Juan Ramón Lucas. Foto: Fundación I. Gemio

Espasa. Barcelona, 2018. 472 páginas. 19,90 €. Ebook 10,99 €

Los estilemas decimonónicos, si se tratan con tiento, permiten desplegar los mejores recursos de lo canónico, que no deja de ser lo clásico. El amor más allá de la muerte y una protagonista apasionada que por carácter sobrevive a las zozobras de la miseria en la zona minera de Murcia -La Unión- son algunos de los atractivos de la novela de Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958). Añádase que los recuerdos de la protagonista, María Adra (María la Guapa), vienen pespunteados de lirismos y equilibrio.



En esta primera novela, Lucas se gusta en la remembranza de un cacique minero que dominó el campo de los metales entre Cartagena y el Cabo de Palos a finales del XIX: el Tío Lobo (Miguel Zapata). Sobre este olvidado tirano, el autor nos da documentada noticia y aparece en las páginas como la réplica a la protagonista, a quien unirá un inapelable lazo de sangre.



Con buena mano, fija Lucas las penas del tajo y a aquellos mineros andaluces que se quitaban las penas con cantares y licores de muerte y alpaca. La novela entremezcla una realidad palpable y una narración creíble sobre un tiempo poco famoseado en España. Con una lograda voz femenina, los personajes andan trazados con limpieza de apriorismos: la tragedia de María Adra queda bien cantada sobre un fondo epocal referido casi a ritmo de cartagenera. A pesar de algún racconto que despista, de descripciones reiteradas de la propia Casa Grande y de su maldición, hay un trabajo ímprobo de prospección en ese micromundo mineral de Murcia. Se citan las enfermedades de la inmundicia, y hay cierta habilidad en interpretar sin mentira a personajes que existieron; seres sobre los que el tiempo ha instalado una caricatura de miedo.



Lucas se sumerge con todo en las minas del sureste, y sus seres sufren y son reales, y se agradece el esfuerzo por novelar esos años duros de miseria, flamenco y pasiones desbordadas. Hay concesiones incluso al realismo mágico en el afán de la ópera prima. Es un Germinal: con aromas de chumbera y algún murcianismo necesario.



@JesusNJurado