Periodista, biógrafa y narradora, Pilar Eyre (Barcelona, 1951) lleva años conquistando un lugar destacado en las preferencias de los lectores. Así, tras el éxito de María la Brava, Ena; Ricas, famosas y abandonadas; Pasión imperial y La soledad de la Reina (todas ellas publicadas por La Esfera de los Libros), fue finalista del Premio Planeta en 2014 con Mi color favorito es verte, un relato de corte autobiográfico que confirmó sus dotes como novelista. Ahora se planta en la Barcelona de 1939 para acompañar a las tropas del general Yagüe cuando entran en la ciudad.
Entre los vencedores destaca por su porte y su fortuna Mauricio Casasnovas, joven heredero de la mejor burguesía catalana, dedicado a la industria textil. Desfilan por estas páginas, en las que una sociedad traumatizada intenta recuperar la alegría previa a la guerra, nombres como los de Bofill, Caralt, Ribes, Moncada, Regás, Prat, Samaranch, Carlos Sentís, Florencio Pujol…, gentes que no dudan alzar el brazo, vestir camisa azul, cantar el Cara al sol y emplear el castellano, desterrando el catalán, mientras rehúyen hablar de la tragedia civil vivida porque resulta de mal gusto.
Guapo y mujeriego, Casasnovas recupera su vida y se enriquece aún más gracias al estraperlo, la corrupción reinante, y a su suegro, pero mantiene una relación esquiva con su mujer, sus hijos y con su hermano menor, Miquelet (ahora Miguel), que trata de emularle mientras ambos intentan olvidar la trágica muerte de su padre. Todo cambia, sin embargo, cuando en su primera visita a la fábrica familiar Mauricio conoce a una joven obrera, Amparo, y se enamora sin remedio.
A partir de este momento en la novela se suceden aventuras y tragedias (como la muerte en Rusia del hermano del protagonista y de un íntimo amigo de la familia alistados en la División Azul), mientras Mauricio prosigue su persecución de Amparo hasta lograr enamorarla, sin que ella olvide ni deje de visitar jamás a su marido, Germinal, profesor republicano y libertario condenado a treinta años de cárcel, pese a sus esfuerzos por demostrar su inocencia y falta de crímenes de sangre.
Mauricio, por su parte, lo perderá todo, su fortuna, su certeza, incluso su amor, por una decisión indigna. Un giro inesperado ilumina las sombras del relato, demostrando la habilidad de la autora, que ha sabido tejer con destreza una trama subyugante. Confieso que ante libros como este es cómodo caer en la condescendencia, pero sería injusta con la autora y sus lectores.
Un perfecto caballero seduce al lector en su recuperación de un tiempo no tan lejano de silencios y complicidades de la mejor sociedad catalana, esa que no conoce más ideal que el dinero y el poder. Y permite pasar unas horas entretenidas en estos tiempos de desolación.