J. M. Guelbenzu
En O calle para siempre (Destino) José María Guelbenzu (Madrid, 1944) prepara la mudanza de su jueza más querida, Mariana de Marco, que se traslada de la ciudad de G. a Madrid por primera vez desde que publicó No acosen al asesino. Un paso que más que un avance se acerca a una despedida. Aunque nunca se sabe, la décima será, dice el autor, su última novela de esta saga que empezó en 2001 y hoy alcanza su número nueve.Para ello, vuelve a un contexto que ya había utilizado antes en El cadáver arrepentido (2007). "El ambiente de las bodas me encanta, me parece que dan un juego tremendo -analiza el escritor-. Es una boda de gente bien, de burguesía acomodada, que me gusta más por puro costumbrismo". Esta es la excusa perfecta para que su personaje regrese a la capital y se vea envuelta en mitad de un asesinato donde alguien tratará por todos los medios de impedir el enlace.
Pregunta. Han pasado 18 años desde que escribió su primera novela policial, protagonizada por Mariana de Marco, ¿cómo ha evolucionado su personaje?
Respuesta. Al principio, era una persona que venía muy traumatizada y muy tocada por su vida anterior. Ahora ya es una dominante que maneja a todo el mundo como le da la gana, hay una evolución muy clara hacia un personaje mucho más positivo. No es como todos estos directivos y jueces que son unos cenizos, que no creen en nada, ni en la justicia, ni en la familia, ni en nada. Ella sí tiene creencias firmes pero con una flexibilidad a la hora de juzgar que parte de la idea de que el reo también es una víctima. Y al mismo tiempo es alguien que ha tenido que hacerse un sitio en un mundo fundamentalmente masculino, estamos hablando de 1999, por lo tanto es una persona muy enérgica de carácter, muy valiente y muy dura. Ha tenido tiempo de endurecerse mucho y de romper con la fragilidad con la que empezó.
P. Siempre ha mencionado que la décima sería su última novela protagonizada por ella, pero ahora que se acerca el momento, ¿le da pena despedirse?
R. Sí. Pero no lo sé. A lo mejor no puedo. En principio mi intención es despedirme en la última novela y cerrar. Dejar un par de años y si no puedo resistir, a lo mejor me lo pienso. Es que el cambio de ambientes es muy importante. No es lo mismo ser jueza en una ciudad pequeña que serlo en Madrid donde está el cogollo de la política judicial. No solamente la política en general, sino la judicial. Y eso obliga a meterla en otro tipo de problemas, porque una juez de este tipo acaba encontrando un camino y ese camino le va a meter en un mundo de luchas por conseguir el poder que complica muchas cosas. Entonces no sé si estoy preparado para meterme en ese mundo o no, lo confieso humildemente.
P. ¿Por qué no dio ese paso hasta ahora?
R. Alguna vez pensé en llevármela de la ciudad donde estaba. Entonces algunos amigos, Javiar Marías por ejemplo, me dijeron que no la sacara de ahí, que ese es su terreno. Y les hice caso. Lo que pasa es que llega un momento en que empieza a resultar un poco abrumador el lugar donde se encuentra, aparte de que estoy cargando de crímenes a la ciudad de Gijón. He tenido que dar el paso y lo he dado. Puede ser el paso de la despedida, más que de la continuidad.
P. ¿Y cómo es ese Madrid con el que se encuentra su protagonista?
R. Es el actual. Estupendo, modernizado. Ya no es la ciudad cateta que era antes sino una ciudad muy cosmopolita, sobre todo muy abierta. Lo que más le gusta ahora de esta ciudad es que es muy abierta, no pone pegas a nadie, integra a todo el mundo, no es monumental pero es muy cordial y recibe a cualquier persona venga de donde venga. Es como se si hubiera producido un trasvase. Barcelona antes para los madrileños era Europa, y ahora Madrid es Europa y Barcelona se ha provincializado mucho.
P. Son muchos años escribiendo sobre este personaje, ¿le une a él un vínculo especial?
R. Sí, es una relación virtual pero he tratado de no ser demasiado cariñoso y ser exigente con el personaje porque eso es lo que le da vida realmente. Al mismo tiempo hay una relación de simpatía, de simpatía inevitable, que eso a su vez hace que me cueste mucho más cuando tiene que meterse en un lío. Eso es lo que tiene que hacer cualquier autor, evitar querer a su personaje porque lo mata, ahí lo mata. Un personaje da lo mejor de sí mismo cuando está en una situación dura, extrema, como en la vida nosotros.
P. ¿Tiene pensada la despedida?
R. Sí, ahí es donde espero dar la gran sorpresa y hacer la gran contribución a la novela policíaca. Con una variante de estructura, de organización de novela... Espero, la idea la tengo clara, vamos a ver si la consigo.
P.¿ Y es algo que siempre supo o qué ha surgido con el tiempo?
R. Lo único que estaba fijo es que quería que fuese de gente amante de las plantas y con crimen dentro del jardín botánico. Nada más. Pero ha sido dándoles vueltas ahora cuando he encontrado la estrategia de cambiar las convenciones tradicionales de la novela policial de intriga.
P. Le dedica su novela a Fernando Savater, ¿por alguna razón especial?
R. Por lo que se dice en la dedicatoria, porque somos aficionados los dos desde niños a las carreras de caballos y porque también somos los dos muy aficionados a este tipo de novelas policíacas. Fernando es uno de los amigos más generosos que yo he tenido. Es un pequeño homenaje a una persona tan valiente como él.
P. ¿En qué situación se encuentra el género policial en la actualidad?
R. Está fatal. En estos momentos ya no existe. El género llamado de crimen y de misterio, de intriga, creo que en estos momentos es minoritario dentro de la novela policíaca. Ahora lo que funciona es la novela negra. Cuanto más sangrienta, mejor, y a mí eso es algo que entiendo que funciona mejor en el público pero ni me interesa ni creo que busque un lector particularmente atento fuera del morbo que causan esos temas.
P. ¿Y algún autor le ha sorprendido gratamente?
R. De los recientes, no. El único que me parece muy interesante, aunque me parece demasiado sociológico, es Dennis Lehane, pero porque me parece un excelente escritor. De los españoles, tengo mucho aprecio por Lorenzo Silva. Pero soy un gran lector de novela clásica y, si es de novela negra, del nacimiento, de Hammett, Chandler, Mcdonald...
P. En términos generales, podría decirse que escribe una media de un libro por año, ¿cómo lo consigue?
R. Porque estoy jubilado -bromea-. Antes lo hacía con el viejo truco de quitarte tiempo al sueño o a lo que sea para poder escribir porque tenía otro trabajo. Desde que me hice autónomo y entré en el mundo de la jubilación, a pesar del maltrato al que somos sometidos por la seguridad social los escritores, digamos que dispongo de más tiempo. Y hay que estar ocupado. Pero eso no significa que cada año escriba un libro. En estos momentos yo tengo escritas dos novelas de literatura y están ahí esperando, porque he tenido tiempo para escribirlas pero les voy a dar salida en el momento oportuno. Una de ellas me ha llevado tres años y la otra dos. Las sigo todavía retocando. Las policiales, en cambio, no. Me suelen llevar un año prepararlas y otro escribirlas.
P. ¿Las guarda por alguna razón?
R. Las tengo guardadas porque las reglas del comercio dicen que una novela al año es noticia y la segunda ya no lo es. Si yo fuera Megan Maxwell no tendría ningún problema en sacar una novela cada seis meses. Pero es que el club de fans de Maxwell solicita más...
P. ¿Considera que el panorama español actual se encuentra en un buen momento?
R. Yo creo que sí, pero con pocos nombres. España es un país que hasta ahora no ha tenido tradición de novela. Ha tenido tradición de poesía, eso sí, siempre, de todas las épocas, pero no de novela. Por eso se nota mucho con la literatura británica. Los novelistas ingleses de tercera categoría escriben mucho mejor que los de segunda españoles. Pero claro, es la tradición de escribir. Entonces aquí lo que falta es esta tradición que puede estar construyéndose en estos últimos veinte o treinta años.
P. Menciona la tradición poética española y no sé si ha tenido la oportunidad de leer algún joven poeta últimamente, ¿qué les parecen las nuevas generaciones?
R. No los he leído. Como lector de poesía me he quedado en mis aficiones ya establecidas. De gente nueva, a veces, ocasionalmente, leo algo. Últimamente había descubierto a uno que se llama Jorge Jiménez, que me llama mucho la atención, Mariano Peyrou, me parece un excelente escritor, pero vamos mis grandes ídolos van en cuanto edad, de Olvido García Valdés para arriba.
P. ¿Y qué hay de sus próximos proyectos?
R. El año que viene publico. Es uno novela satírica, como fue la última mía. Yo cambié completamente de escritura, yéndome hacia la sátira y si acaso al esperpento, en Los poderosos lo quieren todo, tras esa, esa línea satírica me ha interesado cada vez más. Esta está también en esa zona de sátira y de humor. Se titulará En la cama con el nombre apropiado.
@mailouti