Dos años después de publicar su sorprendente Un final para Benjamin Walter, Álex Chico (Plasencia, 1980) lanza Los cuerpos partidos, un relato transversal con mucho de ensayo, de memoria, de investigación, de poesía y de metaliteratura. La anécdota, en la línea de El monarca de las sombras de Cercas –en la que el narrador extremeño reconstruía la vida de Manuel Mena, héroe familiar muerto en la Guerra Civil–, es la indagación que Chico realiza en torno a la vida de su abuelo, al que no llegó a conocer, sabiendo que su historia fue la de tantos campesinos andaluces forzados a buscar un futuro mejor, primero en alguna gran ciudad y luego, en una segunda oleada, lejos de España, y que acabaron secuestrados “por el cansancio, el abandono y la nostagia”.
El abuelo de Chico acabó en Bousbecque, un poblacho en la frontera francobelga, y la imagen de ese hombre perdido en un idioma que no era el suyo permite al autor descubrir el poder de las palabras para configurar el mundo. La pérdida que implica el idioma ajeno y la imposibilidad del lenguaje y la lectura como vía de conocimiento personal son algunos de los temas del libro, que también se ocupa, con la vida del abuelo como pretexto, de la España vacía y de la emigración, que es “nuestra condición natural, no la de sedentarios”, sabiendo que al final, como casi todas las aventuras, acaba mal, pues si “es difícil combatir la tristeza, aún más complicado el desengaño”.