Pío Caro-Baroja (Madrid, 1969) empezó a tomar notas para este Cuaderno de la ausencia al mes de morir su padre. Escribía al principio las cosas que “nos iban sucediendo a los de la casa”, esa casa de Itzea que ha albergado a una familia tan particular y extraordinaria como los Baroja, pero muy pronto el cuaderno tomó la senda de la conversación con el padre ausente, Pío Caro Baroja, el hermano de Julio, el sobrino de don Pío Baroja… “y aquí estoy, dando vueltas por la casa buscando restos físicos de tu existencia por los rincones…”.
El cuaderno rezuma una nostalgia continua y avasalladora de Itzea y sus habitantes, aunque entre recuerdos, ensoñaciones y tristezas se filtra de vez en cuando la queja monocorde por aquellos “librotes biliosos” que algunos conocidos se empeñan en publicar contra la familia. El autor sigue el rastro de su padre, de las conversaciones con él (“me hablabas de la metralla, de la guerra, de cómo el tío Pío se llenaba los bolsillos del abrigo de castañas pilongas que luego hacía estallar como bombas en la chubesqui”); de sus escritos y películas, de sus viajes y amigos en Vera, Madrid, Argentina, Málaga… Y ese rastro le devuelve siempre la imagen de un padre que se pasó media vida mirando hacia atrás, siempre pendiente de lo que dejaba a su espalda.
Pío Caro-Baroja trata de averiguar, en cada página de su cuaderno emocionado, que tanto y tan bien dibuja su mapa familiar, el origen de esas “tristezas nuestras, que se suceden en las generaciones desde el bisabuelo Serafín, el último optimista de la familia”. Confiesa que le agobia su futuro, rodeado de retratos familiares y trastos viejos en esos días de lluvia de Itzea, aunque una buena comida en Baigorri, acercarse al frontón de Sara con la vespa, o una llamada de Madrid informándole de cómo van las ediciones de los libros de sus tíos le alegran el día.
El cuaderno de la ausencia es un libro íntimo y lúcido sobre la pérdida, una pérdida en este caso múltiple, que abarca todo un mundo, su mundo de personajes excepcionales. “Me temo que tengo que aprender a vivir con ellos puestos”.