Vicente Aleixandre a Gregorio Prieto: "Amo a montones, esto es una catarata"
Víctor Fernández y la Fundación Banco Santander publican las cartas inéditas del poeta al pintor de la Generación del 27
11 febrero, 2020 18:08“Tengo unos deseos enormes de vivir, chico, de salir a la vida. Siento bajo mis siete suelos un rumor vibrante que canta el amor, todo un terremoto de música, de naturaleza, que me hace estremecerme hasta la punta de mis cabellos”. Vida y amor: los dos pilares de la poesía de Vicente Aleixandre inundaban también todo su pensamiento y su manera de relacionarse con los demás, como demuestra este fragmento extraído de una de las cartas dirigidas a su amigo Gregorio Prieto, el pintor de la Generación del 27. Todas las misivas que le envió el poeta se conservan en el archivo del artista, casi todas inéditas, y ahora salen a la luz pública de la mano del investigador Víctor Fernández y la Fundación Banco Santander, que las edita en su colección Cuadernos de obra fundamental con el título Visitar todos los cielos. Cartas a Gregorio Prieto (1924-1981). “A falta de unas memorias de Aleixandre, creo que estas cartas son lo que más se puede acercar a unas memorias íntimas del poeta”, señala el antólogo.
“Amo a montones, esto es una catarata, me voy quedando en todos los ojos y a todo le hallo su núcleo, su yema esencial o meritoria que me lo hace deseable. Carnal o solo espiritualmente voy deseando a casi todo y a todo le encuentro hermosura o gracia o simplemente juventud, que me basta”. Estas líneas del poeta dirigidas a su amigo dan cuenta de su manera panteísta de entender el amor, un amor espiritual y carnal, que se desborda y todo lo envuelve. Aleixandre quería vivir la vida, pero su condición enfermiza le impidió sacarle todo el jugo que él quería, como refleja esta otra carta: “He pasado una temporada terrible, pero pasó, pasó y no quiero recordarla. En cambio tú eres feliz, viajas, vives, amas…, toda la lira. Me alegro de verdad”.
“Estas cartas nos hablan del Vicente Aleixandre poeta, de un lirismo exaltado y una desnudez impresionante en cuerpo y alma, y también nos hablan del ser humano maravilloso que se esconde en esas cartas. Pocas veces nos encontramos una coherencia tan grande entre la persona y el autor”, considera Javier Expósito, responsable literario de la Fundación Banco Santander.
Aunque el poeta muestra en muchas de sus cartas un apremiante deseo de encontrarse con Prieto y le habla de sus ideas sobre el amor, asegura Fernández que su relación se mantuvo siempre en el plano de la amistad. De hecho, Aleixandre conmina a su amigo a que le hable de sus relaciones amorosas: “No solamente no me molesta que me hables de tu amante de Java, sino que me encanta. Hablar de amor también es bueno y a mí me gusta oír a los que aman, ver cruzarse las pasiones como ondas alrededor de uno”.
“Aleixandre se convirtió en el consejero sentimental de Prieto, aunque era un año más joven que él”, señala Fernández, que en el prólogo del libro compara esta relación epistolar con las que mantuvieron otros poetas con artistas plásticos, como Lorca con Dalí o Rilke con Rodin.
No hay, en cambio, comentarios sobre la situación social y política de España. “Lo que menos les interesaba era la política. Otros autores del 27 sí eran más combativos en ese sentido, como Alberti o Bergamín”, explica Fernández. Por su parte, la escritora Elvira Lindo apunta: “Entiendo que Velintonia [la famosa casa de Aleixandre en Madrid] es como un país, y en esa patria lo que hay es otro tipo de reivindicación de una libertad que ni antes ni después de la guerra podía ser llamada por su nombre. Eso hace que en ese mundo íntimo no cupiese el mundo exterior, que se convirtiera en un refugio, un país donde los hombres pueden amar a los hombres”.
"Llegará un día de máxima libertad"
En una de las cartas a Prieto, fechada en 1929, encontramos este comentario de Aleixandre sobre la falta de libertad sexual en la España de la época: “Estoy seguro de que llegará un día de libertad, de máxima libertad. Nuestra generación no lo verá ya. Lo que hoy no está más que apenas tolerado, y mal, y tan mal, será el día de mañana cosa corriente, formas distintas”, escribe Aleixandre. El poeta y el pintor compartían la misma orientación sexual, lo que permitió al autor de Espadas como labios alcanzar un nivel de intimidad y sinceridad en su relación epistolar con Prieto que no podría haber tenido “con un macho alfa como Alberti”, opina Lindo, que ha elogiado el trabajo de Fernández y “ese entusiasmo casi infantil que tiene siempre por descubrir algo nuevo en un país en el que no tenemos esa costumbre de rebuscar en los documentos. Su labor es encomiable”.
Las cartas reunidas en el libro están fechadas entre 1924 y 1981, desde que Aleixandre y Prieto se conocieron hasta pocos años antes de la muerte del escritor (Prieto le sobrevivió unos cuantos años, hasta 1992). “No hay en toda la Generación del 27 un epistolario tan extenso”, señala Fernández. La mayoría de las misivas datan de los años 20 y 30, pero en los años 50 se produjo un distanciamiento entre ambos. “No sabemos qué pasó pero parece que hubo un malentendido entre ellos que hizo que la relación se enfriara”, explica el estudioso. Después la amistad epistolar resurgió, aunque no con la misma intensidad.
"Por Dios, rompe esta carta"
Como siempre que se edita la correspondencia inédita de alguien ya fallecido, resulta inevitable pensar qué le parecería a su emisor verlas publicadas. Como escribía recientemente Ignacio Echevarría en El Cultural, “el autor de las cartas puede verse [...] abocado a no poder impedir su divulgación a largo plazo, y con ello ver expuesta su intimidad en aspectos que a lo mejor preferiría ocultar”. En el caso de Aleixandre las propias cartas empujan a la duda: “Por Dios, rompe esta carta o no se la enseñes a nadie: me llamarían necio y ególatra o ridículo pretencioso. Rompe, rompe”.
Fernández argumenta que Gregorio Prieto le expresó a Aleixandre su deseo de editar un libro ilustrado con escritos suyos —como había hecho con otros autores del 27, en especial con Lorca y Cernuda—, algo que al poeta le pareció bien, aunque el proyecto no llegó a materializarse. Así, cree que si Aleixandre viera este libro publicado, “pensaría que lo que habló con Gregorio Prieto sobre hacer un libro con este material por fin se ha hecho realidad”. No obstante, en esa última carta que dirigió al pintor en 1981 y en la que daba su consentimiento, matizaba: “Por supuesto que cualquier texto mío de la índole que sea (poemas, cartas y cualquier clase de escritos) será, en cada caso concreto, de acuerdo conmigo para su publicación”.
Entre el prestigio y el olvido
Vicente Aleixandre, uno de los escasos escritores españoles ganadores del Premio Nobel de Literatura, es uno de los poetas más importantes y respetados del siglo XX. A pesar de ello, y de las reciente publicación de la biografía firmada por Emilio Calderón y de la poesía completa del autor en Lumen, “Aleixandre sigue estando de alguna manera en el olvido”, opina Expósito.
En la misma línea, la escritora Elvira Lindo opina que “la figura de Aleixandre, no se sabe bien por qué, queda un poco perdida en los libros de literatura”. Un libro como este es “una forma de ponerlo al día y de animarnos a leerlo. Creo que hay muchos libros por escribir sobre Aleixandre, sus amigos, sus cartas y lo que sucedía en el interior del corazón del poeta y de Velintonia”.
La casa de Aleixandre en el número 3 de la calle Velintonia, en Madrid —la calle fue renombrada como el poeta, pero la casa se encuentra hoy en estado de abandono a la espera de que el ayuntamiento de la capital y los herederos del Nobel lleguen a un acuerdo para convertirla en un centro dedicado a la poesía—, fue durante décadas un hervidero de escritores, artistas e intelectuales de la generación del 27 y las siguientes. “Aleixandre fue un personaje catalizador de todas las figuras de la época. No hay otro autor que consiguiera que rondaran a su alrededor tantos poetas, pintores y artistas, algunos de los cuales ni siquiera se llevaban bien entre ellos pero que con Aleixandre consiguieron tener una buena relación”, señala Elvira Lindo. “Tenían que ser unas veladas muy alegres, pícaras, hedonistas, aunque luego entraron en la España gris del franquismo en el que Aleixandre fue quedándose muy solo”.