), que es también el responsable de la editorial sin ánimo de lucro Open Letter Books, dedicada a la traducción al inglés de libros extranjeros.



Ante la pregunta de cuánto interesa, del 1 al 5, la literatura española en el mercado anglosajón, Schnee contesta con un fulminante 1. Pero aunque el terreno sea poco favorable, "debemos jugar con las cartas que tenemos", afirma Ana Pérez. Para Bunsted desempeña un papel decisivo la labor de promoción en el país de destino por parte de la editorial que traduce la obra al inglés. Dillman valora positivamente que algunas se animen a hacer pequeñas giras de promoción con la presencia de los escritores españoles que publican, pero las considera poco efectivas al contar raramente con la participación de los traductores, que son a su juicio quienes podrían promocionar mejor que los propios autores el interés que sus obras pueden tener para los lectores angloparlantes. Por su parte, Bunsted apuesta por fomentar los estudios introductorios al comienzo de los libros traducidos para proporcionar el contexto literario de sus autores.



Además de problemas y posibles soluciones, la conversación ha transitado por los gajes propios del oficio de traducir y promocionar autores españoles en el extranjero. Los cuatro traductores participantes han declarado su preferencia por las traducciones "de autor" sobre las literales y por trabajar en contacto con el autor de las obras, comunicación que en el caso de la agencia Dospassos es obligatoria por contrato, según ha explicado su representante en la reunión, Palmira Márquez. Samantha Schnee opina además que un traductor debe hacer también una labor de edición, adaptando el texto si es necesario para garantizar la comprensión por parte de los lectores anglosajones.



Local y universal

¿Qué esperan de España los lectores anglosajones? "Ojalá lo supiéramos", dice Pons. El resto de participantes en la conversación coincide en que es algo impredecible, y no pasa necesariamente por continuar la tradición que un país haya proyectado más allá de sus fronteras. "Los lectores no buscan en Rusia al próximo Dostoievski", opina James Womack. Como dice la agente Laure Merle D'Aubigné, "para que un editor esté dispuesto a pagar una traducción, la obra tiene que contar una historia universal pero a la vez local, algo que no se podría contar desde otro sitio". En este sentido, los presentes recuerdan el inesperado éxito internacional de Intemperie, el debut de Jesús Carrasco, una novela cargada de terminología del mundo rural español, todo un reto para sus traductores.



En el caso francés, los premios literarios son un gran altavoz capaz de captar la atención de editores y lectores extranjeros, pero "en España el problema es que hay demasiados premios", apunta Thomas Bunsted. "Es difícil saber cuáles son importantes y cuáles no". El problema, según el editor de Periférica Julián Rodríguez, es que en Francia se otorgan premios a libros ya publicados mientras que en España "durante el franquismo se inventó un sistema de premios a manuscritos para fomentar la venta de libros, ya que había que reconstruir una industria editorial arrasada por la guerra".



@FDQuijano