Ilustración: Ajubel
Los datos parecen justificar el optimismo. Mientras algunos expertos creen que este año la facturación volverá a multiplicarse, superando los siete millones de euros, los principales grupos editoriales anuncian planes de crecimiento y expansión y las productoras independientes aumentan sus lanzamientos convencidas de que en muy poco tiempo va suponer el diez por ciento del mercado editorial.
En realidad, dicen, no hay más que mirar a Estados Unidos, donde el audiolibro es el segmento de más rápido crecimiento en la industria editorial digital, con ventas que superaron en 2018 los dos mil quinientos millones de dólares, con un aumento del 22 por ciento en las ventas y del 33 por ciento en la producción de nuevos títulos. No es sólo que el 26 por ciento de la población estadounidense haya escuchado un audiolibro en los últimos doce meses, es que el 48 por ciento de los audiolectores son menores de 35 años, y el 54 por ciento, de 49. Y han disfrutado de un promedio de 15 libros en el último año.
"Las ventajas de la suscripción son claras: si una historia no te gusta, puedes escuchar otra. Es muy flexible", Alex Gibelalde
Hace unos meses, Markis Dohle, líder mundial de Penguin Random House, aseguraba en el II Fórum Edita de Barcelona que en “cinco o siete años” habría más audiolibros que ebooks en el mundo: “En España les cuesta creerlo porque aún no ha arrancado, pero es el sector con más desarrollo -dijo Dohle-. Escuchar cómo nos cuentan una historia nos acerca a la experiencia primigenia, a cómo empezaron las narraciones, nos hace pensar en la voz de nuestros padres”. Su éxito, insistía, es imparable.
Un Harry Potter sin magia
Sin embargo, la historia del audiolibro en España es un cuento largo y no tuvo siempre final feliz. En los años 90 varias editoriales que se adelantaron a su tiempo (o llegaron muy tarde al éxito setentero de los casetes) lanzaron ambiciosos audiolibros. Así, por ejemplo, Alfaguara editó obras de Pérez-Reverte leídas por José Sacristán, y relatos de Javier Marías declamados por él mismo, sin éxito, quizá porque para oírlos resultaba imprescindible tener un casete (en los 80) o un CD (años 90). Resultaba incómodo, las cintas no paraban de enredarse y tampoco había mucha oferta de contenidos, menos de 200 audiolibros que sobre todo eran clásicos contemporáneos ya de dominio público y cuya producción a duras penas podía compararse con la de las obras que las radios convencionales ofrecían habitualmente de manera gratuita, interpretadas por su propio elenco de actores. Casi veinte años después, en 2003, Salamandra se atrevía a lanzar 25.000 copias del audiolibro de Harry Potter y la piedra filosofal, el primer título de la serie, en ocho CDs nada menos. El problema es que además de intervenir en la elección de las voces en castellano y catalán, la autora, J. K. Rowling, prohibió que se añadieran elementos musicales o efectos de sonido, exigiendo que se respetase íntegramente la versión traducida de la novela, lo que precipitó la empresa al fracaso. De los 24 CDs inicialmente previstos con las cinco novelas de Potter que hasta entonces ya se habían publicado nunca más se supo.
Tras ese intento, los editores de España se convencieron de que nunca habría un mercado de audiolibros en español, “y por eso iban a ferias como Frankfurt, Londres o Nueva York a comprar derechos en papel y luego en formato digital, pero nunca solicitaban los derechos en audio debido a esa leyenda urbana de que nunca jamás habría una mercado de audiolibros en nuestro país...”, recuerda Javier Celaya, experto en edición digital y socio fundador de Dosdoce.com.
"Contamos con actores como Juan Echanove o Israel Elejalde para enganchar al audiolector". Iria Álvarez
Veinte años después el panorama es radicalmente distinto. Para empezar, nos hemos acostumbrado a utilizar el móvil para casi todo, también para leer, prejubilando tabletas y PCs, y recurrimos al streaming para consumir cultura (con perdón). Laura Guilera, gestora editorial digital del grupo Planeta, apunta que ante todo ha cambiado el entorno y que lo digital “está facilitando el acceso a los audiolibros con una rapidez y comodidad nunca vistas. Hoy en día los audiolibros se consumen básicamente a través de aplicaciones móviles, lo que provoca que siempre los tengamos disponibles, y los podamos escuchar con los auriculares, con un altavoz bluetooth o incluso a través de los smarts speakers”.
Además, también se ha multiplicado el número de títulos disponibles y lo más importante, “plataformas como Spotify, Netflix, HBO, entre otras, han creado en los últimos años en nuestro país una cultura de suscripción que permite que los audiolibros tengan una mayor aceptación en nuestro país”, destaca Celaya. Ahora bien, todas estas facilidades no son nada sin un cambio cultural mucho más profundo. Se trata, señala José Antonio Millán, ex director del Centro Virtual Cervantes y que en mayo dirigirá un encuentro sobre el audiolibro, de que el audiolector “tenga motivos para cambiar su tempo propio de lectura y su voz interior por algo ajeno (aunque pueda ser muy bueno)”.
Una de las razones para incentivarla podría estar en el talento o del atractivo personal del intérprete del audiolibro. Imaginen escuchar el audiolibro de Mi historia, las memorias de Michelle Obama, locutado por ella misma, como en la edición norteamericana. Allí es posible disfrutar de Paul Auster declamando su Cuaderno Rojo o el Cuento de navidad de Auggie Wrenn, a Stephen King aterrorizando al audiolector, a veces con obras que no se han publicado en papel, o a Richard Ford, William Boyd, Salman Rushdie, Morgan Freeman, Tom Hanks, Derek Jacobi o Susan Sarandon como intérpretes de obras propias o ajenas.
Los costes de un audiolibro
Producir un audiolibro hoy en España tiene un coste variable aunque puede oscilar entre los 3.000 y los 6.000 euros dependiendo de factores como los derechos de audio del mismo, la extensión, la producción, narración, locución y revisión y puede suponer entre seis u ocho semanas de trabajo. Y como no siempre el autor puede (o tiene tiempo o talento) para locutar su obra, en general las editoriales cuentan con actores profesionales.
"Hace 10 años las grandes editoriales nos dejaban contratar a sus autores. Hoy se reservan todos los derechos", Alejandro Khan
Iria Álvarez, directora de Desarrollo de Negocio Online del grupo Penguin Random House, reconoce que se intenta producir con la más cuidada calidad para “que quien escucha por primera vez un audiolibro ya nunca pueda desengancharse” y que por eso sus producciones cuentan con actores de primera línea como Juan Echanove, Raúl Lloréns o Israel Elejalde, siempre a cargo de la figura de un director. “Aunque por lo general trabajamos con un narrador único, el número y variedad de voces vienen determinados por las peculiaridades artísticas de cada obra”. Así, Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, está concebido como un audiolibro coral, en el que intervienen cerca de diez actores y actrices. Por su parte, Laura Guilera, del Grupo Planeta, subraya que ellos también cuentan con un buen grupo de estudios especializados en la producción de audiolibros, que a su vez disponen de una cada vez mayor plantilla de excelentes narradores profesionales. Incluso las editoriales no convencionales, dedicadas exclusivamente al audiolibro como Sonolibro, cuentan con su propia plantilla de actores y actrices de doblaje que utilizan, según su fundador, Alejandro Khan Iglesias, “para nuestras obras dramatizadas. Al tiempo, hacemos libros narrados por un único actor o actriz, pero los enriquecemos en postproducción con efectos especiales y música creada ad hoc, que se convierten en una experiencia inmersiva para el oyente”.
Voces cruzadas
Los autores también desempeñan un papel esencial en el proceso. Fernando Aramburu, por ejemplo, participó en la elección de la voz que lee Patria, uno de los grandes éxitos de los últimos años también en su versión audiolectora. “He escuchado tramos largos. No más porque me conozco la historia. El resultado me parece excelente”, dice. Como en Alemania existe una larga tradición de lecturas en público, participó en una docena de presentaciones de su novela “siempre en compañía de un lector profesional, por regla general mujeres. En cada ocasión, me sorprendía la atención y paciencia con que el público seguía la lectura, repartida en fragmentos que, sumados, daban a veces cuarenta minutos y más. O sea, que hay hábito de escuchar y el audiolibro es una extensión de dichas lecturas”.
Los autores también desempeñan un papel esencial en el proceso. Aramburu, por ejemplo, participó en la elección de la voz que lee 'Patria'
Por cierto, aunque él no es audiolector -“cuando pongo en marcha un audiolibro, se despierta en mí el niño que se dormía en misa durante los sermones”- comenta que una de sus hijas es muy aficionada a ellos y los escucha en el coche, mientras despacha tareas en casa o durante el trabajo”. Eva Sáenz de Urturi también participó activamente en la prueba de voces del Silencio de la ciudad blanca, “y me pareció que transmitían bien la personalidad del protagonista, Kraken”. Aunque solo sabe de sus audiolectores por sus mensajes en las redes, en su caso ha podido escuchar la versión completa en inglés de La saga de los longevos, The Inmortal Collection. Y la experiencia, dice, “ha sido maravillosa. Es a dos voces, y disfruté mucho, porque conocía todos los capítulos de memoria en castellano, y me encantó escuchar a Iago y a Dana contando la historia en inglés”.
Sigamos. Una vez que el audiolibro está listo, el editor ha de elegir la mejor plataforma para comercializarlo. Según el informe Evolución del mercado digital (ebooks y audiolibros) en España y América Latina elaborado por Bookwire y publicado el pasado mes de marzo, casi un 20 de las ventas de las editoriales españolas derivan de las plataformas de suscripción. “Desde luego -confirma Javier Celaya-, aunque la venta de ebooks en Amazon, Apple o Kobo sigue siendo el principal canal de ventas (80%) para las editoriales españolas y latinoamericanas, las ventas derivadas de las plataformas de subscripción, tales como Scribd, Nubico, 24Symbols y Storytel se están volviendo cada año más relevantes para las editoriales, alcanzando ya el 17 % del total cuando en 2017 representaban un 7% de las ventas digitales, y en 2016 no superaban el 5%”.
"No hay datos fiables porque el 60 % de las editoriales de audiolibros no pertenece al gremio de editores", Javier Celaya
En segundo lugar estarían los canales de venta unitaria como Google Play o iTunes, y en tercer lugar a las platafomas de streaming como Spotify, Deezer y similares. Según las editoriales encuestadas para elaborar el informe Bookwire, las plataformas de suscripción seguirán siendo el principal canal de comercialización de audiolibros en 2019, mientras que los canales de venta unitaria pasarán de segundo a tercer lugar dando paso a las plataformas de streaming, que alcanzarían el segundo. El canal de bibliotecas quedaría, al igual que en 2018, en cuarto lugar en el ranking de comercialización de audiolibros.
Plataformas de suscripción
Storytel, la plataforma de suscripción más publicitada y popular, es una empresa sueca presente en dieciseis países que se estableció en España en 2016. Desde su llegada ha multiplicado su catálogo ofreciendo ahora mismo más de 3.500 audiolibros en español. Su opción es muy clara: en un entorno donde la suscripción gana adeptos por su flexibilidad, “nosotros ofrecemos la opción de pagar una cuota mensual para escuchar miles de audiolibros y ebooks”, según Alex Gibelalde, su country manager. “Con una cuota de 12,99 euros al mes (ahora tenemos una oferta en nuestra web de 9,99) puedes escuchar las historias que quieras, sin límites. Las ventajas son claras, si no te gusta una historia puedes escuchar otra. Es un formato mucho más flexible y adaptado a los gustos del usuario actual”. En cuanto a su fondo, trabaja con más de ciento cincuenta editoriales, grandes (Penguin Random House, Planeta), medianas (Tusquets, Acantilado) y pequeñas (Nórdica, Impedimenta, Lengua de Trapo). “Tenemos una gran relación con ellos. Las editoriales son una parte imprescindible de nuestra plataforma, ya que su contenido es el que ofrecemos al usuario en un nuevo formato”, dice.
Otra opción es Audible, de Amazon, con más de 5.000 libros en español por ahora, aunque cuando desembarque plenamente en España su oferta se multiplicará. Mientras, el usuario dispone de un audiolibro al mes por 14,95 dólares (casi 13 euros) o dos por 22,95 dólares (unos veinte euros), y cuenta con la posibilidad de probar gratis un mes. Más: Audioteka, ofrece unos 2.000 libros en español, pero sólo permite la compra puntual de audiolibros, con un precio medio de entre 10 y 20 euros. Su oferta incluye una prueba gratuita del 10 por ciento de la duración total del audiolibro, lo cual puede significar hasta cuatro horas gratis. En cuanto a Sonolibro, vende directamente sus títulos y también los comercializa a través de todas las plataformas y en todos los formatos rentables.
"He escuchado la versión completa en inglés de 'La saga de los longevos' y la experiencia ha sido maravillosa", Eva Sáenz de Urturi
Quizá una de las rarezas de este segmento sea su fragmentación y opacidad. No existen datos fiables porque tradicionalmente los grandes editores desconfiaban del audiolibro. Hoy las “nuevas” editoriales como Sonolibro, Fonolibro, Cuántica Activa, Booka, Narratores, Taller del Éxito, Recorded Books, etc., que llevan años produciendo y comercializando audiolibros en español con éxito en España y América Latina, representan el 60 por ciento de la oferta en el mercado pero no forman parte de los gremios de editores. El enfrentamiento es tal que, como apunta Alejandro Khan, de Sonolibro, “estamos estudiando la creación de una federación de editores de audiolibros. Hace diez años a las grandes editoriales no les importaba que contratáramos a autores de su repertorio. Ahora han cambiado radicalmente de parecer y se reservan absolutamente todos los derechos de audio, haciendo cada vez más difícil el contratar a los autores de su repertorio, que se quieren reservar para esta nueva vía de negocio”.
Otros, en cambio, rebajan la euforia, dada la escasa implantación del audiolibro. Es el caso de Txetxu Barandiaran, consultor cultural y subdirector de la revista Trama, que cree que todo es una campaña publicitaria bien orquestada, pues la facturación anual de este segmento equivale a la de una buena librería. Sea como fuera, lo importante es que, como subraya Celaya, “el 50% de las personas que escuchan hoy en día audiolibros no habían leído ni un solo libro en papel en el último año. Es decir, los audiolibros están creando y recuperando lectores”. Habrá que seguir a la escucha.
Los más vendidos
La opacidad del sector editorial se acentúa al tratar del audiolibro. Imposible obtener cifras fiables, aunque el informe Bookwire 2019 señala tendencias. Así, en 2018 las categorías más escuchadas fueron la novela negra, criminal y suspense, seguida de los libros de autoayuda, la novela romántica y erótica, el libro infantil y juvenil, y la historia y las biografías. Según Storytel, los más escuchados fueron títulos como Convencer y persuadir ¡es fácil!, de Marcos Álvarez; El silencio de la ciudad blanca, de Sáenz de Urturi; Sapiens, de Yuval Noah Harari, y Patria, de Fernando Aramburu. Y es que, como subraya Iria Álvarez (Penguin Random House), “el audiolibro representa ya un 5 por ciento del total del ventas del libro de Harari”. Su grupo lleva apostando por este formato desde hace cuatro años, y prevé cerrar 2019 con más de 1.000 títulos de autores como Pérez-Reverte, Vargas Llosa o Cercas. El grupo Planeta, que llevaba publicados a finales de 2018 más de 200 títulos, cerrará 2019 con más de 400, convencidos, como subraya Laura Guilera, de que multiplicarán las ventas por diez.