La edad de oro del cine estadounidense se sitúa habitualmente en los años 30 y 40 del pasado siglo, décadas marcadas por el apogeo de los grandes estudios de Hollywood. Esta época, también conocida como periodo clásico, se caracterizó, en términos generales, por el control de los productores, la fama de las estrellas, el solvente oficio de los directores y la popularidad y eficacia de los géneros cinematográficos, todo ello con la decisiva contribución de los guionistas y técnicos y con el impulso publicitario de la prensa y el marketing, necesarios cooperantes en la creación de un universo idealista y glamuroso que, sustentado sobre películas de alto presupuesto, encandiló y sedujo a las masas de forma exclusiva hasta la aparición de la televisión.
Una cosa es que la visión del cine de Hollywood durante esas décadas prodigiosas no se agote, ni mucho menos, con la perspectiva de críticos e historiadores inmersos en la nube mitómana y cinéfila, en parte corregida y matizada por los exégetas del cine de autor, y otra cosa es la tesis implícita en La izquierda de Hollywood, que (casi) viene a atribuir el esplendor o, al menos, el interés del cine hollywoodense de esos tiempos a la contribución de personalidades izquierdistas –comunistas, socialistas, radicales, liberales–, cuya persecución durante la ultraderechista Caza de Brujas –de finales de los 40 a mediados de los 50– habría llevado a la extinción irrecuperable –mediante la censura, el paro, el exilio o la cárcel– de los mejores talentos del cine norteamericano.
Con un exhaustivo trabajo de investigación académica y de campo, reseñando vidas, anécdotas, procesos de trabajo y trayectorias filmográficas, Paul Buhle y Dave Wagner, impregnados de una visión crítica y metodológica propia del análisis marxista, recorren y glosan las películas realizadas en los años 30 y 40 por creadores de la izquierda política estadounidense proclives al obrerismo, el feminismo, el pacifismo y la crítica antifascista y anticapitalista. No se centran en el cine directamente social y político, sino que abordan la presencia de los puntos de vista izquierdistas en géneros como el policíaco, el wéstern, el fantástico e, incluso, la comedia, el musical o el infantil.
En esta obra valiosa pero minoritaria, se aborda la presencia de los puntos de vista izquierdistas en géneros como el wéstern
La aportación informativa es tan abrumadora como espesa. Para desgracia del lector, el estilo literario de Buhle y Wagner –agobiado por la sobrecarga de datos, testimonios y valoraciones ideológicas– se revela ajeno a la consideración de la fluidez y la amenidad como virtudes agradecibles en un texto ensayístico. Para el lector español, en concreto, y debido al corte (vacío) que se ha producido en España en los últimos años tanto en el acceso a películas del periodo contemplado como a fuentes bibliográficas, las pertinentes y numerosas citas de películas y nombres quedan en gran medida –aunque con abundantes excepciones– lejos de su acervo cultural, al igual que la práctica totalidad de las referencias a libros contenidas en las notas a pie de página.
Creo necesario hacer esta advertencia en beneficio de las expectativas e interés del lector de esta reseña. Buhle y Wagner publicaron su obra, con el título de Radical Hollywood, en 2002. Tal vez hace casi veinte años, esta obra hubiera podido encontrar en España un público más concernido, preparado y predispuesto.
Aunque sus trabajos fueron más divulgativos, basados en estudios preexistentes y sólo en parte coincidentes con el tema y el enfoque abordados por Buhle y Wagner, recordemos que Román Gubern publicó en Anagrama McCarthy contra Hollywood: la caza de brujas (1970) y La caza de brujas en Hollywood (1987), y Javier Coma, por su parte, Diccionario de la caza de brujas (Inédita, 2005) y Las
películas de la caza de brujas (Notorious, 2007).
Sin duda La izquierda de Hollywood. La historia no contada de las películas de la época dorada es un libro valioso para expertos, investigadores y, en fin, una minoría muy especializada y estudiosa de lectores, que obtendrán mayores compensaciones desde la cercanía ideológica a los autores del muy grueso y prolijo volumen, proclives a emplear la jerga característica de su instrumental analítico y a colorear con reduccionismos de parte sus valoraciones. Es, además, muy de lamentar que el libro, para evitar una mayor paginación y su con siguiente encarecimiento, no lleve índices de nombres y títulos citados.