Javier Muguerza. Foto: editorial Plaza y Valdés

El filósofo Javier Muguerza (Coín, Málaga, 1936) ha muerto este miércoles en Madrid a los 82 años. Fue uno de los autores españoles más destacados de su generación en el campo de la ética. Fue catedrático de esta materia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) entre 1979 y 2006 y, posteriormente, profesor emérito de dicha universidad.



Antes fue catedrático de Fundamentos de Filosofía de la Universidad de La Laguna (Tenerife) y de Ética y Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona. También dirigió en los años ochenta el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Además fue profesor de la Universidad Autónoma de Madrid desde su creación y durante varios años.



Discípulo de José Luis López Aranguren y José Ferrater Mora, entre sus obras destaca La razón sin esperanza, Desde la perplejidad: ensayos sobre la ética, la razón y el diálogo o La alternativa del disenso. En 1990 fundó la revista Isegoría, dedicada a la filosofía moral y política.



A lo largo de su carrera dirigió varias tesis doctorales de filósofos como Javier Gomá, Amelia Varcárcel o Juan Carlos Velasco. También tradujo al español las obras de Bertrand Russell y en sus obras abordó el pensamiento de Kant y dialogó con las teorías de Habermas.



De la lógica a la pragmática

En los años sesenta, Muguerza se doctoró en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid con una tesis sobre Frege, un lógico matemático de enorme influencia a principios del siglo XX. "En una época en la que estaba de moda el existencialismo y autores como Heidegger y Sartre, y aún muy vigente la escolástica en España, Muguerza trata de ir a los rudimentos de la filosofía de la ciencia y la lógica, lo cual demostraba el trabajo duro y arduo de un filósofo con una sólida formación", señala Javier Gomá, uno de sus discípulos. Después adoptó un enfoque más aplicado al pasar de la lógica y el estudio del lenguaje abstracto al positivismo lógico. "Fue uno de los grandes embajadores de la filosofía analítica en la filosofía española de los años 70", continúa el autor de la Tetralogía de la ejemplaridad.



Por último, Muguerza dio un salto definitivo a la pragmática. "Los filósofos analíticos nos preocupamos de pensar qué entendemos por bien cuando decimos bien. Pero Muguerza se interesó por cómo practicarlo de hecho. Entonces destacó con su "teoría del disenso". En un momento en el que la sociedad hablaba del consenso como un bien supremo, él "alertó de los problemas que acarrea y de la necesidad de mantener el carácter subversivo y resistente del disenso", opina Gomá.



"Aunque fue un maestro por sus obras, sin embargo su obra escrita tiene algo de incompleta", añade el filósofo. "Desde que lo conocí, hace más de 20 años, prometió libros que luego nunca publicaba. Creo que llegó a comprender que su verdadera obra maestra era su propia personalidad, de una maestría casi socrática. Se convirtió en un rey Midas de la amistad: todo lo llevaba al terreno de la amistad, incluso la filosofía. Conmigo fue extremadamente generoso y su manera de tansmitirme conocimiento no era mediante cursos o seminarios, sino con reuniones periódicas a mesa y mantel".