El escritor chileno Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949) ha muerto este jueves en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo, después de haber estado ingresado por coronavirus durante más de un mes. De hecho, su caso, conocido el día 29 de febrero, fue el primero detectado en Asturias y uno de los primeros de nacionalidad chilena. A su regreso de un festival literario en Portugal, donde tampoco se habían detectado casos en aquel momento, Sepúlveda empezó a manifestar síntomas de Covid-19 y fue hospitalizado al dar positivo. Fuentes cercanas al autor han comunicado a la agencia EFE la noticia de su fallecimiento.
Su editorial, Tusquets, ha lamentado su muerte en un comunicado en el que lo define así: "Recorrió desde muy joven casi todos los territorios posibles de la geografía y las utopías, y de esa vida inquieta supo dar cuenta, como dotadísimo narrador de historias, en apasionantes relatos y novelas".
Sepúlveda, de marcada ideología progresista, militó en las juventudes comunistas de su país y abandonó Chile en 1977, perseguido por la dictadura de Augusto Pinochet. Después recorrió varios países de Latinoamérica, enrolado en proyectos revolucionarios, incluyendo la Revolución Sandinista de Nicaragua, como miembro de la Brigada Internacional Simón Bolívar. Más tarde se instaló en Hamburgo, Alemania, donde ingresó en el movimiento ecologista como militante de Greenpeace y se casó con su segunda mujer, con quien tuvo tres hijos. Después se reencontró con su primera mujer, Carmen Yáñez, y reanudaron su relación. Desde 1997 residían en Gijón, donde Sepúlveda fundó y dirigió el Salón del Libro Iberoamericano.
El autor chileno publicó una treintena de libros. Ganó el premio Tigre Juan en 1988 por una de sus obras más conocidas, Un viejo que leía novelas de amor, traducida a numerosos idiomas, con ventas millonarias y llevada al cine con guion del propio Sepúlveda, bajo la dirección de Rolf de Heer. Le siguieron las novelas Mundo del fin del mundo y Nombre de torero, y los volúmenes de relatos Desencuentros, Diario de un killer sentimental, seguido de Yacaré y La lámpara de Aladino. Su novela más reciente, El fin de la historia, significó el retorno de Sepúlveda al protagonista de Nombre de torero, Juan Belmonte, con una investigación a la manera de Chandler.
Una de las pasiones de Sepúlveda era la literatura de viajes. En 1995 publicó Patagonia Express, un recorrido por la vasta región americana plagada de personajes reales fascinantes. En 2012 vio la luz otro libro salido de aquellas experiencias, Últimas noticias del Sur, acompañado de las imágenes tomadas por su compañero de viaje, el fotógrafo Daniel Mordzinski.
En 2009 ganó el Premio Primavera con La sombra de lo que fuimos, la historia de tres sexagenarios exmilitantes de izquierda que, derrotados por el golpe de Estado de Pinochet y exiliados, vuelven a reunirse 35 años después, convocados por un antiguo camarada, para ejecutar una última acción revolucionaria. "La única forma de vivir es atreverse, ser audaz", declaró a El Cultural en una entrevista con motivo de la publicación de aquella novela.
También ostentaba, entre otros, el Premio Gabriela Mistral de poesía, que obtuvo en 1976, y el Premio de la Crítica de Chile, en 2001. Fue distinguido en 2006 como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia y era doctor honoris causa por las universidad de Toulon, en Francia, y Urbino, en Italia.
Sepúlveda cultivó también la literatura infantil y juvenil. Con Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, Sepúlveda se convirtió en un clásico vivo para muchos jóvenes y escolares. En esa misma tradición, Tusquets Editores publicó Historia de un perro llamado Leal, Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud e Historia de una ballena blanca. A ellas se suma Historia de Mix, de Max y de Mex, una fábula de amor por los animales.