Elena Fortún, autora reivindicada en los últimos años por la investigadora María Jesús Fraga

Un debate analiza en el Instituto Cervantes la visibilidad de la literatura femenina con la presencia de la investigadora María Jesús Fraga, el editor Abelardo Linares, la escritora María Dueñas y María Fernández, de la productora de series como El secreto de Puente Viejo.

Que la mujer por fin ocupa un puesto de referencia en la cultura española ha dejado de ser noticia, afortunadamente. Pero nunca es tarde para rescatar la memoria y la obra de algunas escritoras aún desconocidas. Para ello, el Instituto Cervantes ha acogido el último acto del congreso internacional La mujer moderna 1900 - 1936: proyección cultural y legado digital, coordinado por la Universidad Complutense de Madrid: una mesa redonda bajo el nombre "Rescate y remediación de la mujer moderna" que reunió a la investigadora María Jesús Fraga, responsable del rescate de la obra de Elena Fortún; la escritora María Dueñas, autora del fenómeno literario El tiempo entre costuras; la directora de contenidos del Grupo Boomerang María Fernández, responsable del área de ficción; y el editor Abelardo Linares, especialista en la Edad de Plata de la literatura española.



Consciente de que es largo el camino por recorrer, Linares se mostró satisfecho por el reconocimiento que ostenta en la actualidad la mujer escritora de principios de siglo. Además, auguraba que "este camino seguirá su andadura". La investigadora Fraga no compartía el optimismo del editor de Renacimiento: "El canon sigue siendo patriarcal y mira con condescendencia al género femenino", subrayó. Pero el editor volvió a recordarle "el cambio profundo" que ha habido en la consideración de las mujeres. Tanto que, desde su punto de vista, es de lo poco reseñable en los últimos 18 años a nivel editorial. El dardo, y posiblemente el momento más tenso del debate, vino con la siguiente declaración del editor al referirse a las posibilidades comerciales de un autor desconocido: "Las ventas no están aseguradas y por eso las grandes editoriales no quieren saber nada. Afortunadamente, siempre habrá lectores que se preocupen".



Frente a Linares y Fraga, el "bando" de la mesa adscrito a la ficción de mujeres como producto comercial lo formaban María Dueñas, nombre capital del Grupo Planeta -la editorial que publica sus libros-, y María Fernández, al cargo de series televisivas como El secreto de Puente Viejo. La autora de Las hijas del capitán, precisamente una novela dedicada a mujeres valientes, replicó al editor por alusiones: "Mis lectores no son lectores al peso. Todos son igualmente válidos, más allá de los límites de formación y otro tipo de coyunturas". La directiva de Boomerang sí reconoció estar "al dictado de la audiencia" y "en la tele, la que manda es la mujer". Y añadió: "La gran novela de las mujeres acabó cuando llegaron a tener tantas libertades, pues una mujer que se enamora de otra ahora es menos dramático que antes". Desde luego, "ahora no tendría sentido escribir Madame Bovary", apostilló Fraga.



Mesa redonda "Rescate y remediación de la mujer moderna". Foto: Congreso La mujer moderna 1900-1936

Fraga, en el "equipo" vinculado al rescate de testimonios reales de mujeres junto a Linares, quiso dignificar la figura de escritoras como Matilde Ras, Carmen Conde o Elena Fortún, "una autora no lo suficientemente valorada" y, al mismo tiempo, culpable de su oficio como investigadora, tal y como reconoció. "Crecí leyendo los cuentos de Celia -personaje infantil protagonista de sus obras más reconocidas- porque su familia era más interesante que la mía", bromeaba. No menos revelador fue el testimonio de Dueñas acerca de su labor de documentación a la hora de abordar la escritura de sus novelas. "De todas las fuentes que utilizo, siempre que encuentro una veta en la que picar, suelen ser voces de mujeres", dijo. Y añadió: "Son meses de documentación muy rigurosa. A partir de ahí, construyes personajes que son ficción y hay que recrearlos, contextualizarlos en su época".



La literatura femenina y el canon

La autora de La templanza aludió también a su condición de mujer como factor imprescindible para introducirse en el género: "El hilo de complicidad entre mujeres ha existido y existirá siempre". Por otro lado, se lamentaba de que "algunas historias tan importantes queden en un lugar tan secundario". En esta línea, la investigadora Fraga insistió en la visibilidad femenina. Mientras que Dolores Romero, la presentadora, destacaba que "han tenido que pasar cuarenta años de democracia para que la voz de las mujeres sea firme", Fraga consideraba que esa evolución seguía siendo insuficiente. E interpeló al género masculino: "¿Por qué los hombres ahora no nos ayudan?", se preguntaba, si hasta los varones coetáneos de Carmen Martín Gaite respetaban su figura en aquellos años.



El canon fue el objeto de las reivindicaciones de la investigadora. No comprende "por qué no logramos interesarles" y tiene serias dudas sobre si "lo que van a enseñar a nuestros nietos" será diferente a lo que se enseña ahora. Se apoya en hitos editoriales contrastados: "Tuvo que llegar el siglo XXI y la literatura infantil especializada en mujeres, con un libro sobre Elena Fortún, cuando se ha dignificado este tipo de literatura, por supuesto no desde el canon especializado". Con todo, sí se mostró de acuerdo con Fernández, de Boomerang, en que movimientos como el "Me Too" han favorecido la atención hacia las mujeres, también en el plano literario. La cuestión es si los responsables tendieron esa mano porque no les quedara otro remedio.



La profesora Romero, muy pertinente en algunas preguntas, no supo atajar unos minutos valiosísimos en los que el contenido de la charla perdió interés cuando se enfangó en un debate estéril acerca del grado de realidad en las ficciones históricas. Resulta difícil pensar que al respetable le importara lo más mínimo "qué hay de verdad y qué de ficción en vuestras creaciones", que era la cuestión planteada por la moderadora. Tampoco anduvo precisa la profesora en el momento en que se sacó del tintero el asunto de la Memoria Histórica cuando nada hacía pensar que estuviera invitada a la fiesta. Ninguno de los ponentes consideraron que aquella ley hubiera "favorecido" el rescate de ciertas mujeres porque, en definitiva, no tiene nada que ver.