Iván Repila. Foto: Aixa de la Cruz

Iván Repila (Bilbao, 1978) comenzó a escribir El aliado (Seix Barral) al poco de terminar Prólogo para una guerra (2017). "Lo empecé preguntándome si un hombre puede ser feminista", confiesa. Lo hizo, de hecho, pensando que no. Autor de grandes títulos como Una comedia canalla o El niño que robó el caballo de Atila, con un tono más distendido que en sus anteriores obras, el escritor plantea aquí la historia de un hombre de su edad que se considera la persona más feminista del mundo y que, cuando conoce a Najwa, una importante activista, decide llevar sus pensamientos hasta las últimas consecuencias.



"El descubrimiento que he hecho con el libro va más bien en la línea de mi forma de estar con el feminismo", reflexiona ahora el escritor. Con epílogo de Aixa de la Cruz -"fue idea suya"-, como homenaje al epílogo de El cuento de la criada, cuenta que su escritura, a nivel personal, no ha sido fácil. Para ello "empecé a establecer un diálogo continuado en mi vida privada y en mi vida íntima sobre esto. Sobre el feminismo, en primer lugar, pero desde luego, muy inmediatamente, sobre el machismo, sobre nosotros, sobre las cosas que estábamos haciendo bien y mal".



Pregunta. ¿Piensa como su protagonista que la única batalla trascendente en el siglo XXI es la de las mujeres?

Respuesta. Tal vez sí. Lo que pasa es que en la novela se dice de una forma más escueta y creo que podría matizarse y ampliarse si nos ponemos más teóricos. En el libro no quería ponerme excesivamente teórico y lo resumí así. A nivel personal se queda muy corto, habría que ampliarlo. No es la mujer, exactamente, son toda una serie de movimientos transversales que tienen que ver con el feminismo, como la mujer, pero también la cuestión de las personas transexuales, racializadas, homosexuales... Todo un montón de piezas de un puzle que creo que están dentro del feminismo y sí, creo que es la batalla más importante que tenemos que librar en el siglo XXI y de hecho creo que se está empezando a librar en las calles, pero todavía queda mucho recorrido.



P. ¿Y cree, como él teoriza, que habría que llevar a un siguiente nivel estas reivindicaciones feministas?

R. No escribimos para dar respuesta. Escribimos para hacernos preguntas. Esta es una cuestión que yo me hago y que la planteo en el libro. No tengo una respuesta para eso. Depende de cada uno. Habrá gente que sí defienda posiciones más activas de barricadas en las calles y huelgas indefinidas hasta que esto cambie y habrá otros que defiendan posiciones más pacíficas.



"Va dirigido a hombres que siempre han creído que no eran machistas, que ellos eran el "buen aliado" de las mujeres y a los que les falta mucha autocrítica "

P. ¿Quiénes son los aliados a los que alude el título?

R. "Aliado" es una palabra que creo que se ha quedado antigua. Es una palabra en la que hemos vivido mucho, durante muchos años, muchos hombres que nos decíamos aliados del feminismo cuando en realidad estábamos en una posición muy cómoda de no pelear, de no interesarnos y de no participar de su debate teórico. No leíamos textos importantes para comprender las diversas ramificaciones y complejidades del feminismo y simplemente nos conformábamos con decir que éramos aliados, porque estábamos a favor de la igualdad, sin ningún tipo de acción proactiva. Ha sido un error nuestro, grave, de dejación de funciones y de desinterés y eso ha permitido también una especie de machismo subyacente en la gente de mi generación. No con picos de maltrato, sino un machismo de base que permite ciertos abusos verbales, desprecios, percibir que el universo femenino es algo que no nos interesa.



P. De hecho, es un libro que tiene mucho que ver además con nuestras propias contradicciones, ¿eso es algo que planificó o surgió a medida que lo fue escribiendo?

R. Ambas cosas porque me parece imposible, en estos tiempos, que alguien sea completamente intachable. Creo que todos somos contradictorios, algunos más, otros menos. Habrá gente en el ámbito de los machismos y micromachismos que pueda sentirse orgullosa de su comportamiento, pero la gran mayoría de personas, tanto hombres como mujeres, tenemos esas incoherencias. Esto es inevitable porque nos hemos criado en un mismo sistema patriarcal que ha incidido en determinados comportamientos y que ha permitido que seamos de una forma determinada. Claro, la lucha, la tensión entre tu identidad, cómo has llegado a los cuarenta años, como es mi caso, creyéndote "bueno", creyendo que hacías las cosas bien y de repente resulta que no. Que has sido un machista, un miserable, un ruin y un injusto muchas veces. La tensión entre eso, entre lo que tú has sido y lo que realmente te gustaría ser, provoca necesariamente que tengamos unas contradicciones horribles y dolorosas y creo que es que tiene que ser así. Si no nos duele darnos cuenta de esta contradicción y vivir en ella es que no estamos realmente tomándolo en serio, sospecho.



P. ¿Y a quién diría que va dirigida su novela?

R. A un lector bastante amplio. Tal vez a las personas más especializadas en cuestiones de género, más del mundo académico, periodístico o intelectual, les pueda parecer un libro de machismos muy básicos o de primero de feminismo. Fuera de esas personas, va dirigida al resto, que es la gran mayoría de la gente, por desgracia. Especialmente va dirigido a hombres que siempre han creído que no eran machistas, que ellos eran el "buen aliado" de las mujeres y a los que les falta mucha autocrítica, mucha revisión de la historia personal, de quiénes somos, de qué hemos hecho y de cómo nos hemos comportado. Si de verdad hemos sido buenos feministas, que yo creo que la respuesta es que no. De eso va este libro. Ahí me siento bastante cerca del protagonista. Un hombre que siempre ha creído que estaba del lado bueno de la balanza y no. Era un feminista de lunes a viernes pero luego el fin de semana sigue siendo un baboso con sus amigos o permite actitudes machistas, quitándoles importancias.



P. Escribe Nadal Suau en su crítica de El aliado que es la novela definitiva que debe leer cualquier hombre que de verdad aspire a decir que es feminista, ¿la escribió con cierta intención didáctica?

R. Creo que ese es el debate que tenemos que tener todos. Los hombres que nos creíamos feministas no hablábamos nunca de feminismo. Quiero decir, hemos empezado a hablar de eso ahora. Hemos empezado a leer libros sobre la materia ahora. Menudo chiste, ¿no? A mí hay un montón de temas que me han interesado, sobre los que he buscado cosas, he comprado libros y he visto películas. El feminismo lo daba por hecho. ¿Yo había leído alguna vez a Kate Millett y a las teóricas del movimiento? Jamás. Y como yo, otros muchos hombres. Gente de mi cuadrilla que puedo considerar hombres buenos pero que hemos incurrido todos en los mismos deslices. Hemos sido unos vagos. Hemos sido muy poco proactivos, hemos agachado la cabeza cuando hacía falta agacharla y hemos restado importancia a comportamientos que eran reprochables muchas veces. Ya es hora de tomar las cartas. No tengo aspiraciones a que este libro enseñe nada pero sí que fomente ese debate. Un debate en la sociedad y entre los grupos de hombres, que somos muchos, que se nos ha olvidado hablar de estas cosas que damos como por supuestas.



P. A lo largo de sus páginas, su protagonista se cuestiona su propio feminismo. Durante su escritura, ¿le pasó algo similar?, ¿cómo vivió ese proceso?

R. Mal. En serio, mal. He sufrido. He tenido discusiones con mi pareja. Me he enfrentado a ella sin razón. He descubierto mis contradicciones y mis errores tarde. Lo he pasado mal. Mal de sufrir. De "qué bien me lo paso escribiendo pero lo que estoy descubriendo de mí mismo no me está gustando". Mientras la escribía iba jugando al mismo tiempo con elementos de ficción y de mi vida real y se mezclaban ambos. Hay piezas en común, donde el personaje ha tenido algunas revelaciones o ha sufrido que no te voy a decir que yo no las haya experimentado también.



P. Para El aliado emplea un registro más cómico que en sus novelas anteriores, ¿por qué ese cambio?

R. Es comedia, en parte. El tono sí tiene algo de humor pero hay partes que yo creo que no tienen ninguna gracia. Son más duras. Se pierde la sonrisa. Es cierto que me gusta mucho cambiar. A cada libro le corresponde una propuesta narrativa distinta en función de lo que quiera contar y de cómo lo quiera contar. Para este, pensé que utilizar un tono, quizá no tanto de comedia, pero sí más ágil que, por ejemplo, en el libro anterior -Prólogo para una guerra-, que era mucho más denso y más metafórico, me parecía adecuado. Sobre todo, si mi intención era señalar una serie de defectos y hacer una crítica fuerte y dura y establecer una serie de denuncias, me resultaba que era más interesante.



P. En todos sus libros plantea cuestiones que se nota que le generan cierta inquietud, ¿concibe la literatura de otro modo?

R. Es verdad que la concibo así. Casi todos mis libros son preapocalípticos donde aparecen temas que están en el mundo en el que vivo y que me preocupan. Igual dentro de diez años me dedico a los divertimentos semánticos pero, en principio, lo que me interesa hacer a nivel literario siempre es esto. Trabajar con los temas que me preocupan, con los temas que me rodean, que rodean a la gente con la que convivo.



P. De hecho, los lleva hasta el extremo…

R. Empezamos a ser muy pocos los que escribimos ficción, porque ya todo el mundo escribe autoficción o autobiografía. Creo que la ficción es uno de los pocos espacios donde todavía se nos permite estirar, no digo hasta el esperpento como Valle-Inclán, pero sí estirar las posibilidades del realismo hasta lugares que permitan hacer preguntas más radicales. Yo intento dejarlo siempre en el lugar previo a que se rompa. Luego, me saldrá peor o mejor, pero siempre trato de buscar esos límites, justo antes de la caída, donde una historia todavía puede ser realista, que no digo verosímil. La verosimilitud es algo que no me interesa.



@mailouti