La Fundación Banco Santander prosigue con su labor de recuperación de la figura y la obra de mujeres que despuntaron en la vida intelectual española del primer tercio del siglo XX pero que han sido parcial o totalmente olvidadas por la historia. En La voz sola, un nuevo volumen de su Colección Obra Fundamental, el escritor Juan Manuel de Prada ha compilado y prologado la obra periodística y poética de Ana María Martínez Sagi (Barcelona, 1907-2000), un personaje único y polifacético: poeta, activista política, periodista y deportista de élite, pionera en desbrozar nuevos ámbitos de acción para la mujer en la sociedad de la época. Una “nueva Eva”, como la define De Prada en el prólogo del libro.
La vida de Martínez Sagi a todas luces es digna de ser recordada. Junto a su faceta literaria, fue una de las primeras exponentes del feminismo en nuestro país, campeona nacional de jabalina en 1931 y, desde 1934, directiva del F. C. Barcelona, convirtiéndose en la primera mujer del mundo que ocupaba un puesto de relevancia en un club de fútbol. En la guerra civil partió con la columna anarquista de Durruti al frente de Aragón, donde ejerció como corresponsal y donde resultó herida, y al principio de su largo exilio colaboró con la resistencia francesa contra los nazis.
De Prada descubrió por casualidad la figura de Martínez Sagi hace ya varias décadas, leyendo un libro de entrevistas del hoy controvertido César González Ruano, Caras, caretas y carotas. En 1930, el periodista hizo una semblanza de Martínez Sagi en la que la definió como “poeta, sindicalista y virgen del stádium”, algo que dejó intrigado al autor de Las máscaras del héroe, que emprendió entonces una incesante búsqueda de documentación para descubrir más sobre la autora, hasta que descubrió que aún vivía y, tras mucho insistir, consiguió que ella aceptara conocerle. “¿Por qué quiere resucitar usted a una muerta?”, cuenta De Prada que le decía ella, que entonces vivía de espaldas al mundo en el pueblo de Moià, en Barcelona, desengañada por el escaso interés que produjo su regreso del exilio entre la intelectualidad catalana.
Las esforzadas pesquisas del escritor y sus conversaciones con ella dieron como resultado el libro Las esquinas del aire, que terminó de escribir el mismo día que ella falleció, sola y olvidada, en el año 2000, tras haber pasado su último año y medio de vida en una residencia de ancianos de Santpedor.
Martínez Sagi entregó a De Prada sus obras inéditas con la condición de que dejara pasar al menos quince años tras su muerte para publicarla. El motivo era no ofender al hijo de Elisabeth Mulder, autora rescatadas recientemente también por Juan Manuel de Prada en otro volumen editado por la Fundación Banco Santander. Ambas habían mantenido una relación sentimental durante su juventud y para Martínez Sagi fue “su gran amor prohibido, perdido y nunca olvidado”, en palabras de su albacea literario.
Diecinueve años después, La voz sola recoge en más de 500 páginas el corpus literario más importante de Martínez Sagi, un libro al que De Prada asegura haber dedicado más tiempo que a cualquiera de sus novelas.
Poesía íntima, periodismo combativo
Después de que su madre la obligara a poner fin a su relación con Mulder y a quemar su correspondencia con ella, la autora catalana volcó su obsesión por este amor perdido en su poesía, que De Prada considera “muy original, íntima, traspasada de dolores, mística y también carnal, y plagada de secretos”, por la que fue comparada con Rosalía de Castro por Cansinos Assens. Publicó tres libros de poesía: Caminos (1929), Inquietud (1932) y Laberinto de presencias (1969), volumen en el que recopiló buena parte de su poesía escrita en los años de su exilio. Todos ellos han sido recopilados en esta antología, además de algunos poemas dispersos en distintas publicaciones y los poemarios inéditos Noche sobre el grito y La voz sola, que De Prada ha elegido para dar título a toda la compilación y que es “una crónica de su amor por Mulder y, más concretamente, de unas vacaciones que pasó con ella en Palma de Mallorca”, señala el antólogo.
Martínez Sagi fue repudiada por su familia por ser homosexual, y el escritor conjetura que esto fue lo que empujó a la autora a adoptar posturas políticas feministas y de izquierdas, más concretamente en la órbita de los postulados catalanistas de Esquerra Republicana. No obstante, el hecho de escribir preferentemente en castellano, debido a la formación que había recibido, podría ser la causa de que se fuera sintiendo “cada vez más incómoda” en el ámbito de la intelectualidad catalanista, y se fue acercando hacia el anarquismo.
En paralelo a la poesía íntima inspirada por su gran musa, Sagi cultivó un “periodismo de combate con una veta social muy importante” derivada de sus convicciones políticas. Escribió reportajes y entrevistas protagonizadas principalmente por mujeres, ya fueran escritoras, abogadas, actrices, princesas rusas, deportistas, milicianas, activistas feministas u obreras. En la antología editada por la Fundación Banco Santander se recogen buena parte de su creación periodística, con la que radiografió la sociedad de su época y tomó partido a favor de los derechos de la mujer.
Cuando estalló la guerra, Martínez Sagi ejerció como corresponsal en el frente de Aragón, escribiendo “unas crónicas de guerra muy vibrantes, de lo más interesante en este volumen”, señala De Prada. En algún momento de 1939, la escritora se marchó a Francia, donde comenzó un exilio errante que la llevó a vivir en varias ciudades del país vecino. En París vivió la ocupación alemana y colaboró con la resistencia, en Cannes ejerció como pintora callejera y decoradora de las casas de veraneo de grandes millonarios, en la Provenza cultivó plantas aromáticas… Más tarde se dedicó a la enseñanza universitaria de español y francés en Suecia y en Illinois, donde pasó 20 años antes de su regreso a España en 1977.
“A su vuelta se tropieza con un mundo hosco y la incomprensión de los ambientes culturales barceloneses”, explica De Prada. Entonces decidió retirarse del mundo y enterrarse en vida. “No quería ser recordada”. Pero de ningún modo Juan Manuel de Prada estaba dispuesto a dejar que eso ocurriese. Con Las esquinas del aire consiguió salvar su biografía, un rescate que ahora completa colocando de nuevo su obra en los anaqueles.