Narradora, abogada y librera, la argentina Paula Vázquez (1984) traza en Las estrellas un sobrecogedor relato acerca de la enfermedad y muerte de su madre, una polaca más argentina que Maradona. Libro de duelo, por tanto, en la línea de los de Simone de Beauvoir (Una muerte muy dulce), Peter Handke (Desgracia indeseada) o Georges Simenon (Carta a mi madre) que menciona María Moreno en la contraportada, pero también de los de Marcos Giralt Torrente (Tiempo de vida) o Milena Busquets (También esto pasará), Las estrellas es además una obra sobre el poder de las palabras y una guía de viajes íntimos y por medio mundo, quizá porque, como señala la autora, entre “duelo” y “vuelo” solo existe una letra.
Pero siempre, ya sea mientras indaga en su propia evolución, mira las estrellas, viaja a Cuba en busca de un remedio milagroso para la madre moribunda o lleva sus cenizas a Sicilia, está ella, su ausencia que es presencia, la de esa mujer “hermosa y hermética como una bóveda oscura” a la que la protagonista llora sin adornos.
Leído mientras una terrible pandemia asola a miles de familias, el libro conmueve especialmente porque narra con increíble viveza no sólo cómo la madre acepta la muerte segura, tras dolorosísimas sesiones de quimioterapia, sino también por la manera en que la familia puede acompañarla en sus últimas horas y llorarla “todo ese espacio y ese tiempo”.