El Cultural

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Letras

El pasado 'rojo' de Javier Argüello

Con un estilo periodístico limpio y cercano, el escritor narra la militancia izquierdista de sus padres, condicionada por orígenes familiares disímiles

29 junio, 2020 09:32

Ser rojoJavier Argüello

Literatura Random House. Barcelona, 2020. 17,90 €. Ebook, 8,99 €

Casualidad o no (la mirada conspiranoica del lector se resiste a aceptar las casualidades), en lo que llevamos de 2020 hemos leído ya al menos media docena de libros en lengua castellana que reconstruyen la vida de los padres o abuelos del autor. Esta variante de la confesionalidad propia de la narrativa actual habla del desarraigo en el que nos encontramos, de la añoranza de combates y coyunturas menos confusos. Es una apelación a mitos fundacionales dolorosos, pero también vertebradores. Cada novelista decide cuánto de individual y de colectivo desea explorar en su texto, y en el caso de Javier Argüello (Santiago deChile, 1972) y Ser rojo, ambos aspectos quedan equilibrados. Las coordenadas del libro se pueden situar entre dos citas. Una es esta: “La realidad siempre es más compleja que los papeles que la explican. El mejor modo de entenderla suele ser en primera persona”. La otra, esta: “Narramos nuestras vidas –como lo estoy haciendo yo ahora– con la esperanza de conseguir otorgarles un sentido del que en realidad carecen [...]. Cada uno de nosotros carga en el morral con los dolores no sanados de sus padres”.

El giro final donde Argüello reflexiona sobre 'ser rojo' descarrilla lo que estas memorias tuvieran de literario

Con un estilo periodístico limpio y cercano, Argüello nos cuenta la militancia izquierdista de sus padres, condicionada por orígenes familiares disímiles. La crónica nos lleva de Argentina al Chile de Allende y Pinochet, pasando por alguna visita al viejo bloque soviético. Armado a partir de las declaraciones de esos mismos padres, el libro ofrece datos e impresiones de indudable valor sobre la época (tal vez sea un parecido epidérmico, inducido por la coincidencia de paisajes, pero he recordado a menudo El fin del ‘Homo Sovieticus’ de Svetlana Aleksiévich, algo que dista de jugar a favor de Ser rojo): las expectativas durante la presidencia de Allende, el terror de la represión, la asunción de los errores propios, los detalles de la vida al otro lado del muro de Berlín, el progresivo desencanto que no logra, pese a todo, borrar el compromiso con la igualdad... Todo esto, Argüello lo cuenta bien, tal vez con una simplicidad que roza lo didáctico (“rozar” no es “caer”), pero con tanta eficacia que cualquier lector interesado en el período agradecerá la lectura.

La parte menos estimulante de Ser rojo llega al final, cuando se convierte en una especie de ensayo que ordena y explicita las conclusiones que el hijo obtiene de la experiencia familiar. Una cosa es que sus planteamientos, aunque genéricos, sean tan nobles como compartibles (“soy rojo porque creo que la comunión de los hombres sigue siendo el objetivo”); incluso, que inviten al debate (seguimos discutiendo si, en el comunismo, puede desligarse ideal de realidad histórica, como afirma Argüello y yo comparto parcialmente); pero el giro a un programa de buenas intenciones y síntesis histórica cliché descarrila lo que estas memorias tuvieran de literario sin aportar nada mil veces escuchado en cualquier conversación entre amigos más o menos politizados.