"Es fundamental conocer la literatura canónica si queremos aprender a oír, a ver, a pensar, a sentir...", afirmaba el gran canonizador literario de las últimas décadas, Harold Bloom, cuya omnipresente selección de El canon occidental (1994) causó tantas y tan diversas polémicas que, arrepentido y superado, llegó a apuntar que “el canon no está para apoyar los ideales democráticos y establecer la moralidad”. Y es que desde hace años esa visión de un corpus único, jerárquico y cerrado está en vías de extinción ante el aperturismo de nuevas lecturas y visiones más integradoras de la realidad literaria.

¿Significa eso que el canon ya no es válido como forma de entender y aproximarse a la literatura? Hace unas semanas El Cultural publicaba un inédito del último gran sabio literario europeo, George Steiner, donde el pensador resumía que el canon de una cultura “es la cristalización, el acervo individualmente interiorizado de textos recordados, los ‘grandes libros’, alrededor de los cuales un idioma y una sociedad edifican sus códigos de autorreconocimiento”. Siguiendo esta visión, el editor Constantino Bértolo explica en su libro ¿Quiénes somos? 55 libros españoles del siglo XX, que Periférica publica en los próximos días, que “la literatura es una de las herramientas que la sociedad utiliza para construir su identidad, un espejo semántico en el que reconocerse”.

Pero ¿cómo abarcar el complejo, prolífico y cambiante siglo XX literario español con unos cuantos nombres? Recogiendo el guante de su propuesta, en El Cultural hemos puesto ante esa difícil tesitura a ocho de los más importantes editores españoles, que han seleccionado para nosotros cuáles son para ellos los ocho libros más importantes de la anterior centuria. Una selección minuciosa y personal donde los grandes nombres incontestables de nuestra literatura se combinan con apuestas menos evidentes y con algunas ausencias. Y es que, como recuerda de nuevo el maestro Steiner, “en relación a lo canónico, escrúpulo y éxtasis son solo uno”.

LAS LISTAS DE LOS EDITORES

Chus Visor (Visor Libros)

Campos de Castilla, Antonio Machado

Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón Jiménez

Pombo y La sagrada cripta de Pombo, Ramón Gómez de la Serna

- Revista de Occidente, Ortega y Gasset

Tirano Banderas, Ramón María del Valle Inclán

Poesía española. Antología 1915-1931, Gerardo Diego

La guerra civil española, Hugh Thomas

- La colmena, Camilo José Cela

Valeria Bergalli (Minúscula)

Luces de Bohemia, Ramón María del Valle Inclán

Poeta en Nueva York, Federico García Lorca

Automoribundia, Ramón Gómez de la Serna

- Tiempo de silencio, Luis Martín-Santos

La plaza del Diamante, Mercè Rodoreda

El cuaderno gris, Josep Pla

Diccionario de uso del español, María Moliner

- Claros del bosque, María Zambrano

Miguel Aguilar (Deabte y Taurus)

Otoño en Madrid hacia 1950, Juan Benet

Las personas del verbo, Jaime Gil de Biedma

La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas, Carmen Martín Gaite

- La ciudad de los prodigios, Eduardo Mendoza

El testimonio de Yarfoz, Rafael Sánchez Ferlosio

Mañana en la batalla piensa en mí, Javier Marías

Fabulosas narraciones por historias, Antonio Orejudo

- El bucle melancólico, Jon Juaristi

Pilar Reyes (Alfaguara)

- Tirano Banderas, Ramón María del Valle Inclán

- La rebelión de las masas, José Ortega y Gasset

- Nada, Carmen Laforet

- Tiempo de silencio, Luis Martín-Santos

La realidad y el deseo, Luis Cernuda

- Juegos de la edad tardía, Luis Landero

- Corazón tan blanco, Javier Marías

- El capitán Alatriste, Arturo Pérez-Reverte

Christina Linares (Renacimeinto)

- Luces de Bohemia, Ramón María del Valle Inclán

- La rebelión de las masas, José Ortega y Gasset

- Tea Rooms, Luisa Carnés

A sangre y fuego, Manuel Chaves Nogales

- La realidad y el deseo, Luis Cernuda

- Nada, Carmen Laforet

- La sinrazón, Rosa Chacel

- Memoria de la melancolía, María Teresa León

Sandra Ollo (Acantilado)

- Nada, Carmen Laforet

- La realidad y el deseo, Luis Cernuda

- El árbol de la ciencia, Pío Baroja

Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé

- El cuarto de atrás, Carmen Martín Gaite

- Los santos inocentes, Miguel Delibes

- La sonrisa etrusca, José Luis Sampedro

- La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza

Luis Solano (Libros del Asteroide)

- La forja de un rebelde, Arturo Barea

- El cuaderno gris, Josep Pla

- A sangre y fuego, Manuel Chaves Nogales

- El Jarama, Rafael Sánchez Ferlosio

- Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé

- Los santos inocentes, Miguel Delibes

- La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza

- La parranda, Eduardo Blanco Amor

Juan Casamayor (Páginas de Espuma)

- Los niños tontos, Ana María Matute

- Don de la ebriedad, Claudio Rodríguez

- Velocidad de los jardines, Eloy Tizón

- Mi hermana Elba, Cristina Fernández Cubas

- El aburrimiento, Lester, Hipólito G. Navarro

- De una niña de provincias que se vino a vivir a un Chagall, Blanca Andreu

- Tiempo de llorar y otros relatos, María Luisa Elío

- Obras completas de Javier Tomeo

Generaciones renovadoras

"En 'Campos de Castilla' Machado encuentra la sencillez y la intensidad en la palabra que buscaba el 98". Chus Visor

Los inicios del siglo XX, la llamada Edad de Plata de la cultura española, concentran un buen número de autores cuyas obras integran esta selección. Tres potentes generaciones, la del 98, el 14 y el 27, se influirían mutuamente y dejarían su legado a toda la literatura posterior. Del primer grupo, la editora de Acantilado Sandra Ollo destaca El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, que describe como “una novela difícil y abrupta en ocasiones pero maravillosamente bien escrita, hija de su tiempo y de su generación. El paso de los años no la ha erosionado en absoluto”. Por su parte el editor de poesía Chus Visor elogia Campos de Castilla, una obra donde Antonio Machado encuentra “la sencillez y la intensidad en la palabra que tanto buscaban los escritores de la Generación del 98, frente a las exageraciones modernistas. Nuevos senderos para la poesía se abren desde la sinceridad y la emoción”.

También elige Visor Tirano Banderas, “la novela del esperpento. No hay héroes, no hay descripciones, solo degradación, vileza y tiranía en esta historia demoledora que abre muchos caminos desconocidos”. Ramón del Valle-Inclán hace doblete con la emblemática Luces de Bohemia, que Valeria Bergalli, de Minúscula, escoge “porque el esperpento está más vivo que nunca. Es una obra lírica, expresionista, moderna. Insuperada”. Para Christina Linares, de Renacimiento, el dramaturgo gallego condensa en este libro “la bohemia española y el esperpento, tan característicamente nuestros, tan arraigados en nuestra cultura e imaginario”.

“Con 'La rebelión de las masas', Ortega fue el primer filósofo del XX que demuestra que se puede pensar en español”. Christina Linares

Avanzando unos años, Linares selecciona uno de los títulos clave de quien dio nombre a la Generación del 14, La rebelión de las masas, José Ortega y Gasset, “el primer filósofo que demuestra que se puede pensar en español, capaz de abordar todo tipo de temas”. A otra faceta del gran ensayista alude Visor al citar la hoy mítica Revista de Occidente, que Ortega fundó y “mantuvo durante años como una de las más importantes de Europa, reflejo durante años de la vida intelectual de una generación extraordinaria de humanistas y creadores”.

El veterano editor también dibuja en este mapa a otros dos grandes coetáneos, Juan Ramón Jiménez con su Diario de un poeta recién casado, que supuso “el comienzo del simbolismo en la poesía. La ruptura entre el verso y la prosa en el poema y el alejamiento definitivo del costumbrismo”; y al “raro absoluto” Ramón Gómez de la Serna “, en cuyas novelas Pombo y La sagrada cripta de Pombo, “la devoción por la escritura y por la literatura alcanza el mayor grado y la anécdota toma el poder. Lo intrascendente, la curiosidad, los personajes, la banalidad, todo es hermoso”. Del creador de las greguerías elige Bergalli Automoribundia, “el libro más singular del siglo. Un festín literario”.

"Además de condensar las virtudes de Lorca, en 'Poeta en Nueva York' hay imágenes y sensaciones que te perseguirán toda la vida. Valeria Bergalli

La poesía toma definitivamente las riendas con la Generación del 27. Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca es incluido por Bergalli porque “además de condensar todas las virtudes del poeta, es su libro más radical y arriesgado. Hay en él imágenes, sensaciones, que te perseguirán toda la vida”. Algo que les ocurre a Ollo y Linares con Luis Cernuda y La realidad y el deseo. La primera destaca “la belleza y el dolor de su obra”, y también “su recorrido biográfico e intelectual, que representa, el camino vital de muchos seres humanos. Es un poeta de la vida, con todos sus desgarros”. Por su parte, la editora de Renacimiento cree que “aunque Lorca sea visto desde el extranjero como el poeta español por excelencia, Cernuda es el gran poeta del 27 y el que más ha influido en las generaciones posteriores”. Cierra el homenaje a este grupo Visor con un broche, la antología de Gerardo Diego Poesía española. Antología 1915-1931, “una recopilación modélica por su concepción y su contenido que condensa lo mejor de aquella extraordinaria generación de poetas”.

Una España gris

La Guerra Civil, con sus dolorosos peajes de exilios y censuras, fue un hachazo que dividió a la sociedad y la literatura españolas. De esta época gris Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, destaca dos obras. La primera, La forja de un rebelde, de Arturo Barea, “una de las grandes trilogías novelísticas en castellano, con el permiso de Los gozos y las sombras de Torrente Ballester y de las tres primeras novelas de nonaología La crónica del alba de Ramón J. Sender”. Y también a ese gran periodista paulatinamente recuperado que es Manuel Chaves Nogales, de cuyo A sangre y fuego afirma que “si sólo pudiéramos leer un libro sobre la Guerra Civil española, debería ser sin duda este”. Algo que refrenda Linares, que lo elige por ser “uno de los textos más influyentes del siglo XX”.

"'Nada', de Carmen Laforet, describe con belleza una España aturdida, atropellada y dolorida". Sandra Ollo

Y es que hay que tener en cuenta, como apunta Miguel Aguilar, editor de Debate, Taurus y Literatura Random House, “la compleja danza entre tres momentos del libro: cuándo se escribió, cuándo se publicó y de qué tiempo habla”. En ese sentido y saltando de década, reivindica Otoño en Madrid hacia 1950, de Juan Benet “un retrato maravilloso de una sociedad, o, mejor dicho, unos individuos, que empezaban a pensar que otro país era posible en un medio de una tremenda miseria moral y material”. En ese mismo espíritu se inserta la primera novela que recibió nuestro más antiguo premio literario, el Nadal, la seminal Nada, de Carmen Laforet, que en opinión de Linares “refleja magistralmente la España de la posguerra. Para Ollo, es “un libro intimista y bello, que describe una España aturdida y atropellada, sucia y dolorida, y anticipa muchas otras novelas que vendrán después”.

A partir de los años 50, aunque continuó habiendo movimientos y generaciones, el panorama se amplió de tal manera que incluso encontramos a algunos autores insertos en diversos movimientos, así como varios versos libres. Uno de los títulos a los que sin duda asociamos esa realidad todavía áspera y en blanco y negro es La colmena, del a la postre Nobel Camilo José Cela, libro en el que, para Visor, “el personaje es la sociedad, los derrotados en la guerra, con sus miserias y humillaciones y donde la precisión en las descripciones toma relevancia en la narrativa”. También El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, que Solano define como “imperecedero realismo social en estado puro”.

Entre el silencio y el cambio

A caballo entre los 50 y los 60 amplían nuestra lista varios libros que recogen diversas visiones sociales, como Tiempo de silencio, “un libro que inauguró nuevas formas de contar”, afirma Pilar Reyes, editora de Alfaguara, “en el que Luis Martín-Santos consigue crear la gran metáfora de la España de posguerra”. Para Bergalli se trata de "un libro tremendo, desasosegante en el que Martín-Santos muestra un oído prodigioso para el habla popular y una ambición literaria que se revelará fundacional".

"'Los niños tontos' es nuestro mejor libro sobre la infancia. Ana María Matute aúna la imaginación con la pérdida de la inocencia". Juan Casamayor

O como las obras de tres grandes autoras de nuestras letras. Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, reivindica Los niños tontos, de Ana María Matute, “nuestro mejor libro sobre la infancia. Un ejercicio magistral que aúna la imaginación y la crueldad del niño con su progresiva pérdida de la inocencia”. Bergalli selecciona, “por su estilo, su rico, fértil simbolismo y su finura psicológica” La plaza del Diamante, de Mercè Rodoreda; y Linares La sinrazón, de Rosa Chacel, “una autora moderna, vanguardista e inolvidable que domina magistralmente el monólogo interior y merece el mismo prestigio y reconocimiento que Virginia Woolf”.

Aguilar, por su parte, destaca la antología de ensayos de Carmen Martín Gaite, que, a su juicio, “acompaña a esa generación en la travesía de los 60 cuando cobra una conciencia más plena y se atreve a pensar y opinar en un castellano extraordinario”. De la salmantina elige Ollo El curto de atrás, “por cómo aborda el tema de la memoria y la necesidad de evocarla para entender y entendernos. Es un libro que no se agota nunca”.

Algo más en la periferia se encuentra uno de los incontestables hitos de la prosa española del siglo XX, El cuaderno gris de Josep Pla, que Bergalli defiende como “cima insoslayable del dietarismo imprescindible para conocer un género que alberga la reflexión, la autobiografía y la creación” y Solano como “un libro inmejorable para entender la vida y la sociedad de Barcelona (y Cataluña) a principios de siglo”. En este contexto, Casamayor reivindica la obra en su conjunto de Javier Tomeo, que se extiende de 1967 a 2014, y que ve “como un gran proyecto literario conformado por cuentos y novelas cortas y una escritura y una reescritura que van de la mano. Una intersección de lo absurdo, lo cómico, lo mínimo en un universo lleno de insectos construido por un gran monstruo de las letras”.

"En 'Últimas tardes con Teresa' Marsé fue capaz de crear un mundo mítico en la Barcelona de los sesenta. Es el Modiano español". Luis Solano

En el lugar opuesto, el reservado a una novela de masas, está la icónica Últimas tardes con Teresa del recientemente fallecido Juan Marsé, que Ollo valora como “una novela valiente que refleja de forma mordaz y acertada la España de finales de los 50, la resignación y el hastío, el rencor y la superficialidad”. Solano la condensa añadiendo que “Marsé fue capaz de crear un mundo mítico en la Barcelona de los años sesenta. Es un Modiano español que escribe mejor que Modiano”.

En cuanto a poesía, nuestros editores destacan de esos años Las personas del verbo, de Jaime Gil de Biedma, que en opinión de Aguilar “da voz a esa minoría ilustrada que empieza a cobrar conciencia de que no toda eran pérgolas y tenis”, y Don de la ebriedad, de Claudio Rodríguez, que es para Casamayor “la explosión de uno de nuestros mejores poetas del siglo XX. La ebriedad poética que contiene y retiene la rutina de nuestros días en un lenguaje poético pleno de fervor, de epifanía, de lo sublime como hecho esencial de lo lírico”.

Y aunque algo posteriores en publicación, testimonio todavía de ese tránsito hacia la modernidad son, otra obra inexcusable, Los santos inocentes, de Miguel Delibes, elegida por Solano y Ollo, para quien “describe como pocas esa España rural de los años 60, analfabeta, sumisa, asustada y resignada. Es un libro que duele y que deja una memoria agridulce”. Y también un nuevo libro de Sánchez Ferlosio, El testimonio de Yarfoz, que a decir de Aguilar “es una extraordinaria maniobra de evasión que refleja lo que muchos hubieron de hacer durante los años de la dictadura, crear todo un mundo propio”.

Nuevos horizontes

Tras el fin de la dictadura, y con la influencia del boom latinoamericano, las décadas de los 70 y los 80 trajeron otras formas, temáticas y corrientes a la literatura española. Sin embargo, justo del 75 es otro libro seminal que durante décadas a sido cruz y deleite de miles de estudiantes españoles. Hablamos de La verdad sobre el caso Savolta, la ópera prima de un Eduardo Mendoza que también entra en esta lista con La ciudad de los prodigios. Sobre su debut, Ollo opina que “es una novela sorprendente, que mezcla estilos, con una inventiva maravillosa; es moderadamente experimental y devolvió el sentido del humor a la literatura, un bien preciadísimo y difícil de encontrar”.

“La belleza de la escritura y el alcance de las preguntas que Javier Marías abre en 'Corazón tan blanco' apelan a cualquier lector”. Pilar Reyes

Unos años antes, en 1966, salía la calle la primera edición del Diccionario de uso del español de María Moliner, cuya inclusión en este canon defiende Bergalli porque “¿qué haríamos sin él? Es un monumento, una proeza, un milagro. En una época dura y sórdida, una mujer se sienta a la mesa de su cocina y escribe a mano las fichas que acabarán invadiendo todas las casas. Moliner sola escribe el libro más colectivo del siglo XX”. También reivindica la obra de otra gran mujer, la pensadora más importante de nuestro siglo XX, María Zambrano, cuyo Claros del bosque considera “la síntesis más perfecta de filosofía y poesía”.

Ya de los años ochenta, nuestros editores destacan cuatro nombres. La sonrisa etrusca del gran intelectual José Luis Sampedro, que Ollo escoge “por su extraordinaria ternura y por el profundo conocimiento del alma humana que demuestra el autor”. Luis Landero, cuyos Juegos de la edad tardía son para Reyes "una novela exuberante, rompedora, donde da una vuelta de tuerca a la tradición realista de la literatura española". También Cristina Fernández Cubas y Blanca Andreu. De la primera, Casamayor selecciona el volumen de cuentos Mi hermana Elba, “punto de partida de una obra enigmática e insólita y, actualmente, de referencia como maestra que es”. De la segunda, el poemario De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, “un libro sanguíneo, lleno de veneno y resonancias poéticas de Rilke y Rimbaud. Una joya construida en la cotidianidad y la mística”.

Las semillas del hoy

Con todas las fronteras posibles holladas y rotas, los posmodernos años 90 dejan otro buen número de títulos en este particular canon. El propio Casamayor refrenda su gusto por el relato con dos nuevas elecciones capitales en el género hoy en día. Por un lado, Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón, que juzga como “el libro clásico del cuento contemporáneo español. Un revulsivo de la mirada y el caminar sobre la distancia corta que abrió nuevos territorios por los que ha transitado la escritura en el siglo XXI”. A este añade El aburrimiento, Lester, de Hipólito G. Navarro, “otro libro inexcusable en la literatura española actual firmado por un genio en eso de llevarnos de la mano al umbral en el que conviven en humor más irreverente y la tristeza más profunda”.

Reyes plantea un nombre clave para entender las últimas décadas, el habitual de las quinielas del Nobel, Javier Marías, de cuyo Corazón tan blanco, "un clásico cuya lectura sigue siendo absolutamente contemporánea", del que dice que la belleza de la escritura y el alcance de las preguntas que la historia abre apelan al lector de cualquier geografía". Del madrileño destaca también Aguilar Mañana en la batalla piensa en mí, que considera “la novela del Madrid de los adultos en los años noventa”. También Antonio Orejudo, cuyas Fabulosas narraciones por historias ejemplificanla demostración de que el humor no está reñido con la buena literatura”. Por último, añade que “si un problema marcó a este país desde la transición hasta hace muy poco fue el terrorismo vasco. El bucle melancólico, de Jon Juaristi, me sigue pareciendo el mejor libro sobre el tema”.

“Si un problema marcó este país fue el terrorismo vasco. 'El bucle melancólico', de Jon Juaristi, es el mejor libro sobre el tema”. Miguel Aguilar

El broche de esta selección tan personal corresponde a libros olvidados o recuperados, muchos de los cuales no vieron la luz hasta décadas después de su escritura o no alcanzaron notoriedad en su tiempo por avatares ajenos a lo literario. Es el caso de La parranda, de Eduardo Blanco Amor, considerada por Solano como “la mejor novela gallega del siglo”, que fue publicada en Buenos Aires en 1959, sólo llegaría a España en los años 70 y ganaría nueva fama a raíz de la adaptación al cine en 2014. Resucitada también con una nueva edición en 2021, tras publicarse en los 70, Linares recomienda la Memoria de la melancolía de María Teresa León, “las mejores memorias del 27 y unas de las más importantes de nuestra literatura”.

En similar tesitura están otros dos libros de mujeres. La novela testimonio, original de 1934 y recuperada por Hoja de Lata en 2016, Tea Rooms, donde Luisa Carnés “supo relatar a través de su pluma-bisturí, la realidad de las mujeres de la clase obrera de los años 30” y Tiempo de llorar y otros relatos, de la exiliada María Luisa Elío, que, aunque sólo pudo tomar forma en 2002, es para Casamayor “el mejor libro sobre el exilio y cómo este genera una distorsión en el tiempo y la obligación de vivir otra vida”.