Malaherba
El debut de Manuel Jabois transmite el duro aprendizaje de la vida
3 junio, 2019 05:24Manuel JaboisAlfaguara. Madrid, 2019. 200 páginas. 17,90 €
La novela de la infancia se ha convertido en un auténtico subgénero narrativo. Al igual que ocurre con otros asuntos –el far west, el relato de espías, las fábulas distópicas...– tanto el contenido como la forma se hallan muy codificados: se sabe el anecdotario previsible y el modo en que se va a contar. Quien se atreva a adentrarse de nuevo en tal trillado territorio tiene ante sí el reto básico de proporcionarle un mínimo grado de originalidad si quiere evitar la escritura epigonal y repetitiva. Ese es el desafío que supera sobradamente Manuel Jabois (Sanxenso, Pontevedra, 1978) en Malaherba.
Malaherba es un ceñido relato de infancia. Nada le distrae a Jabois de recuperar las experiencias de unos niños de alrededor de diez años que cursan EGB. El propósito de condensar la historia le lleva a destacar unos pocos personajes en torno a dos familias. Una incluye al auténtico protagonista y narrador, Tambu, y a su hermana Rebe. La otra, que proporciona cobijo a la primera en las varias ocasiones en que ésta pasa por dificultades, reúne también a dos hermanos, Elvis y Claudia. Ese círculo, de por sí ya estrecho, aún se cierra más hasta quedar comprimido en Tambu y Elvis, la pareja que roba el corazón de la novela.
Pero sabe bien Jabois que si limitara su exploración moral a las andanzas de dos almas errantes, le hurtaría a la historia el contenido circunstancial que anima los buenos relatos y, además, defraudaría las expectativas propiciadas por su asunto. Así que Malaherba se hace coral y rinde inevitable tributo a los tópicos de la literatura que recrea vivencias de la niñez. El libro se llena de un anecdotario sabroso, aunque esperable. Maldades de los chiquillos en el colegio. Incomprensión o lectura equivocada de las cosas de los mayores por parte de los pequeños. La condición humana con su fiereza y candor representada ya en tan tierna edad. Transgresiones seminales del orden social y de la autoridad de los adultos. Catas diversas del árbol del bien y del mal. Exploración del cuerpo, intuición del sexo propio y contrario, aproximación a lo prohibido, el tabaco o la bebida. Crueldad. Algún profesor tronado.
En las páginas de esta novela de formación se transmiten el duro aprendizaje de la vida y lecciones nada aleccionadoras para el futuro
Ante las dos alternativas, paraíso e infierno, que polarizan mayoritariamente los relatos de la infancia, Malaherba se decanta por una visión poco positiva. En las páginas de esta novela de formación se trasmiten el duro aprendizaje de la vida y lecciones nada alentadoras para el futuro. En medio de acusadas incertidumbres se desarrolla la relación de Tambu y Elvis. Son como dos pajarillos solitarios extraviados, entre perplejos y amilanados, en un ruido ambiental fastidioso. Sienten una inclinación mutua natural, una forma cálida de amistad suprema anterior a las pulsiones del sexo. La maledicencia escolar les aplica la palabra nefanda. Ellos no entienden nada, ¿qué es eso, somos maricones?, se preguntan con inocencia virginal. Lo que sí saben es que al estar uno junto al otro brota una ternura absoluta, que en ello encuentran una defensa invencible frente a los agravios del mundo.
Difícil relatar esa experiencia. Jabois la borda con diversos recursos: penetración psicológica, sutilezas emocionales, crudeza fisiologista a veces, alusiones que dejan sugerentes espacios en blanco, ternura sin ternurismo, y, sobre todo, piedad, modo que en su historia galvaniza una mirada poética. Todo ello se subordina a la perspectiva del relato. Tambu rememora su hermandad con Elvis en fechas posteriores. Lo hace recuperando la ingenuidad mental y lingüística del niño a la que suma el punto de vista del adulto. En alguna ocasión chirría esa peligrosa mezcla. Sin embargo, la fluidez del relato gracias a un estilo directo y al vaivén de amenas anécdotas, supera el escollo y nos traslada de lleno a la atmósfera espiritual donde crece la aventura interior de estos dos críos sensibles y marginados.
Es curioso que un escritor que a diario da cuenta de la actualidad en sus columnas periodísticas haga una novela tan ajena a la actualidad inmediata. Esto solo quiere decir que Manuel Jabois tiene un mundo literario más rico y complejo que el de la glosa del día a día. Gracias a ello ha escrito una novela tan conmovedora como Malaherba.