El mundo actual pone cada vez más el foco en las fronteras, sea el omnipresente muro de Trump, la hard border con la que el Brexit amenaza a Irlanda o las recurrentes vallas de Ceuta y Melilla. Pero existe otro tipo de fronteras, rincones ocultos donde las brechas no son sólo físicas y políticas, sino también temporales y psicológicas. Así lo plasma la periodista Kapka Kassabova (Sofía, 1973) en Frontera, un absorbente reportaje en el que explora la “última frontera de Europa”, un territorio de escarpadas montañas y serpenteantes ríos a caballo entre su Bulgaria natal, Turquía y Grecia, que ha sido tierra de paso desde los orígenes de la civilización.
Moldeada por el Imperio otomano, la ocupación nazi y los régimenes comunistas, esta región de conflicto permanente está hoy de nuevo llena de alambradas para frenar el ingente flujo de la inmigración que llega de Oriente a Occidente. Las barreras que una vez intentaron detener a quienes huían de las democracias populares son ahora el muro de una auténtica marea humana que llega de Irak, Siria y otras zonas devastadas de Oriente Próximo. Kassabova llegó en 2014, justo cuando este “flujo se estaba convirtiendo en una hemorragia. Movimiento global y barricadas globales, nuevo internacionalismo y viejos nacionalismos: esta es la enfermedad en el corazón de nuestro mundo”, escribe.
Pero no sólo en el hoy se detiene la autora, pues combinando la capacidad descriptiva del antiguo género renacentista de la cosmografía con la sensibilidad a la tragedia personal de los mejores informes humanitarios, Kassabova recorre la historia de este limes que separa Europa y Asia. Un viaje desde su ancestral pasado de mitos y leyendas asociados a Tracia, el Ponto Euxino o los montes Ródope, donde bajó al infierno Orfeo, hasta la triste realidad de los años soviéticos, cuando se convirtió en lugar de paso de norte a sur porque se decía que era el mejor punto de cruce al Bloque Occidental, desde luego mejor que un muro de Berlín repleto de soldados y espías.
Aún así, “entre los años 1961 y 1989 se han contabilizado más de mil desaparecidos: polacos, checos, húngaros, rumanos… todos huyendo de las dictaduras comunistas”, explica Kassabova, que, combinando hábilmente relato histórico y narración vibrante, conecta las voces de aquellos que han luchado para cruzar la frontera a través de los siglos. Una historia de la migración cuya fascinante reflexión final revela que, en el fondo, cualquier frontera es un pozo sin fondo de historias, tan profundo como la cueva de Orfeo.