“Si no das conmigo al principio, no te desanimes. / Si no me encuentras en un lugar, busca en otro. / En algún sitio te estaré esperando.”, afirma Walt Whitman (Nueva York, 1819-Nueva Jersey, 1892) en un fragmento de su “Canto de mí mismo”. Unas palabras que ha tenido presentes el escritor y crítico literario Toni Montesinos (Barcelona, 1972), quien después de seguir los pasos de Thoreau en El triunfo de los principios (Ariel, 2017), ha hecho ahora lo propio con la estela de un Walt Whitman de quien no existía biografía en español. Por ello, El dios más poderoso. Vida de Walt Whitman (Ariel) nace con espíritu canónico y con la voluntad de “haciendo un viaje paralelo entre biografía y obra, echar luz a su vida, llena de contradicciones interesantísimas, para acercar al lector al gran poeta universal de los últimos 200 años”.
Un hombre que movido por una profunda fe, decidió vivir para el destino que él mismo se había impuesto: ser el poeta de la epopeya norteamericana, encarnar ese papel superlativo que Ralph Waldo Emerson, al que tanto admiraba, había reclamado para los jóvenes y ambiciosos Estados Unidos convirtiéndose en el Poeta de un insaciable y orgulloso país que todavía no había hallado a su Homero.
"Whitman era un observador de su entorno, de la vida, en sus cosas minúsculas y grandiosas. Y como gran observador, se convierte en periodista"
Pregunta. Borges, gran admirador y estudioso de Whitman ya advertía de la inutilidad de buscar al “vagabundo semidivino” en que se convirtió en el imaginario popular, ¿quién fue realmente Walt Whitman?
Respuesta. Borges aludía, en efecto a toda esa mitología que se fue creando en sus últimos años y tras su muerte, que él consideraba accesoria a su gran obra poética. Pero la vida de Whitman, a poco que incursionemos en ella, resulta apasionante, porque es una persona autodidacta, hecha a sí misma. De origen pobre, va a emplearse en mil trabajos, primero con su padre, de albañil, y desde muy joven en tareas relacionadas con la imprenta y los periódicos de Nueva York. Ahí entra en ese mundo que es una catapulta para lo que su personalidad escondía, ese instinto de comunicarse que tenía de manera desaforada, muy animal. De joven, encuentra en la literatura, y particularmente en el periodismo, una manera de comunicar lo que es la principal tarea de Whitman, la observación. Él es un observador de su entorno, de la vida, en sus cosas minúsculas y grandiosas, tangibles y espirituales. Y como gran observador, se convierte en periodista. Hasta que a los treinta y pico años siente una llamada poética y encamina su vida a ocupar el puesto de gran poeta de Estados Unidos, una posición vacante que él se adjudica.
P. ¿Fue este periodismo de crítica política y social que ejerció mayoritariamente en los convulsos años 40, el germen de su poesía? ¿Entendía la literatura como herramienta de cambio y denuncia?
R. En esos momentos sí. Sus 24 relatos publicados en prensa durante esa década son verdaderas denuncias que retratan la crudeza de situaciones como las mujeres maltratadas, los alcohólicos, los niños obligados a trabajar o que han tenido que abandonar el hogar en condiciones precarias… Tiene esa vertiente muy social, muy humana, que es el caldo de cultivo para que cuando después se ponga a escribir poesía sea consciente de que debe ser la voz de toda esa gente.
P. Incide mucho en el autobombo de Whitman, pero ¿tiene sentido preguntarse hoy qué hay de verdad y mentira en esa elaborada ficción que fue su vida?
R. La intención de este libro es desmitificar al autor, humanizarlo en sus flaquezas y a la vez ensalzarlo en su gran compromiso y su gran aspiración a ser el Poeta por antonomasia. Whitman detecta la ausencia de un poeta que sea la voz de todo Estados Unidos y al denunciarla dice entre líneas que ese poeta es él mismo. Pero como en principio nadie lo asumió como tal y él estaba convencido de su postura, comenzó a hablar bien en la prensa de sí mismo anónimamente. Una tarea de autopromoción que es paradójica, porque aúna una sinceridad casi conmovedora, realmente creía en su papel, con un engaño absolutamente flagrante, porque está mintiendo al lector.
"Hojas de hierba reivindica el amor, la fraternidad y la tolerancia como base de una sociedad igualitaria. Fue un mensaje revolucionario"
P. Se habla mucho de la modernidad de su poesía, de la radicalidad que él mismo alababa, ¿de dónde nace el rupturismo de Hojas de hierba y qué supuso en su época?
R. Hojas de hierba hace lo que siempre ha hecho la gran poesía, destruir la tradición. Son unos poemas que casi parecen prosa, sin rima, con un léxico y una sintaxis poco cuidadosa que parece que nacen de la entraña, de algo inconsciente. En ellos Whitman expresa toda esa descomunal efervescencia interior, que se traduce en una poesía absolutamente desbordante en la que plasma su ideario vital, lo realmente rompedor. Hojas de hierba reivindica el amor, la fraternidad y la tolerancia como base de una sociedad donde todos sean iguales, hombres y mujeres, y además equipara lo carnal y lo espiritual. No olvidemos que estos poemas tienen más de siglo y medio. Whitman fue un revolucionario, un feminista avant la lettre, que decía que el sexo es puro, que la amistad es lo primero en el mundo, y que todos nosotros, de alguna manera, somos Dios en el sentido de ser trascendentes, de encarnar la grandeza del universo.
Esa radicalidad transgresora despertó en sus comeinzos el profundo rechazo de la crítica especializada que llegó a decir cosas terribles que hoy nos parecen graciosas, "como que la relación de Whitman con la poesía era como la de un cerdo con las matemáticas, o que habría que encerrarlo porque es un peligro social, explica Montesinos. Tuvo unas críticas tan feroces y despiadadas, que es un hecho significativo que no le afectaran. Tenía tan claro a los 35 años que tenía que publicar esa gran obra pese a todo, que él siguió su camino y hasta 1892, cuando publica la última edición, sigue de manera coherente su camino poético". Sin embargo, el poeta también disfrutó de la admiración de varios contemporáneos como Emerson, Twain, Thoreau, José Martí, Rubén Darío, Stevenson, Wilde… "Es la identificación de los grandes de verdad que reconocieron en él una originalidad, un atrevimiento y una audacia digna de alabar".
"Muchos han tomado de Whitman esa fuerza telúrica del poeta que encarna la poesía más libre y se erige en portavoz de todo un universo"
Una valoración que se fue acrecentando con el paso del tiempo y que acapara nombres de los más granado de la literatura de los dos últimos siglos, como Pessoa, Borges, Ezra Pound, Lorca, William Carlos Williams, León Felipe, Neruda, Allen Ginsberg, Blas de Otero, Hemingway, Jorge Guillén, T.S. Eliot, García Márquez, Wallace Stevens, Rafael Cadenas, John Burroughs, entre muchos otros. "Muchos escritores han tomado a Whitman como un referente absoluto y tienen una deuda gigantesca con él porque han tomado esa estética visceral, de una expresividad salvaje, esa fuerza telúrica del poeta que encarna la poesía más libre y se erige en portavoz de todo un universo", asegura Montesinos.
P. Una experiencia capital en su vida fue ser voluntario en campos de batalla y hospitales militares durante la Guerra de Secesión, ¿qué influencia tuvo en él y en su obra?
R. Esa experiencia representa el ejemplo de su elección de vida. Era una persona antes de empezar la guerra y otra totalmente diferente cuando acaba. Pero entendía que una vez erigido como Poeta de América tenía que captar toda la sociedad, y no podía sustraerse al gran acontecimiento de su época. Por tanto, de una manera muy coherente y expresando su compromiso y su cercanía con el ser humano, estuvo cuatro años en los hospitales militares acompañando al pueblo, que es a quien quiere dar voz con su poesía. Él mismo decía que fue un punto de inflexión que cambió totalmente su obra. De hecho, el crítico Harold Bloom apunta que ahí comenzó la debacle de su poesía.
P. Otro rasgo destacado a nivel poético y personal es que siempre escribía hacia el futuro, ¿cuál era su intención y se fe en esta interpelación al lector futuro?
R. Me interesaba mucho destacar este aspecto porque es verdaderamente asombroso. Desde que comenzó en su juventud este proyecto de vital y poético ya tuvo al lector como un interlocutor muy cercano, porque su poesía es tan arriesgada y se dirige a los instintos más naturales del ser humano, que tiene que implicar al lector para hacerlo suyo. Desde la primera edición a la última de Hojas de hierba, Whitman dirige su obra a ese lector futuro, pues sabía que una obra tan revolucionaria no podría ser comprendida del todo hasta que pasaran muchos años. Pero tenía una fe tan inmensa en su poderío poético que sabía que iba a perdurar y ese lector al que se dirige estaría ahí los siglos siguientes.
"Su poesía todavía tiene vigencia porque nos asombra y nos sorprende en el hecho de descubrir la quintaesencia de la vida. Celebra la vida tal cual"
P. ¿Qué representó para la cultura de Estados Unidos, cómo y por qué se convirtió en un nombre canónico a la altura de Emerson, Melville, Hawthorne, Thoureau, Poe…?
R. Whitman comparte con todos ellos el ser fundador de una mirada literaria y vital propia. Como ellos, fue un revolucionario que hacía una poesía que no se parecía en nada a la que se estaba escribiendo. Además sabía que nadie se parecería nunca a él, porque es demasiado personal, y esa heroicidad estética suya le da valor a ojos de sus compatriotas. Es una figura muy destacable porque refleja lo mejor del alma humana: la fraternidad, el amor, la tolerancia… aunque tenga una vida muy oscura en otros aspectos, como en mentir sobre los hijos que tuvo, o en conocer a Lincoln.
P. ¿Qué vigencia mantiene hoy, por qué y de qué formas nos sigue interpelándola poesía de Whitman?
R. Porque nos asombra y nos sorprende en el hecho de descubrir la quintaesencia de la vida. Celebra la vida tal cual, tanto el paso de los omnibuses y el crecer de la hierba que iban por Manhattan como la estrella o el planeta más lejanos. Celebra estar vivo y considera la vida como algo superior que siempre ofrece alicientes para disfrutarla y embellecerla. Cualquier cosa para él es un regocijo y una manera de ver que tenemos una trascendencia y no somos sólo lago pasajero, sino que estamos también relacionados con el cosmos. Ese legado es muy bonito, ese trascendentalismo que enlaza lo físico y lo espiritual nos puede ayudar mucho incluso como terapia. Harold Bloom dice que es un autor que hay que leer en voz alta porque te reconcilia con la vida y poco a poco te cura de lo que sea. La poesía de Whitman es un fármaco indispensable en el mundo actual.