Darren McGarveyTraducción de Martin Schifino. Capitán Swing. Madrid, 2019. 272 páginas. 26 €
Los pobres, los marginados, los chicos criados en familias disfuncionales no suelen escribir autobiografías relatando sus desgracias. Por eso, y porque se lo merece, la Fundación Orwell concedió el pasado año a Darren McGarvey (Glasgow, 1984) el galardón que lleva su nombre. El premio Orwell al mejor texto político del año está dotado con apenas tres mil libras, pero tiene prestigio internacional por su independencia y rigor.
Figura en el mundillo escocés del hip hop y del rap -Loki es su nombre escénico-, McGarvey ha conseguido en su primer libro (ojalá no sea el último) destripar la pobreza del siglo XXI en el Reino Unido. Lo ha hecho desde dentro, sin ningún pudor, pero con un sentido analítico capaz de ver su caso en el conjunto de la “industria de la pobreza”. Al mismo tiempo, se ha posicionado con lucidez entre las posiciones que respecto a la pobreza mantienen los políticos de derecha e izquierda.
Recordemos que en la Inglaterra industrial del XIX la pobreza obrera comienza a ser objeto de estudio. La suerte del proletariado interesa tanto a Dickens, Carlyle o Coleridge como a sociólogos y economistas de la talla de Henry Mayhew, Friedrich Engels y Charles Booth. Publicaron verdaderas obras maestras en torno a la pobreza de la época. En el presente siglo se ha seguido estudiando la pobreza, sobre todo la urbana. La abundante bibliografía ha ido transformando la antigua imagen del trabajador empobrecido. El individuo oprimido, explotado y asediado es ahora un ser con emociones, pasiones y limitaciones. Es en definitiva, una persona capaz de generar amor, odio, lealtad o traición. Acertaba Marx cuando intuía que las vidas de los trabajadores industriales podían contener todos los elementos del pathos o la tragedia que habían sido atributos de las clases superiores.
McGarvey se ocupa de un tema que ha producido ríos de tinta. Desde múltiples perspectivas se ha escrito sobre las personas esclavizadas por otras, explotadas por el sistema económico, reducidas al nivel de subsistencia, alienadas en su trabajo o víctimas del fetichismo consumista. La pobreza, no tanto como la riqueza, está muy escrita. De ahí que el lector pueda preguntarse: ¿qué hace de este volumen un texto excepcional?
Estamos ante un volumen excepcional que ofrece una visión polifónica de la pobreza y la marginación actuales
El primer acierto está en que en estas páginas no tenemos únicamente la voz de un sujeto aislado. Disponemos de la visión polifónica de una familia escocesa disfuncional. Vemos a los abuelos de Darren. Proceden de familias alcohólicas en las que la violencia está a la orden del día. Vemos a sus padres. Se tienen que casar a los diecinueve años porque han concebido a su hijo mayor de modo involuntario. El embarazo se produce en un camping del que huyen sin pagar. La madre será siempre un problema. Violada en la adolescencia, es drogadicta, incendiaria, impredecible y errática. Abandona a sus cinco hijos y muere autodestruida y solitaria a los treinta y siete años.
El padre de Darren McGarvey pretendía ser músico. Sobrepasado por las circunstancias, tiene dificultades con los hijos. Para resolver el conflicto, el mayor se traslada a casa de su abuela. Sin embargo, no es una solución y el estado de bienestar británico tendrá que hacerse cargo de él. Su vida depende del erario público y Darren va cayendo en lo peor. Se envilece a medida que fuma, bebe, engorda y se adentra en la drogadicción. Al mismo tiempo, se siente excluido, pierde autoestima, sufre estrés y su alcoholismo le acerca a la enfermedad mental. La rabia y el resentimiento social se adueñan de su horizonte.
Cuando todo parecía perdido, se produce el punto de inflexión. El chico pelirrojo con pecas y tez clara tiene la capacidad de narrar sus emociones a través del rap. Ese será el canal que salvará a un joven cuyo destino se presentaba oscuro. En 1984, la BBC le pide que escriba y presente ocho programas sobre las causas del comportamiento antisocial juvenil. La organización Volition le encarga que enseñe a rapear a jóvenes en riesgo de exclusión. Mientras estudia periodismo y sabe situarse entre el trabajo social y el activismo político. Fuera ya del terrible bucle de la pobreza, McGarvey es ahora un padre funcional, un rapero y un escritor de fino olfato. Merece la pena.