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Hotel Florida, crónicas de whisky y obuses

Unas jornadas organizadas por Ámbito Cultural recuerdan el histórico establecimiento madrileño en el que se hospedaron los corresponsales extranjeros durante la guerra civil, como Hemingway, Dos Passos, Capa o Saint-Exupéry

18 enero, 2019 01:00

“Me despierto de repente con la garganta seca. Aún no es de día. Estoy acostado en una cama cómoda, en una habitación de hotel limpia y bien dispuesta, viendo el rectángulo color añil claro de la ventana. Me siento en la cama. De nuevo, el silbido agudo y creciente, el impacto estruendoso, el golpeteo de las tejas, el tintineo con el que caen los cristales rotos y los fragmentos de granito. Debe de haber caído cerca porque el hotel ha temblado”. Así empieza una de las mejores crónicas de la guerra civil española, titulada Habitación con baño en el Hotel Florida. La escribió John Dos Passos y se publicó en el número de enero de 1938 de la revista estadounidense Esquire.

En el hotel que describe, el Florida, se alojaron casi todos los corresponsales extranjeros que ejercieron su labor en Madrid durante la guerra. El edificio ya no existe, en su lugar se yergue El Corte Inglés de Callao, que en su espacio Ámbito Cultural rinde homenaje al histórico hotel la próxima semana con unas jornadas de mesas redondas y otras actividades, que coordinan los periodistas Alfonso Armada y Carlos García Santa Cecilia.

El lunes comienzan los actos con una lectura dramatizada de La quinta columna (1937), la única obra de teatro de Ernest Hemingway. El autor la escribió en la habitación 109 del Hotel Florida y en ella transcurre su trama, que tiene por protagonista a un álter ego del propio Hemingway, que en una atmósfera punteada por los bombardeos se debate entre el compromiso político y su aventura amorosa con otro personaje, a su vez trasunto de Martha Gellhorn, corresponsal con la que el escritor tuvo un romance y que en 1940 se convertiría en su tercera esposa. “Es una obra poco conocida de la que Hemingway acabó renegando”, señala Armada, que hará las veces de narrador y voz en off en una representación interpretada por periodistas y críticos teatrales como Rosana Torres, Javier Villán, José Luis Romo o Juan Ignacio García Garzón. A su autor no le gustó nada el montaje con el que se estrenó en Estados Unidos y después se ha representado en pocas ocasiones (una de las últimas producciones se estrenó en Londres en 2016). “La obra refleja algo de lo que se ha acusado mucho a Hemingway: el retrato demasiado simple o machista de los personajes femeninos, aunque recrea muy bien la atmósfera de miedo, fascinación y mitología que tenía la cobertura que hacían de la guerra los periodistas y escritores extranjeros”, añade el periodista.

Hemingway, que ya tenía estatus de estrella cuando llegó a Madrid para cubrir la guerra civil, fue el principal responsable de que todos sus colegas extranjeros se hospedaran en el Florida a partir de 1937. Antes apenas había nadie, porque todo el mundo creía que las tropas de Franco entrarían rápidamente en la capital durante los primeros compases de la guerra y la mayor prueba de ello fue la huida del Gobierno de la República a Valencia. “La gran noticia fue que Madrid resistió. Herbert Matthews, del New York Times, llegó en diciembre de 1936, y luego Hemingway, Gellhorn y Dos Passos, y a partir de abril de 1937 ocurrió la eclosión de corresponsales”, explica García Santa Cecilia, que fue el comisario en 2006 de una exposición dedicada a los periodistas extranjeros en la guerra civil española que de la mano del Instituto Cervantes recorrió más de veinte ciudades de todo el mundo. “Hemingway tenía mucho predicamento, era el que mandaba, pero el mejor era Herbert Matthews. A diferencia de Hemingway, al que le interesaba sobre todo la literatura y ligar, Matthews era muy riguroso”.

Además de los mencionados, en las habitaciones del Florida se hospedaron Robert Capa, Gerda Taro, André Malraux, Sefton Delmer, Virginia Cowles, Josephine Herbst, W. H. Auden, Henry Buckley, Nicolás Guillén o Pablo Neruda. El hotel vivió entonces una época de efervescencia (que también retrata la autora Amanda Waill en el libro Hotel Florida. Verdad, amor y muerte en la Guerra Civil) donde el ambiente festivo y el alcohol convivían con la tragedia cotidiana de la guerra, el pánico puntual de los bombardeos y la escasez. “Lo más fácil de conseguir en Madrid, a pesar de su alto precio, es el whisky; de modo que es la gran bebida-comida nacional con la que suelen subsistir los chicos al otro extremo de los cables”, escribió Dos Passos acerca de algunos de sus colegas.

Imágenes del Hotel Florida en los años 30

“Los libros que escribieron los corresponsales extranjeros coinciden en que el Florida era un cachondeo. Se montaban fiestas hasta las cuatro de la mañana y Delmer, por ejemplo, cuenta que un día llamaron a su puerta y entró en su habitación una chica desnuda corriendo, perseguida por un ruso”, relata García Santa Cecilia.

En la madrugada del 22 de abril de 1937 varios obuses impactaron contra la fachada del hotel, lo que provocó una estampida por los pasillos con huéspedes a medio vestir y que puso al descubierto la aventura de Hemingway con Gellhorn y tras la cual Antoine de Saint-Exupéry, el célebre aviador y autor de El principito, se puso a repartir pomelos durante un desayuno colectivo e improvisado.

Después del Florida durante la guerra española, en muchas otras contiendas posteriores ha sido habitual que un hotel concentre a la mayoría de periodistas extranjeros, como el Continental Palace de Saigón, el Commodore de Beirut, el Palestine de Bagdad o el Holiday Inn de Sarajevo, donde el propio Armada se hospedó durante su cobertura de la guerra de Bosnia, que rememoró en el libro Sarajevo (2015).

Antes y después

El hotel Florida fue obra del famoso arquitecto Antonio Palacios, autor de otros emblemas de la ciudad como la sede del Instituto Cervantes, la del Círculo de Bellas Artes y el Palacio de Comunicaciones, hoy sede del ayuntamiento. Se inauguró en 1924 y pronto se convirtió en un lugar de referencia en la vida social y cultural madrileña. “Era el hotel de los modernos”, dice García Santa Cecilia, una de las personas que más ha indagado sobre su historia. Allí, por ejemplo, se alojaba Unamuno cuando viajaba a la capital, García Lorca representó en uno de sus salones su obra El retablillo de don Cristóbal y en 1932 se celebró un banquete en honor de Clara Campoamor, que con su oratoria parlamentaria había conseguido meses antes la implantación del sufragio femenino en España. “También se puso de moda entre el público que iba al teatro, ya que inventó el concepto de ‘cena veloz' en la barra sin necesidad que tener que sentarse en una mesa”, añade el periodista.

Después de la guerra, el hotel volvió a tener actividad pero entró en declive. “Por supuesto a sus propietarios se lo quitaron por republicanos”, señala García Santa Cecilia. En los años sesenta, Pepín Fernández, propietario de Galerías Preciados, que ya contaba con un edificio justo enfrente del Florida (donde está ahora la Fnac), compra el hotel y lo derriba para construir el actual edificio, que albergó también Galerías Preciados hasta la absorción de la empresa por parte de El Corte Inglés.

Tras la lectura dramatizada del lunes, el martes se descubrirá una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo el hotel Florida. El miércoles se celebrará una mesa redonda sobre la actualidad del reporterismo de guerra, moderada por Armada y con la participación de los periodistas Plàcid García-Planas, François Musseau, Olga Rodríguez y Ricardo García Vilanova. Un día después, los fotógrafos Emilio Morenatti, Maysun e Isabel Muñoz rendirán homenaje a la profesión con el coloquio “Fotógrafos en primera línea. Homenaje a Capa y Gerda Taro”, moderado por Ana del Paso, autora del libro Reporteras españolas, testigos de guerra. Y el viernes otra tertulia tratará la confluencia de la literatura y la guerra con la participación de Carmen Posadas, Guillermo Altares, Manuel Rivas y Susana Fortes.

John Dos Passos, Joris Ivens, el torero estadounidense Sidney Franklin y Ernest Hemingway

José Robles y la ruptura de Dos Passos con Hemingway

También en el marco de las jornadas en torno al Hotel Florida se proyectará el viernes el documental Robles. Duelo al sol, de Sonia Tercero, sobre la desaparición del joven profesor español José Robles amigo de Dos Passos, durante la Guerra Civil. Después de la película, Ignacio Martínez de Pisón, que reconstruyó también el caso en su libro Enterrar a los muertos, participará en una mesa redonda sobre este tema junto a los historiadores Ramón Buckley y Martin Minchom.

Robles, que hablaba inglés, francés y ruso, ejerció de traductor para militares soviéticos enviados por la URSS para apoyar a la República y la hipótesis más probable es que, a pesar de sus servicios prestados y su apoyo incondicional a la causa republicana, fue asesinado por orden de Moscú porque sabía demasiado sobre sus planes militares. El caso acabó enemistando a Dos Passos y Hemingway. El primero quería investigar la muerte de su amigo, pero el segundo opinaba “que la vida de un hombre no podía poner en cuestión la causa de la República”.

Dos Passos y Hemingway participaron juntos en el guion del documental Tierra de España, dirigido por el realizador neerlandés Joris Ivens, que tenía el objetivo de alentar el apoyo internacional a la República. Pero tras la desaparición de Robles, Dos Passos, profundamente decepcionado, se volvió a Estados Unidos, y desde allí consiguió que la familia de su amigo pudiera salir de España. “Después Hemingway dijo que Dos Passos se había marchado muerto de miedo en cuanto oyó caer cuatro bombas”, afirma García Santa Cecilia, que en el documental de Tercero aparece junto al nieto de Dos Passos, que regresó a España intentando continuar las pesquisas de su abuelo.

@FDQuijano