Elena Medel, Antonio Gamoneda y Elvira Sastre

Los mejores poetas españoles han sido todos estos años amigos ciertos en horas inciertas y cómplices de El Cultural. Veinte de los más destacados, de todas las generaciones, empezando por los maestros Gamoneda y Caballero Bonald, nos regalan sus últimos inéditos para este aniversario.

Guía de perplejos

El conocimiento de la noche depara en días propicios unos fértiles rangos sensoriales. Las nunca traspasadas puertas de la razón se abren de pronto a un vasto predominio de saberes. Sombras presuntas, discontinuas sombras, circundan el reservatorio donde destella la develación. Allí están las palabras brotando como secreciones de lo oscuro, allí están los significantes tramitando sus últimos vislumbres sensitivos. Algo palpita, emerge de improviso al borde de lo no manifestado, propaga su iluminativa condición más allá de los verbos. Entre los pliegues de la noche se reescribe la vida.



JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD




Poema del sueño

En el sueño rueda una cabeza

-histórica, gigante-

de la cima hasta el pueblo.

La geografía no la reconozco

pero sí

el nombre. No

lo diré: estoy perdida

aunque antes he bailado

descalza, aunque antes he cambiado

mis zapatos con otra. Me espera

alguien a quien conozco,

muchos a quienes no.

El sueño comenzaba

con un amor difícil pero cierto.



ELENA MEDEL




Con

Con el amor precoz de los veranos

que guardo bajo llave en las escápulas,

con una honestidad imperturbable

y extraterrestre, siempre,

con todos los tesoros que no tengo

y con el canto dulce de la orilla,

con el pulso constante de las rocas

y con lo que no rima y con las cosas

que suenan demasiado y los silencios

que a veces sobrecogen,

y con una esperanza maternal

y con la piel y el pelo y con los ojos

de todos los pintores que han vivido.

Con la pura verdad y las mentiras,

con todo lo que quise ser un día

y con esto que soy hoy, te he querido.



BEN CLARK




No busques la salida. No hay entrada.

J.M. Caballero Bonald




¿En la vida?



Pero he aquí el laberinto,

que no hay futuro.

Un punto solo vaga

por todos los recovecos,

hilo rojo,

movimiento incólume,

melodía,

fuga fuera del mapa,

ajeno a espacio.



¿O son el desarrollo

y el final

una salida?



Girar, como la tierra, los planetas,

para volver a emerger

de las sombras...



¿Qué dijo en sus últimos días Galileo?

Que la Biblia "velaba"

el verdadero sentido de las cosas.



Así aplacaba a los inquisidores.



CLARA JANÉS




Bebo con un poeta americano

Don de la ebriedad, Claudio Rodríguez. / o tan mudo en la alcándara,

que en vano, Don Luis de Góngora. / medulas que han gloriosamente ardido, Don Francisco de Quevedo. /

Que tengas felices sueños, William Shakespeare.





Vengo a brindar con tu juventud. Traigo la copa labrada y el vino decisivo. Bebamos.

Su dulzor se ha logrado en esferas vivientes.



No seríamos nosotros (nosotros ciertamente en nosotros) sin haber compartido su

ebriedad luminosa; vagaríamos ebrios; apenas insomnes, apenas obedientes



a los signos vacíos.



Levanta, pues, tu copa. Bebe con ira y con dulzura, bebe por amor. Bebe por quien no ama;

bebe también tu pensamiento: tú mismo eres el vino



y la ebriedad.



Un día, gloriosamente derrotados, vamos a declinar los verdaderos pronombres: viviremos

en los desconocidos y ellos se reconocerán en nosotros. Pero ahora, pronúnciate:



Urde los verbos de los ofendidos y la semántica de los despojados. Arda tu lengua

en su conducta pánica; haya lenguas de fuego en los presagios, ardan largamente

en sus médulas.



Pero nuestra ciencia es esperar. La espera es esperanza. Siéntate en medio de las ruinas.



Hay un tiempo para la mirada. Habrás de ver lo invisible, discernirás el basalto,

resolverás, clandestina,



la geometría del relámpago.



Más tarde, en la colina del vértigo, vamos a crear el amanecer. Nosostros mismos

amaneceremos. Habrá amanecido, y aún sostendrán nuestras manos la centella del alba



y el argumento del rocío.



Bebamos entonces una vez más; celebremos la fundación de la luz. Advertirás que mi

ebriedad está en ti y tu ebriedad en mi, y que la luz se acoge a la pureza de la copa vacía.



Pero es tarde y estamos cansados: la música pesa en nuestros brazos. Brindemos solo

otra vez. Buenas noches, amigo mío. Descansa de ti mismo.



Logrado seas en tu paz nocturna. Que tengas felices sueños. Que el tiempo se pare sobre

tu lecho y tú no quieras despertar



porque tus sueños entran a su abismo y resuelves



la última incógnita.



En la vigilia de los continentes, bajo las águilas silenciosas, sucede así alguna vez: ávidas

tencas hienden las aguas; buscan



larvas incógnitas



en la última claridad de los lagos inmóviles.



ANTONIO GAMONEDA




La súbita verdad

Estaba releyendo a Emily Dickinson,

y me tomé un respiro al acabar

el hermoso poema en el que afirma

que es mejor que aparezca y nos alcance

sesgada y despaciosa la verdad,

pues si llega de frente y repentina

podrá cegarnos su excesiva luz.



Cayó la noche en la hora apaciguada.

Alcé la vista y miré hacia el cielo

desde mi cuarto. En él la luna llena

resplandecía y yo la vi de súbito

-no poco a poco ni de forma oblicua-,

en el cristal de mi balcón centrada.

Su belleza era inmensa, y su verdad

llenaba el mundo irrefutablemente.



La magnitud del imprevisto hallazgo

no hizo daño a mi pecho ni a mis ojos.

Viví con emoción el dulce encuentro.

Y mansa y pura y misericordiosa,

toda esa luz fue entrándose en mi ser.



ELOY SÁNCHEZ ROSILLO




1789

Eso es el amor: un ministerio

en agosto, vacío de burócratas,

sin ley en los despachos.

Y el deseo una caja de caudales

donde el tiempo cultiva la verdad.

Aquella sombra buena es el respeto,

la regalan los árboles

para que nos sentemos a besarnos.



Así la libertad:

alguien abre la puerta y ocupa un ministerio

y escribe la igualdad con sus verdades

reunidas poco a poco,

luna a luna,

en las conversaciones del escéptico

y en la fraternidad

de los que reconocen sus sombras y sus besos.



LUIS GARCÍA MONTERO




Frick colection

Me habría gustado ser, como él, filósofo.

Leer libros latinos y escribirlos.

Pensar otro país, donde los hombres

pudieran ser felices, uno a uno,

repartiendo su vida entre el cultivo

de la tierra, el descanso y el estudio.

Soñar una metáfora, inventar

en un libro de oro una palabra

para esa isla nueva, en griego antiguo.



Me habría gustado ser, como él, poeta

y profesor. Dejar para el futuro

un puñado de versos encendidos

en los que únicamente pido un poco

de sol. Tener alumnos. Escribir

cartas a mis amigos, y una carta

a mi universidad, narrar la vida

de alguien a quien admiro. Traducir.

Combatir la tristeza en un ensayo.



Me habría gustado ser primer ministro

de Inglaterra, tomar las decisiones

de gobierno a la vez con la prudencia

del que aspira a ser sabio y con la audacia

del poeta. Posar para un retrato

de Hans Holbein el Joven, revestido

de mi atuendo mejor, el que me pongo

para ir a ver al Rey o ya en mi estudio

para leer a Virgilio lentamente.



Me habría gustado merecer el noble

título de humanista, ser alegre,

gentil, bienhumorado. Y a la hora

de la verdad tener la valentía

de este hombre tranquilo que está aquí

en el salón más bello de una casa,

junto a la chimenea, mientras fuera

el viento helado de noviembre arrastra

las últimas partículas de oro



que ha derramado el parque por la Quinta

Avenida. Este hombre que eligió

morir igual que Sócrates y Cristo.



J.A. GONZÁLEZ IGLESIAS




Incansable

Aquí no pasa nada, salvo el tiempo:

irrepetible música que resuena, ya extinguida,

en un corazón hueco, abandonado,

que alguien toma un momento, escucha y tira.


Ángel González




Es sólo que el tiempo avanza,

como avanzan los trenes

en los raíles vacíos,

pero avanza también en quien no conozco,

en quien conozco y no distingo,

en quien distingo y no recuerdo,

en quien recuerdo y no conozco.



Es sólo que este tiempo que no es mío

crece a pasos agigantados sobre las canciones,

bajo las carreteras asfaltadas,

entre las palabras extranjeras,

dentro también de todo aquello

que no alcanzo a comprender.



Es sólo eso, mi vida,

este tiempo incansable,

y tus huellas que lo siguen,

y mis pies quietos, estáticos, incapaces,

deseando deteneros.



ELVIRA SASTRE




La sirena traicionada

La decepción ya no esconde

esencias misteriosas,

y es el simple rastro

del cinismo lo que duele.

Verlo pasearse por las llanuras

transformado en la presencia desleal

que lleva años respirando en su nuca.

Verlo vestido con las escamas viejas

que se pegan al mandil del pescadero,

verlo cubierto con la piel de las serpientes

que tanto se parece al artificio

de los versos amarillentos.



Alguna vez pensó

en maldecirlo con un grito

pero tuvo miedo

de apagarse por dentro

y volver a ser espuma.

No hay poesía

en el apetito silencioso

de los falsos amigos.



ANA MERINO




Poeta malgré lui

El maestro Platón hizo que su República

no aceptase poetas. Los juzgaba culpables

de lesa humanidad por urdir sus ficciones

lejos de la virtud, fuera de la verdad.

Yo opino lo contrario que Platón: para mí

la poesía linda con la Virtud y vive

dentro de la Verdad, humaniza a los déspotas,

mitiga las angustias del vivir, dulcifica

el dolor y traslada el alma de los débiles

a un mundo de coraje y de honor que engrandece

y amplía los confines de nuestra vil morada.

Y hablo de la poesía épica, que es la única

verdadera, aunque ahora pase por mal momento.

Y también, por qué no, de la gran poesía

que destilan los Diálogos de Platón, el hechizo

poético de su prosa. Porque, mal que le pese,

Platón no es solo un genio del pensamiento humano,

sino también un mago de la literatura,

pese a haber desterrado de su Estado ideal

a Homero y los poetas de su tribu.



LUIS ALBERTO DE CUENCA




De Pound a Eliot, en el más allá

¡Éramos tan distintos, ya

desde aquel pelo suyo engominado

y desde aquel mío salvaje

por el que se me iban las ideas

peligrosas, rebeldes,

mis versos como alambres eléctricos,

mis versos como rayos!



Cuando usted me pasó el original

de su The Waste Land

tuve la osadía de reducirle

a la mitad la extensión del manuscrito.

¡Pero luego usted fue tan cercano

y generoso con mi dolor,

cooperando para poder sacarme

del agujero aquel

del manicomio-criminal!

A mí acaso me perdía

el rigor necesario y extremado

que se debe tener

para ser un poeta verdadero,

pero su inteligencia

brillaba en el espíritu de algunos versos suyos,

como esquirlas de oro

que yo le respeté.



Discúlpeme,

me tocó cuando estaba en el mundo

ayudar mucho a muchos

en lo que pude.

Mas lo que hoy importa

ya sólo son sus versos y mis versos,

aquellos que aún se puedan salvar,

esas esquirlas del oro o lágrimas de sangre

contra el tiempo y la muerte.



¿También para mis versos

llegará la guadaña?



ANTONIO COLINAS




Fragmento V de aventura del cometa

Creadores que habéis olvidado la obra

y dormís para siempre. Pero a veces

alguno de vosotros se agita entre los sueños,

estiraza su brazo y es otoño en Turquía,

tose y llueven estrellas.

Dormidos que seguís creando el clima,

poetas sepultados,

si os hiciera cosquillas

¿no vendría de pronto el huracán?

¡Cantantes que escupisteis las montañas!



JOSÉ LUIS REY




Gavieras

Suele la vida obrar de modo innoble.

Gaviotas ahogadas en bodegas.

Piratas sucios neciamente al timón.

El fondo con su fango se sube a la cabeza.

En cubierta, nubes pisoteadas.

Costó tanto trabajo escalar mástiles.

El camino, gaviera, era la estela:

solamente destellos discontinuos.



La muerte es honda en medio de la ruta:

un puerto que decide no abrigar.

La vida está más viva y navegable

si traduce tu muerte

y da fe de horizontes que dejaste tensados

(el horizonte existe si unos ojos vivaces

lo sostienen tirante, imparcelable).

Partituras las hay de las canciones

molidas entre vientos

que susurran izadas en lo alto.

¿Queda algo vivo? Sí: la resistencia

que arguye la belleza

contra el grasiento escualo de la muerte.

De ese renglón seguido, el horizonte,

todavía regresan poetas y delfines.



AURORA LUQUE




Destrucción de los días

Muchos de los que amamos, ya nunca volverán.

Entre tú y yo, el vacío de lo que nunca hablamos.

Todo se va volviendo como desconocido,

uno no reconoce ni la propia ciudad.

Tan sólo el interior de casa guarda un aire

-y más aún si pongo aquella música-

en el que no me desoriento.

El amor nunca ha sido

para quienes lo encuentran fácilmente.

No son los hijos. El amor ahora

son los días destruidos.



JOAN MARGARIT




Mi vida es un vuelo de regreso a Madrid

Madrid es no tener nada y tenerlo todo

Ramón Gómez de la Serna




Hay ciudades que son un puñal por la espalda.

Hay ciudades que son la vida por venir.

Hay ciudades enfermas y ciudades inéditas.

Ciudades cuyo asfalto sabe a respiración.



Madrid es un amante inolvidable.

Un ejército dentro de la piel.

Madrid la libre y Madrid la cautiva.

La oscura. La espontánea.

La despótica.

El destino que nunca pregunta procedencia.



Madrid amordazada

Madrid superviviente

Madrid el rompeolas

Madrid ¡no pasarán!



Tan armoniosa y tan desafinada.

La ciudad donde siempre me espera algún motivo.

La ciudad donde nunca me olvido de volver.



RAQUEL LANSEROS




Poesía masculina (IV)

nunca le he pedido que me coma la polla

en todo caso

he empujado levemente con el borde de mis palmas

la barricada de su omóplato

levemente

sutilmente

nunca he sido demasiado sutil

para qué voy a serlo si me llamo hombre

si con el borde de las palmas de mis manos

ya ordeno levemente

opacamente

hazme caso balbuceo

sé líquida pienso

nunca le he pedido que me haga el amor

ni siquiera aquella tarde en cartagena de indias

después de que mis testículos se remojaran en la piscina

o de que mi hijo riera como nunca

entre salpicaduras de cloro

era la hora de la siesta y nuestras bocas olían a lulo

cómemela podría haber dicho

trágate mi polla dulce podría haber exigido

pero al final todo lo que mis manos sostuvieron

fue el cuerpo inquieto del niño

mientras ella le cambiaba el pañal

antes de darle un beso en la frente

y de que nos quedáramos los tres dormidos

semidesnudos en la gran cama de ese hotel

en el que nunca follamos

pero donde amé

levemente

torpemente

justo como ama un hombre



LUNA MIGUEL




Fragmento

CUANDO desaparezcan en el polvo

los ojos que miraron entre lágrimas

una vez y otra vez el rostro amado,

cuando ya nada quede de nosotros

sino nuestros alientos desleídos

en el diáfano mar del aire errante,

seremos un hermoso centelleo

en el mar matinal, las leves manchas

de sol bajo los pinos poderosos

que vieron a su lado ardor y anhelo.

Cuando no exista sino la ceniza

como memoria y condición del fuego,

otros ojos verán manchas y brillos

hasta llegar al dulce amado centro.



Será cuando la luz se haya extinguido,

cuando se descompongan cuerpo y besos.



ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA




Retrato

Esto es un hombre.

Lo tienes aquí, delante, frente a ti, sentado,

con los ojos heridos por las briznas de luz.

Pero no: ya estoy escribiendo luz, cuando no hay brillo,

sino una oscuridad

torácica en el fondo de los acantilados

de esta habitación, con techo bajo,

para ahogar el pulmón condensado en las ascuas.

Acepta su volumen de musgo mercurial

reptando por el tronco seco de la maleza.

Aprende a manejarlo,

a dejarlo anegar la estatura del cuello.

Haz astillas con él.

Aquí hay un hombre sólo porque parece que lo es.

Asómate a su cara. Distingue sus aristas,

recorre con los dedos sus grietas transparentes,

el último destello ahogado en la retina,

cubierto de hojarasca el grito mudo.

No te está invitando a ningún laberinto.

Aquí no habrá fulgor, ni viaje, ni un deslumbramiento.

No habrá revelación: aquí hubo un hombre.

Esto que estás mirando, alguna vez fue un hombre.



JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE




Final

Era más de medianoche

cuando llegué

a un anónimo y perdido hotel

de aeropuerto,

en Heathrow.



Alcancé mi habitación,

después de caminar

un interminable pasillo.



Números grabados en las puertas,

y detrás seres humanos.



Antes venías a verme.



Esta vez ya no lo hiciste.



Te estuve esperando largo rato.

Sentado en la silla de la habitación,

sin deshacer el equipaje.



Ha madurado tu muerte, pensé,

ha florecido en otro reino.

Han prescrito

tus venidas

de entre los muertos.



MANUEL VILAS