Cuentan los comisarios de la exposición que cuando recibieron el encargo de Olvido García Valdés (entonces Directora General del Libro), su mayor dificultad fue decidir qué materiales incluir. “Desde luego –coinciden–, si se considera que fue periodista, político, novelista, dramaturgo, ensayista, músico, pintor, aficionado a la jardinería, que vivió en Las Palmas, en Madrid, en Santander, y que viajó por toda Europa, resulta complicado seleccionar qué elementos de cada uno de sus trabajos, oficios, aficiones y escritos deberían recogerse en la muestra. Como en las antologías y biografías, como la reciente Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso (Alianza), en las exposiciones también se tiene un sentimiento de pérdida y de amputación. Afortunadamente nos hemos repuesto de tanta melancolía”, explican al unísono. Claro que de inmediato tercia Marta Sanz para explicar que en realidad se pusieron de acuerdo sin problemas, pero que el plan maestro “estaba en la cabeza de Germán desde el principio” y que ella solo tuvo que “dejarse llevar y aprender. Ha sido una experiencia maravillosa y muy enriquecedora”.
Son muchas las sorpresas y novedades que aguardan al visitante de la exposición. Encontrará al Pérez Galdós menos popular, al político, al pintor, al músico, al viajero. Disfrutará de sus primeras ediciones y manuscritos, de cuadros pintados por él mismo, y de una enorme cantidad de fotografías. “Su colección de dibujos y cuadros resulta impresionante. Algunas piezas no han sido vistas antes, como un dibujo realizado por el escritor a los seis años”, explican de nuevo a una. Además, el curioso podrá familiarizarse con el contexto cultural en que vivió, con sus amigos (León y Castillo, Clarín, Pereda, y su maestro, Giner de los Ríos) y con su especialísima relación sentimental y literaria, con Emilia Pardo Bazán. O con la presencia de los escritores que le inspiraron, como Dickens y Balzac.
Germán Gullón y Marta Sanz recomiendan también no perderse las piezas audiovisuales que se han elaborado para la muestra, “especialmente una de Jesús Caramanzana sobre los mil rostros de Galdós, su evolución física, sus metamorfosis en las distintas edades y cómo esas transformaciones han quedado plasmadas en sus retratos; y otra de Arantxa Aguirre donde podemos entender la vigencia de la obra galdosiana gracias al análisis, a la lectura que hacen del maestro Almudena Grandes, Elvira Lindo, Manuel Longares, Antonio Muñoz Molina, Care Santos y Andrés Trapiello. Hemos querido completar nuestra mirada con otras, porque Galdós ha permeado muy intensamente la cultura española”.
"Luis Cernuda, cuando estaba en el exilio y quería sentirse en España, leía a Benito Pérez Galdós"
Lamentan, en cambio, no haber tenido más espacio para mostrar más ejemplos de las zarzuelas hechas sobre obras de Galdós, y además dar mayor énfasis al cine realizado sobre obras basadas en sus novelas. También no haber podido ampliar la muestra de la colección de pinturas propiedad de Galdós, que pertenecen a sus descendientes, las diversas ramas de la familia Verde, y que han cooperado activamente en la muestra. Porque Galdós fue pintor, crítico de arte y un importante coleccionista, y sus obras pueden añadir un nuevo capítulo a la historia de la pintura española del XIX.
Pregunta. La exposición lleva el título de La verdad humana: ¿en qué consistía la de Galdós?
Respuesta. La verdad humana es la que se revela en el trato mantenido por los seres humanos en la sociedad donde viven, y que determina el grado de su riqueza emocional. La verdad humana de Galdós es un destilado decimonónico de la verdad cervantina. Cervantes propuso a la cultura europea del siglo XVII añadir la imaginación a la verdad racional, el pienso luego existo, y la encarnó en la actuación del caballero andante, cuya nobleza ha conquistado el corazón de millones de lectores en el universo entero. Galdós recogió la sustancia de ese hidalgo cervantino, su riqueza imaginativa, capaz de creer que las aspas de los molinos de viento son los brazos de un gigante, y su bonhomía, y las puso en los personajes que protagonizaban la vida burguesa del ochocientos: médicos, maestros, militares, estudiantes, modistas, y así pudo reflejar en sus páginas la España laica, civil, de su tiempo. Es decir, creó un retrato de la sociedad de su tiempo que los españoles identificamos con la nuestra. Luis Cernuda, cuando vivía exiliado en una pequeña universidad del frío norte del estado de Nueva York, cuando quería sentirse en España, leía a Galdós.
P. Algunos de los mejores personajes de Galdós son femeninos: ¿cuál era su visión de la mujer, y cómo permeó su obra?
“A mí me interesa el Galdós empático que consolida los valores de la cultura”, dice Marta Sanz
R. Bueno, no sé si estamos de acuerdo en que sus mejores personajes son femeninos, habría que borrar de sus páginas a Salvador Monsalud, el narrador de la segunda serie de Episodios nacionales, que según Octavio Paz era su más inspirador personaje, o ese maravilloso Evaristo Feijoo, doble de Galdós, de Fortunata y Jacinta, Ido del Sagrario, y otros. Sin embargo, ahí están, desde luego, Fortunata, Tristana, La de Bringas, Amparo, Elisa, Benina… Galdós era un gran observador, siempre vivió rodeado de mujeres y comparte con sus lectores lo que él conocía de ellas a través de la construcción de personajes femeninos que rompen con los estereotipos y las simplificaciones. Como le decíamos, siempre vivió rodeado de mujeres a las que supo mirar y retratar en su complejidad y su diversidad. Nació el décimo hijo de la familia, su hermana mayor, Soledad, le llevaba 19 años, y todas sus hermanas le mimaron hasta lo indecible. Además, siempre vivió en Madrid con su hermana Concha y con la viuda de su hermano mayor, Domingo, su madrina. Y, por supuesto, tuvo varias aventuras amorosas, entre otras, con Lorenza Cobián, con la que tuvo su única hija, María, y con Emilia Pardo Bazán.
Del Galdos político destacan su defensa cerrada del ciudadano que vive en una sociedad democrática, libre, en un mundo laico. Era el modelo de hombre propuesto por los liberales, por los institucionistas, y que los conservadores, las clases influyentes, y la iglesia, rechazaban. “Leer a Galdós sirve, entre otras cosas, para entender el origen de nuestra sociedad democrática”. Por lo que al quijotismo de Galdós se refiere, explican que “está presente en su obra entera. La crítica resalta siempre la figura de Isidora Rufete, protagonista de La desheredada. Curiosamente, es hija de un loco, internado en el manicomio de Leganés, que le hizo creer que era la descendiente de una familia noble. Galdós mezcla maravillosamente esta fantasía quijotesca con la psiquiatría, con el manicomio que entonces dirigía Luis Simarro, quien pedía que se tratase a los enfermos con el respeto que merece todo ser humano. Este es un buen ejemplo del quijotismo traído al XIX”.
“Mi Galdós favorito es ese que me acoge en sus páginas, que me hace sentir su igual”, explica Germán Gullón
Como la exposición confirma, su relación con la tradición y con Cervantes se combina con su modernidad, que nace de sus años de periodista novel en el Madrid de los años 70 del XIX. Fue entonces un asiduo visitante del Ateneo, donde leía revistas extranjeras y escuchaba a los intelectuales más avanzados de la época, como Giner, Cánovas, Castelar y Clarín, así que “aprendió a pensar en las líneas progresistas de su tiempo, se familiarizó con los pensadores, con los artistas que estaban marcando el rumbo hacia el mundo moderno, y eso le llevó a descubrir maneras de novelar distintas a las prevalentes en España”.
P. Con todo lo visto y leído, ¿cuál es su Galdós favorito?
Germán Gullón. Ese que me acoge en sus páginas, me trata con el calor de un hombre que entiende que el ser humano necesita del otro, de la sociedad que nos rodea. Galdós hace sentir a sus lectores iguales, a él, a los demás, nunca tratará a nadie como la masa, ni se sentirá superior a nadie.
Marta Sanz. A mí me interesa mucho el Galdós que entrelaza las pequeñas historias cotidianas con el curso de la historia y la política; el Galdós que es a la vez crítico y empático, y, en este sentido, podríamos considerarlo un escritor popular y a la vez exigente que consolida los valores de la educación, la cultura y la democracia; me interesa muchísimo el escritor cosmopolita y muy bien formado que habla de lo local sin complejos y, a la vez, es un estilista capaz de transformar el realismo en un caleidoscopio de realismos porque su propia percepción de la realidad va cambiando a causa de su evolución intelectual y de una sociedad bastante convulsa, en transformación.