El poeta Joan Margarit, Premio Cervantes 2019, ha muerto este martes a los 82 años en su casa de Sant Just Desvern (Barcelona) a causa de un cáncer que le fue diagnosticado hace un año. La vida del escritor se apaga justo después de haber coronado la cima de su carrera con la concesión del máximo galardón de la literatura en español, que recibió hace apenas unas semanas de manos del rey Felipe VI durante un acto privado en Barcelona. La pandemia de coronavirus le privó de la tradicional ceremonia de entrega en el paraninfo de la Universidad de Alcalá, un homenaje solemne que sin duda merecía.
Hace apenas un mes, Margarit concedió a El Cultural una entrevista que transcurrió en su casa, en la que compartió con calidez su sabiduría al tiempo que enseñaba orgulloso su biblioteca y anunciaba un nuevo libro, Animal de bosque, que publicará Visor ya de manera póstuma en las próximas semanas.
También nos habló de su enfermedad, diagnosticada justo cuando comenzó el estado de alarma: "Mi mes de marzo fue descubrir que tenía un linfoma sin saber de qué tipo era. Un mes tratándome con aspirinas, porque no podía entrar a un hospital a hacerme una biopsia", explicaba. "Esa es la estadística que nunca tendremos nunca: la cantidad de muertos que no pudieron atenderse en un hospital por un problema grave a causa de la pandemia", dice Margarit. Lamentablemente, él ha acabado formando parte de esa terrible estadística. A pesar de todo, bromeaba con su estado de salud: "Del bigote para arriba estoy perfecto", decía.
El poeta catalán (Sanahuja, Lérida, 1938) fue galardonado con el Cervantes porque, como decía el fallo del jurado, "su obra poética de honda transcendencia y lúcido lenguaje siempre innovador ha enriquecido tanto la lengua española como la lengua catalana, y representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría". Un reconocimiento que le llegó apenas unos meses después de haber recibido otro mayúsculo: el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Y en su haber se acumulaban muchos más, como el Premio Nacional de Poesía, el Rosalía de Castro, dos Nacionales de la Crítica, el Pablo Neruda y el Nacional de Literatura de Cataluña. Para él, los premios eran simplemente "una oportunidad para que más gente se entere de que estas herramientas que yo fabrico existen".
Tampoco le importaba en absoluto la posteridad, o al menos eso nos confesó en otra entrevista cuando depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un pequeño legado personal simbólico para el futuro, consistente en unos ejemplares de algunas de sus obras de juventud, que volverán a ver la luz en 2038, cuando se cumpla el centenario del poeta. "¿Cómo me va a preocupar si no me voy a enterar? Es una cuestión de sentido común", decía con toda la sencillez del mundo, quitándole hierro al asunto.
Abiertamente republicano y catalanista, Margarit supo conciliar estos dos rasgos con el sincero agradecimiento de estos galardones recibidos uno a manos del rey y otro con el nombre de la reina emérita, lo cual no significa que escondiese sus opiniones sobre nuestro país: "No, no me gusta España porque es un país violento, es el segundo país de muertos perdidos, enterrados como ratas en fosas sin nombre, un país que no ha hecho la revolución francesa, ni casi la revolución industrial", declaró en otra entrevista en El Cultural. "¡Tiene tantos inconvenientes...! Y estoy metiendo a Cataluña dentro, no se piensen que estoy jugando el juego del problema político actual, van todos en el mismo saco, a mis ochenta años ya no estoy para finezas de este tipo".
Poeta y arquitecto, catedrático jubilado de Cálculo y Estructuras de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, Margarit es el poeta de la crueldad y la misericordia. Aunque sus primeras publicaciones fueron en castellano —se dio a conocer por primera vez con Cantos para la coral de un hombre solo en 1963—, a partir de 1981 inició su obra en catalán con L'ombra de l'altre mar. "El día que me pasé al catalán habían pasado 20 años y cuatro libros en castellano —contaba él mismo a El cultural en otra entrevista—. Aún haría otros ocho en catalán donde me perdería en el entusiasmo y la emoción por el nuevo léxico", compartía entonces. Cómodo entre el catalán y el castellano, era el propio Margarit quien traducía su obra al español. "Lo único bueno que me dejó Franco fue el castellano", aseguraba.
Autor de obras como Amar es dónde, Misteriosamente feliz y Se pierde la señal, Margarit ha publicado en castellano y catalán otros libros como Crónica, Luz de lluvia, Edad Roja, Aguafuertes, Estaciò de França, Los motivos del lobo, Joana —dedicado a su hija fallecida—, El primer frío y Un asombroso invierno. Recientemente la editorial Austral reeditó sus obras completas en Todos los poemas (1975-2015).
Las redes sociales se están llenando de mensajes de despedida a Margarit por parte de escritores, editores, instituciones y políticos de todo signo, de Cayetana Álvarez de Toledo a Pablo Iglesias. "Nuestro sentido recuerdo para Joan Margarit, Premio Cervantes 2020, que deja gran vacío en la poesía en catalán y castellano. Con la emoción de nuestro último encuentro en Barcelona", ha tuiteado la Casa Real. El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, también estuvo en la entrega del premio y ha expresado públicamente sus condolencias: "Recuerdo tu simpatía, querido Joan, tu inteligencia, tu ternura, el amor a tu familia… Estabas ya enfermo aunque tu vitalidad y tu humor lo ocultaban". Y ha expresado su agradecimiento "por haberme dado la oportunidad de conocerte, y de quererte".
La Biblioteca Nacional, a la que el poeta donó su archivo personal en 2011, lo ha calificado como "un enorme poeta, fantástica persona y un legado incuestionable", y añade: "Tenemos el orgullo de conservar para el futuro su archivo personal, tan rico y generoso como su autor".
"Le debo cosas que nunca le dije pero que sé que él sabe. Así son los poetas: clarividentes, eternos, humanos", ha comentado la poeta Elvira Sastre. El escritor Fernando Aramburu ha mostrado su "gratitud por las hondas y tantas veces doloridas palabras del maestro", y el cantautor Ismael Serrano ha expresado: "Amo su poesía. Sus versos dedicados a su hija Joana son de una belleza desgarradora. Se va uno de los grandes poetas de nuestro tiempo". Por su parte, el escritor Manuel Vilas afirma: "Siento mucho la muerte del poeta Joan Margarit, un poeta admirado, que supo devolver la poesía a la gente, que hizo de la poesía comunicación, emoción y cercanía. Una poesía civil y realista, una poesía directa al corazón".
"La primera vez que escuché a Joan Margarit recitar sus poemas en una librería, pensé —y le dije— que pocos poetas combinaban la hondura de sus textos con ese modo tan hondo de recitarlos", recuerda el escritor y crítico de El Cultural Ernesto Calabuig. "Sonrió y contestó que él se veía como un instrumento, como un viejo violonchelo, y que se alegraba, en todo caso, de no molestar, de no interferir o lastrar su propio texto al comunicarlo. Recitaba como quien te cuenta una anécdota en confianza, pero de repente era tremendamente apasionado porque estaba evocando algo hermoso o desgranando una injusticia o una de las miles desgracias de la vida. La segunda vez que lo vi, estaba dedicándome uno de sus libros y le comenté que mi hijo estaba adolescente y esta vez no había podido venir conmigo. Interrumpió la dedicatoria a medias aunque tras de mí aguardaban otros muchos, me miró con los ojos emocionados, acuosos, y me dijo: 'No te preocupes... Los hijos vuelven. Terminan por volver'. Mi agradecimiento y mi admiración por el gran poeta y el gran hombre que acaba de dejar esta dimensión del mundo".