Corre el año 1919 cuando Federico García Lorca, un joven de 20 años que aún no ha publicado un libro de poesía, llega a Madrid con una carta de presentación escrita por Fernando de los Ríos dirigida a Juan Ramón Jiménez. Con la misiva se presenta en casa del poeta de 37 años que lleva publicando desde los 18. El granadino es por entonces un desconocido pero el autor de Platero y yo reconoce en él un gran futuro como poeta y le ayuda a publicar sus escritos en diferentes revistas y le presenta a amigos. Así empieza su caminar. "El apoyo de Juan Ramón fue fundamental", cuenta Alfonso Alegre Heitzmann, que publica Días como aquellos. Granada, 1924. Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, el ensayo que le ha valido el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019.

Entre ese 1919 y 1924 hubo muchos encuentros. No obstante, Alegre Heitzmann se centra en un hecho muy concreto: la visita de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí a la familia Lorca el verano de 1924. Exactamente llegan a Granada el 21 de julio al atardecer y, aunque ella vuelve a Madrid a los cinco días, él prolonga su estancia casi dos semanas. Durante el trayecto en tren "intuye qué va a significar ese viaje para su obra", sostiene Alegre Heitzmann y, escribe: "Sueño profundo con Granada en un tren llegando a Granada. Rumores en la sombra, agua, aire". Esta cita se recoge en la primera página de Días como aquellos, un volumen que mezcla investigación, ensayo, narración y crítica.

Alfonso Alegre Heitzmann

"Tenía que escribir un libro sobre ello y quería ver cómo se crea esa atmósfera de conocer la ciudad y cómo esta se hace presente en los textos de ambos", precisa el autor. Por eso, ha recurrido a cartas y textos de Isabelita y a diarios de Zenobia Camprubí. "Las cartas son como entrar en una ventana del tiempo mientras que las memorias las cambia el tiempo", sostiene.

Conocen la ciudad de la mano de Federico García Lorca y sus hermanos; Concha y Francisco. Suben a La Alhambra por caminos solitarios, se maravillan con sus calles, paisajes y gentes y entran en contacto con otros intelectuales como Hermengildo Lanz, que ayudó a Lorca y a Falla con los títeres para el Maese Pedro, o Emilia Llanos. En casa del primero, de hecho, estuvieron un día y de aquella velada surgió el poema El ladrón del agua, de Juan Ramón.

Los textos que Granada inspiraron

A su regreso a Madrid el autor de Diario de poeta recién casado "escribe el largo romance Generalife, que dedica a la hermana pequeña de Federico García Lorca. "Hay que recordar que en esa época no estaba usando este género, sí lo había hecho antes y lo haría también en su estancia en América", recuerda el autor. Poco a poco empieza a dar forma a Olvidos de Granada, "una novela que se iba a editar en México pero finalmente la editorial quiebra y se publica de manera póstuma".

En cuanto a Lorca "hay que bucear en sus cartas. En ellas dice que Juan Ramón escribe cosas muy bellas y agudas sobre Granada y se da cuenta de que es una ciudad bellísima pero llena de misterio y tristeza", sostiene Alegre Heitzmann. Y esa tristeza, continúa, se intuye también en la escritura tanto de ambos. Poco tiempo después del encuentro entre ambos en la ciudad Lorca alumbra Romance sonámbulo, uno de los poemas que dan cuerpo a Romancero gitano, una obra "en la que aparece con una voz poética plena y personal que no bebe de su maestro como sí lo habían hecho trabajos anteriores", opina el autor de Días como aquellos.

Este ensayo quiere revivir unos días que dieron lugar a dos obras importantes en la trayectoria de ambos escritores. Muchos años más tarde, el 30 de diciembre de 1945 y en Washington, Juan Ramón Jiménez recuerda aquel viaje y escribe: "Nosotros no hemos olvidado nunca aquellos días de Granada, en que ustedes nos acompañaron tanto, haciéndonos un doble paraíso de su ciudad maravillosa. Cuando estábamos en Madrid mirábamos con frecuencia aquellas fotografías que nos hicimos juntos en tanto sitio hermoso. Días como aquellos se viven pocas veces en la vida".

@scamarzana