Antonio Calvo
Granada, 1979. Doctor en Historia por la UCM y profesor titular en la Universidad de Málaga, está especializado en la Historia Cultural de la España del XVIII y el XIX. Es autor de cuatro libros, el último Impostores: sombras en la España de las luces (Cátedra, 2015).
“Ante todo, la Historia será divulgativa o no será”, asegura Antonio Calvo, cuyas investigaciones se centran en la Crisis del Antiguo Régimen, “un periodo fascinante que puso a prueba el sistema de creencias de los españoles y en el que las experiencias personales de sus protagonistas dan cuenta de un mundo cambiante”.
Defensor de integrar el humor en el relato histórico y de “tendencias prometedoras como la Historia Global y las Humanidades Digitales”, Calvo considera “sorprendente cómo seguimos siendo incapaces de abstraernos de los clichés sembrados por los historiadores nacionalistas del XIX y principios del XX, padres inmediatos de la disciplina, a los que nos está costando matar”, sostiene citando el ejemplo del “renacer patriotero del mito de la leyenda negra. No debemos sentir ni orgullo ni vergüenza por la Historia del lugar en el que vivimos”.
En este sentido, reclama para el futuro objetividad y perspectiva en asuntos candentes como “las nacionalidades del Estado español, la igualdad entre géneros o la educación, que se siguen resolviendo con una agenda supeditada a la coyuntura política. Parece que la Historia solo sirve para pervertirla y arrojársela a la cara al contrincante”.
César Rina
Cáceres, 1986. Profesor en la UEX y doctor por la Universidad de Navarra. Es autor, entre otros, de Los imaginarios franquistas y la religiosidad popular (Premio Arturo Barea 2014) y en 2020 va a publicar un libro sobre la construcción del espacio y tiempo peninsular en el siglo XIX.
“Las próximas décadas estarán marcadas por los estudios transdisciplinares y por la superación de esquemas cronológicos políticos”, opina César Rina, que en su trabajo combina el estudio de los iberismos en el siglo XIX, “un tiempo en el que se propusieron múltiples maneras de unir España y Portugal”, con la investigación de “la construcción de la legitimidad franquista a partir de la cultura, la religiosidad popular y otros mecanismos no coercitivos”, aspectos entre los que cada día encuentra más conexiones.
A su entender, el estudio actual de la historia ofrece ventajas, como la internacionalización, “cuya importancia radica en confrontar nuestros modelos con otras trayectorias”, o la atomización. “La historiografía actual se caracteriza por la dispersión de temáticas, métodos y enfoques. No hay ninguna escuela hegemónica, y esa pluralidad enriquece el oficio”. En cuanto al papel de la historia, Rina lo tiene claro, “el combate por el futuro se conjuga en pasado, y al revés: la interpretación del pasado proyecta el tiempo hacia lo deseable. Pensar sobre los usos públicos de la historia es clave, debería ser una asignatura obligatoria en la universidad y ocupar más espacio mediático”.
Mónica Burguera
Valencia, 1971. Doctora por la Universidad de Michigan y profesora en la UNED ha publicado Las damas del liberalismo respetable (Cátedra, 2012) y es investigadora principal del proyecto “Desde los márgenes. Cultura, experiencia y subjetividad en la Modernidad: Género, política y saberes”.
“Estudio la formación de la identidad femenina moderna en la sociedad liberal de la España del XIX, cómo las mujeres se pensaron y actuaron en un universo patriarcal extraordinariamente poderoso, que, en muchas ocasiones, cuestionaron en profundidad”, explica Mónica Burguera, una de las pioneras en nuestro país del estudio de la historia de género y del papel de las mujeres. Convertido en uno de los campos con mayor relevancia y proyección pública reciente, la historiadora reconoce que “en la esfera pública, en la educación, las editoriales infantiles, se respira en gran medida, la necesidad de conocer y reconocer a las mujeres que también fueron parte de un pasado común, de recuperar la vida y la obra de mujeres olvidadas por la Historia”.
Sin embargo, también advierte de los peligros, del cuestionamiento de esta visibilización, pues sostiene que las sensibilidades de los historiadores cambian con el cambio de los contextos políticos y sociales “y estamos en un momento de polarización política y social, y de utilización maniquea de la historia. El aumento incuestionable del populismo y del nacionalismo, nos puede volver a centrar en los mismos marcos de interés nacional y excluyentes tradicionales”, manifiesta Burguera. “Debemos trasladar la idea de que el pasado siempre estuvo abierto y que nuestro futuro será aquel al que nuestras decisiones políticas y económicas, las de nuestros dirigentes y las nuestra personales, nos lleven”.
Para conseguir esto, la historiadora piensa que se debe mantener la tendencia de los últimos tiempos a democratizar la historia, “a incorporar a las clases populares, a las mujeres, a las distintas razas y etnias, y a demostrar que sin atender a procesos de interconexión y mestizaje es muy difícil explicar la construcción de la sociedad actual”, y se encomienda para ello a “una generación de historiadores llamada a ensanchar y enriquecer las formas de pensar y escribir la historia de la España contemporánea con todas sus complejidades”. Aunque de nuevo matiza no tener claro que “los debates e imaginarios políticos vayan a ser permeables a las reflexiones de este conocimiento histórico. Tendremos que mantener la esperanza”.
Diego Gaspar
Zaragoza, 1982. Licenciado y doctor por la Universidad de Zaragoza, actualmente investiga en Ámsterdam con una beca Juan de la Cierva. Es autor, entre otros, del libro La guerra continúa. Voluntarios españoles al servicio de la Francia Libre (1940-1945) (Marcial Pons).
“Superar las narrativas nacionales, centradas en la construcción de mitos positivos y relatos que legitimaran los Estados nacidos de la posguerra mundial, y contribuir a desmitificar y deconstruir esos dogmas blindados que responden a una visión de la historia monocroma y sin matices” es una de las claves de la historiografía actual para Diego Gaspar, cuyos trabajos se centran en reflexionar desde una perspectiva transfronteriza y transnacional sobre procesos migratorios de diversa índole, como el exilio español de 1939, la participación de extranjeros en la Resistencia francesa, el voluntariado en armas internacional o la salida detrabajadores españoles hacia Europa entre los años 60 y 70.
Para reformular estas lecturas de hechos que siguen teniendo gran peso en nuestro presente, el historiador considera fundamental viajar a otros lugares para “confrontar experiencias yformarse en nuevas técnicas y maneras de abordar la historia para enriquecerel análisis de aquellos temas que la historiografía española ha tratado desde una perspectiva más clásica o tradicional”. En este sentido Gaspar lanza una mirada a la segunda mitad del siglo XX para citar como ejemplos la labor rompedora de la Escuela de los Annales o el giro divulgativoy la elegancia narrativa que adoptó la historiografía anglosajona en los años 80.
“La historia no es solo una profesión, sino una herramienta de búsqueda que nos permite mirar el pasado de forma crítica y poder incorporar actores y hechos anteriormente olvidados”, defiende. Por ello le gustaría que de cara al futuro, se continuara potenciando la historia de género “pues las mujeres han sido uno de esos sujetos históricos silenciados”.
También llama la atención sobre “lahistoria de las violencias, de los pasados traumáticos, del estudio de los imperios y las experiencias personales de ocupación, contestación y resistencia”. De ellas, señala, “comenzamos, poco a poco a tener acceso a las fuentes”. Y, por supuesto, alude Gaspar a uno de sus campos de estudio, las migraciones, ya que “en el contexto actual y futuro, con los movimientos de población que provocara el cambio climático, irán a más y deberemos buscar paralelismos en el pasado”.
Pol Dalmau
Igualada, 1985. Doctor por el IUE e investigador en el Instituto Leibniz. Recibió en 2018 el premio Manuel Pérez Ledesma y entre sus publicaciones destaca Press, Politics and National Identities in Catalonia: 1881-1931 (2017).
“Cada generación de historiadores estudia el pasado a partir de las preguntas que le suscita el presente. Si la generación de nuestros padres buscaba superar la idea de’ ‘fracaso’ o ‘excepcionalidad’ a la hora de explicar la historia española, en el contexto de integración a la Unión Europea, la nuestra se enfrenta al reto de explicar la historia de la globalización, la formación de la identidad europea y el porqué de las crecientes desigualdades sociales”, reflexiona Pol Dalmau, especialista en la imagen pública del poder, cómo las élites consiguen mantener su posición preeminente en la sociedad y en la historia de la globalización, un fenómeno mucho más antiguo de lo que pensamos, en la época contemporánea.
En esta época de integración global sin precedentes, de la que es imposible escapar, “del jersey que llevas puesto, fabricado en Vietnam con algodón indio, y que has comprado en una tienda Zara de Nueva York, a fenómenos mundiales como el cambio climático o el coronavirus”, Dalmau opina que es un deber del historiador “preparar a las nuevas generaciones con las herramientas intelectuales que les permitan comprender y desenvolverse en este complejo mundo globalizado, a la vez que participar en el debate público para desmontar mitos, necesidad especialmente importante en época de las fake news y la visión cortoplacista que suele imperar en la política”.
Begoña Barrera
Sevilla, 1989. Doctora por la Universidad de Sevilla, donde imparte clases ha publicado dos monografías María Laffitte. Una biografía intelectual (2015) y La Sección Femenina 1934-1977. Historia de una tutela emocional (Alianza, 2019).
Enfocada al individuo y útil para la sociedad más allá de los muros de las universidades, así ve Begoña Barrera la historiografía actual, cuyas vías más fuertes de investigación “tienen que ver con el estudio de las identidades, con la pregunta de quiénes eran esos sujetos históricos del pasado cuyas acciones queremos entender. Hay un gran interés por acercarse a la experiencia de los individuos históricos y así entender mejor el mundo en el que vivían”.
Su trabajo se centra en la historia de las mujeres durante el Franquismo, plasmado en su tesis Mujeres bajo tutela: una historia de la Sección Femenina de Falange desde el género y las emociones (1934-1977), donde analizó el adoctrinamiento de las mujeres durante la dictadura. “Muchos de los temas actuales, como la violencia de género, tienen largas raíces históricas que es importante, incluso urgente, conocer. La historia aporta herramientas para saber identificar y confrontar discursos misóginos que todavía hoy definen a las mujeres como objetos o seres inferiores a los hombres, aunque esto es igualmente aplicable a otros problemas estructurales de nuestra sociedad, como el racismo”, apunta.
De cara al futuro, defiende la transnacionalización de los estudios, lo que logrará que “la historia de España será vista desde una perspectiva más amplia, ya sea en un marco atlántico, mediterráneo, europeo o global”.
Luis Garrido
Santander, 1971. Doctor por la UC y profesor en la Europea del Atlántico. Ha publicado Guerra y Paz. Espartero durante la Regencia de María Cristina y ha ejercido de asesor histórico en exposiciones dedicadas a Cánovas, Sagasta y Donoso Cortés.
“La convivencia con otras ciencias sociales es lo que domina ya la práctica histórica. Hoy no se puede hacer una historia de calidad sin unos conocimientos mínimos de ciencia política, sociología o teoría cultural”, asegura Luis Garrido, cuyas investigaciones se centran en aportar luz al mundo que sale de la Revolución Liberal, “ese momento de transición en el que conviven un final de época que se resiste a morir y unas nuevas formas de legitimidad que no terminan de asentarse”.
Superada ya la internacionalización de la historiografía española, sus reclamaciones se centran en aspectos técnicos como la liberalización de fondos, en la línea de lo anunciado recientemente por el Vaticano. “Si los ministerios reformaran la ley de secretos oficiales, continuaran con la digitalización de sus fondos y permitieran hacer fotos de la documentación (algo que pasa en toda Europa), avanzaríamos aún más. Seguir encargando fotocopias, algunas de las cuales tardan hasta un año, es algo que no se entiende a estas alturas”.
En cuanto al futuro, se remite a los temas que ya despuntan en la actualidad. “En lo cronológico, el Franquismo y la Transición gozarán de una atención preferente; y en lo temático, biografía, estudios de género, nacionalismo, memoria e historia cultural seguirán marcando la pauta. El gran perdedor, me temo, será el siglo XIX”.
Daniel Marías
Madrid, 1976. Licenciado en Geografía por la UAM y doctor por la Carlos III, donde imparte clases. Entre sus libros destacan Nacionalismo y educación geográfica en la España del siglo XX (2002) y Geografía, viajes y periodismo en la España del franquismo (2011).
“Soy licenciado en Geografía y doctor en Humanidades, y abogo por hacer desaparecer o difuminar cada vez más las fronteras entre disciplinas con que algunos pretenden encorsetar el conocimiento”, explica Daniel Marías, que ha centrado su actividad investigadora en líneas temáticas como la ordenación y gestión del territorio, el medio ambiente y el paisaje y la geografía histórica y la historia del pensamiento geográfico.
Y es que a su entender, “la historia no es algo inane, muerto y estéril, sino que esconde enseñanzas útiles capaces de arrojar luz sobre nuestro presente y futuro, esquivando siempre la construcción de discursos históricos, que condicionan sobremanera la interpretación de determinados periodos, hechos, personajes”. Por ello, apoyado en fuentes orales y de archivo, Marías investiga “desde cuestiones relacionadas con la historia del paisaje, la cartografía, o las representaciones iconográficas del territorio, hasta la del urbanismo, el turismo y las divisiones político-administrativas”, campos que guardan amplios conocimientos sobre nuestra sociedad actual.
“Me gustaría que en el futuro los temas sociales y medioambientales cobren un mayor protagonismo, pues creo un deber ético de los científicos e intelectuales tratar de realizar aportaciones que mejoren la situación del planeta y de los seres que lo habitan”, concluye.
Scheherezade Pinilla
Sevilla, 1980. Profesora de Historia del Pensamiento en la Complutense, con tesis inscrita, ha publicado Las ciudades intermitentes: el heroísmo de los muchos en Balzac y Galdós (Marcial Pons, 2014) y La utopía de los libros: politica y filosofía de Miguel Abensour (B. Nueva, 2016).
La decidida apuesta por la interdisciplinariedad es el eje de las investigaciones de Scheherezade Pinilla, enmarcadas en la confluencia de la Teoría Política, la Historia Política y la Crítica de la Cultura. Comenzando desde el siglo XIX, “un auténtico núcleo de invención que nos ha brindado los principales mitos políticos de nuestra época y el orden representativo a partir del que seguimos pensando la política de hoy”, la historiadora ha ampliado el horizonte temporal hasta adentrarse en los totalitarismos del siglo XX “en el marco de una investigación acerca de la literatura sobre los campos, más concretamente, sobre la obra y la figura de Jorge Semprún”.
En este sentido, Pinilla cree que es clave abrirse al extranjero, como hizo ella con estancias de investigación en la Sorbona o Harvard, “que hicieron posible la apertura de mi investigación sobre historia de España a otro casos, como el francés, lo que le ha llevado a traducir el clásico de la historiografía sobre la Revolución francesa La fiesta revolucionaria, de Mona Ozouf. “Al ampliar el espectro al extranjero Al amplia perderán fuelle dentro de nuestras fronteras los intentos de salvarnos del negro de las leyendas, pues la historia de España no necesita ser rescatada de la excepción ya que se trata, sencillamente, de una historia como otras”.
Santiago López
Salamanca, 1991. Graduado en Historia y Patrimonio Histórico por la UEX, donde imparte clases, actualmente realiza su tesis doctoral sobre la actuación diplomática de España en la Francia ocupada. Ha escrito en publicaciones como Routledge, Sage Journals y Oxford Academics.
“Uno de los problemas más frecuentes es creer que la historia o los errores de nuestro país son únicos, por lo que nos flagelamos en una amargura autocomplaciente. Salir nos abre los ojos y nos permite ver en términos comparativos”, defiende Santiago López, cuya tesis doctoral marida su interés por el Holocausto y por España investigando el papel diplomático del régimen franquista en la época, sobre el que hay “toda una serie de interrogantes todavía pendientes”.
“La principal revolución para la investigación es el acceso a las fuentes”, opina López, que relata que en su área de trabajo se puede consultar desde casa los testimonios de hasta 55.000 personas realizadas por la USC Shoah Foundation (Los Ángeles, California), así como millones de documentos de archivos franceses, israelíes, estadounidenses o alemanes. “Este acceso con un solo clic ha supuesto una revolución cuyas potencialidades todavía no somos capaces de apreciar”.
También comparte López que en el futuro los estudios históricos tendrán una mayor interrelación con otras ciencias, “como demuestra la aparición de estudios históricos que prestan atención a los cambios climáticos y su repercusión histórica en movimientos migratorios, crisis económicas o revoluciones políticas de gran calado”. Andrés Seoane