Una mujer lesbiana y con tendencias suicidas, joven, inteligente, e incapaz de empatizar con nada ni nadie, que vive alejada de una sociedad conservadora, convencional y alienante de la que se defiende a base de afilada ironía y de una envidiable capacidad de autoengaño. Esta es la irreverente y desinhibida protagonista de Permafrost (Random House), el debut novelístico de Eva Baltasar (Barcelona, 1978), autora previamente de más de una decena de poemarios, que con esta lúcida y desgarradora historia ha arrasado en Cataluña obteniendo el premio de los libreros y vendiendo más de 10.000 ejemplares. Una acerada crítica social a la felicidad ficticia y al mundo que nos devora cuyo eje es qué ocurre cuando por el permafrost, esa capa que nos protege, se infiltra "la duda, esa rendija por donde se infiltra el calor del mundo", dice la protagonista.
Pregunta. ¿Qué es el permafrost? ¿Todos tenemos de algún modo esa coraza que nos envuelve?
Respuesta. El permafrost son unas capas de tierra permanentemente congelada que hay en zonas muy frías e inhóspitas de nuestro planeta. En la novela es la metáfora que define a la protagonista, una membrana o coraza que la aísla a la vez que la protege de la realidad circundante. No sé si todos tenemos esa coraza, lo que sí sé es que, de tenerla, puede suponer un oasis, un refugio, un agarradero, un espacio de seguridad preservador de intimidad.
P. ¿Cómo se rompe y hasta qué punto es necesario hacerlo?
R. Creo que el permafrost es sensible al taladro de la duda. Cuando la duda penetra nuestra mente y se instala en cada una de nuestras células, el calorcito del dejarse llevar se nos infiltra por esa grieta y puede llegar a amodorrarnos. En ese momento, salir adelante venciendo la comodidad, con el convencimiento radical del corazón metido en cada acto, en cada decisión, es la única salvación.
P. ¿Cómo nace la protagonista del libro, qué la define y qué la motiva?
R. Nace de una voz interior y nace por sí sola, me coge, me rasga, se abre paso hacia el exterior atravesando mi propia carne, haciéndome sentir. La define la necesidad de vivir con intensidad, de sobrevivir a pesar de los embates de la contemporaneidad. ¿Qué la motiva? Ese algo de alimento con que, a veces, la lucidez nos consigue engatusar.
P. La soledad es un tema importante, la protagonista carece de empatía y es radicalmente crítica con una sociedad que ve como superficial y convencional, ¿dé donde cree que nace el rotundo éxito de crítica y especialmente de público?
R. Puede que de la honestidad que hay en su voz, puede que del ejercicio de meter esa voz en algunas de las llagas de la sociedad, y me gustaría que también de la belleza con la que he intentado fijar en el texto esa honestidad.
P. La novela trata tabúes como el suicidio, el lesbianismo, el sexo, la no maternidad o la dependencia de los barbitúricos, ¿parte del éxito radica en que la protagonista pone nombre a cosas que mucha gente no sabe cómo expresar?
R. Es posible, yo he tratado la novela como un mármol, sabía que sentimientos y pensamientos particulares y colectivos estaban ya ahí dentro, en la narración que esa voz me proponía. Lo único que he hecho es esculpirla mediante el lenguaje, dar expresión a ese contenido y maravillarme de la facilidad con que tantos lectores se han reconocido en ella y la han tomado con amabilidad.
P. En cierto sentido la protagonista se confiesa, se desnuda, ¿es esa brutal honestidad, a veces rayana en el humor negro, la única manera de tratar temas de este tipo?
R. Estoy convencida de que no. Sólo es una forma de hacerlo, la de la protagonista, que se corresponde con su personalidad.
P. Otro elemento central es la duda constante sobre todo, ¿qué papel juega la duda en nuestra vida? ¿Es un factor indispensable para romper ese permafrost que nos recubre?
R.¡La duda! Ahora mismo diría que la duda nunca surge sola, cerca de donde aparece la duda siempre anda el sufrimiento. El sufrimiento es consustancial a la vida, igual que el goce y el deseo, y su único antídoto es la paz. A mí me gusta ver en la duda una oportunidad para trabajar en el camino hacia la paz. ¡Y por supuesto que resquebraja el permafrost! Lo violenta, expone nuestra pulpa al exterior. En una frase: nos obliga a actuar. Ahí es donde la vida nos exige la talla de nuestra humanidad.
P. También destaca el protagonismo de la muerte en esas pulsiones suicidas de la protagonista, pero ésta va poco a poco acercándose a la vida, ¿son muerte y vida las dos caras de una moneda?
R. Caer en la dualidad es una buena forma de pasar el rato. Si de lo que se trata es de vivir con sentido y morir en paz, necesitamos un océano comprensivo donde sentirlo, pensarlo o hacerlo, nada más.
P. Más allá de los temas, es muy importante el lenguaje en la novela, lleno de imágenes muy plásticas y potentes, ¿qué papel ha jugado su andadura poética en la escritura de este libro?
R. Mi andadura poética es lo que me ha formado como escritora, por lo que me gustaría pensar que va a acompañarme a lo largo de toda mi vida, y no sólo como escritora. Trabajar el lenguaje con una actitud poética no sólo hacia el texto, sino también hacia la trama y la protagonista, ha sido lo que más he gozado de escribir esta novela.
P. Esta novela es la primera de un tríptico sobre distintas versiones de la mujer actual, ¿qué nos espera en los próximos dos libros?
R. Nos esperan dos mujeres muy distintas que toman la palabra y dicen y hacen y se atreven a cosas bellas y duras y honestas o deshonestas con ella.