En este año tan especial en el que el Premio Primavera de Novela celebra sus bodas de plata, el galardón que conceden la editorial Espasa y Ámbito Cultural de El Corte Inglés ha recaído en el periodista de El Mundo Pedro Simón (Madrid, 1971) por su novela Los ingratos, “una crónica sentimental y familiar que narra los profundos cambios que se van produciendo en la sociedad española en el último tercio del siglo XX”. Simón, que obtiene además los 100.000 euros de premio, se ha impuesto a otros 1.542 manuscritos, récord de participación del premio, que en sus cinco lustros ha acumulado la impresionante cifra de 11.693 novelas presentadas.
“Parafraseando a mi amigo el periodista, Plácido García Planas, que lo dice de nuestro oficio, yo diría que un novelista es muy parecido a un taxista, es un tipo que te lleva de viaje. Y me encantaría que les gustase mi viaje”, ha declarado Simón, que ha reconocido los nervios y la alegría tras conocer la noticia. También ha explicado que “los ingratos somos los hijos de esa generación un poco deslocalizada, la de esa España que iba sin cinturón de seguridad en un Sinca 1200 y se trasladaba en aluvión a las ciudades. La del 1, 2, 3 y la televisión en blanco y negro. Nos educamos en el por favor, el perdón y el gracias, pero esta palabra la dijimos muy poco a quienes hicieron posible que estemos hoy aquí”.
Los ingratos nos transporta al año 1975 y a un pueblo de la España que no tardará mucho en empezar a vaciarse y narra la llegada de la nueva maestra con sus hijos, dos chicas y un niño a través de cuya mirada se nos cuenta esta historia. El padre viaja por trabajo a Madrid y la madre apenas puede ella sola con la casa y la escuela. Así es como entrará en sus vidas la señora Emérita, una mujer que perdió a su marido cuando se cayó al pozo. Y de Emérita aprenderá el protagonista todo lo que hay que saber sobre las cicatrices del cuerpo y las heridas del alma, la liebre con arroz, el pan con chocolate, y a correr más allá de los almendros.
Entre Delibes y Fellini
En palabras de Fernando Rodríguez Lafuente, portavoz del jurado presidido por Carme Riera y compuesto también por Antonio Soler, Gervasio Posadas, y Ana Rosa Semprún, la obra de Simón es “una novela maravillosamente escrita, con voluntad poética y un uso excepcional de lo que es el habla popular y la cultura oral, algo muy complicado”, ha valorado. “Hay que elogiar la labor de Simón, porque cada personaje habla con su perfil, surge de la página y adquiere un a biografía literaria a lo largo de la novela”.
También ha destacado Rodríguez Lafuente “la originalidad de una voz que emplea constantes cruces de planos” en la que reconoce “ecos de Delibes, pero también de David Trueba, una presencia maravillosamente inconsciente del Amarcord de Fellini e incluso del Philipe Noiret de Cinema Paradiso”. Además, ha reconocido que en el fallo del jurado se ha dado “una unanimidad que no había visto nunca, que es la manera más maravillosa de conceder un premio”.
"Escribir es bajar a un trastero y pasar a limpio todo eso que no sabes muy bien por qué guardas en cajas". Pedro Simón
Por su parte, Simón, que como periodista ha ganado el Ortega y Gasset de 2015 y el Premio al Mejor Periodista del Año de la APM en 2016 y ya había publicado las antologías de reportajes Siniestro total y Crónicas bárbaras y la novela Peligro de derrumbe; ha aludido a esta nostalgia afirmando que, para él, “escribir es bajar a un trastero y ponerse a abrir cajas llenas de fotos antiguas, papeles, olores… Todo eso que no sabes muy bien por qué guardas. Escribir es pasar todo esto a limpio y el libro tiene que ver con hacer ese ejercicio de removerte, de ver cosas que ya no son y no dejar que mueran. Volver a relacionarte con esa gente que ya no está, esa melancolía que tiene que ver con las ausencias”.
Asimismo, ha hecho referencia al sentido íntimo y cercano de la historia, pues “yo mismo me crie en varios pueblos de Castilla. Mi madre era maestra rural, lo que era como ser hijo de una flamenca, íbamos por todas partes, de pueblo en pueblo”. Recordando aquellos años, Simón ha asegurado que “los niños estábamos todo el día en la calle, apenas había límites. Era un mundo mucho más fácil para los jóvenes. Creo que hoy tienen muchas trampas, las pantallas, la autoimagen, la relación con los otros, la autoestima… Nosotros hemos tenido más suerte”. Por último, ha recalcado que, a pesar de este nuevo libro, no se considera escritor, “porque ese es alguien que se puede permitir el lujo de vivir de eso. Yo soy periodista y esto es un maravilloso accidente, en el que espero seguir incurriendo”.
En busca de las gacelas finlandesas
Pero los 25 años del Premio Primavera han traído también un regalo especial, como compartía ayer en El Cultural el director de Ámbito Cultural, Gervasio Posadas, la convocatoria del Premio 25 Primaveras, enfocado a escritores menores de 30 años. El ganador de este nuevo galardón es el escritor de origen ucraniano Dimas Prychyslyy (Kirovogrado, 1992), que con su novela No hay gacelas en Finlandia, “un retrato, poblado de personajes pintorescos, de una sociedad hiperconectada y a la vez sumida en la más absoluta de las soledades”, se ha impuesto a los otros 103 participantes y ha obtenido los 20.000 euros de dotación.
Prychyslyy reconoció que su original título partió de “una discusión con mi pareja del tipo: no hay ucranianos andaluces. Pues tampoco gacelas en Finlandia”, relata sonriente. “Es una metáfora que pretende simbolizar la libertad” y que mira a todas esas tipologías humanas orilladas y que sufren los prejuicios de la sociedad, así como a toda esa gente que se vive la realidad a través de las pantallas. “La forma de relacionarnos ha cambiado y durante la pandemia aún más. Eso tan cliché de que las redes alejan a los que están cerca y acercan a los lejanos es verdad. Y sin son extraños, caracteres introvertidos, opacos, como los de mi novela, eso se complica”, ha comentado.
"Mi novela es un retrato, poblado de personajes pintorescos, de una sociedad hiperconectada y a la vez sumida en la más absoluta de las soledades". Dimas Prychyslyy
El origen de la galería de personajes que pueblan No hay gacelas en Finlandia es Mario, dependiente de una librería y recién despedido, que pasa las ocho horas de su jornada no laboral en el metro. Ha encontrado en el suelo de un vagón un papel con algo escrito: la lista de la última compra que uno hace en la vida. Tiene que verlo Damián, aspirante a escritor en los ochenta, que decide solicitar la ayuda de Claudia, cuyo trabajo es suplantar a algunos autores en sus redes sociales. Hay una marca en el papel que le resulta familiar y... aquí empieza la búsqueda que los llevará hasta Olvido, bibliotecaria cómplice; Aurelio, comisario de policía letraherido, y a Ástrid Lehrer, personaje en busca de autor.
Y mientras estas “personitas que no son capaces de separar el disfrute que les da la ficción del disfrute que les da hurgar en las vidas ajenas” se dedican a hacer de detectives salvajes, Misha batalla con su identidad sexual; su M., Isolina, con el abandono a través de una malsana relación con la comida que comparte con Antonio y Bea, y Zhora, encerrado en su casa, se ha bajado del mundo. Muy cerca de él vive Mar, una anciana de 99 años, contrapunto de paz y comprensión en el que encuentran consuelo los perdidos. Incluido el lector.
A decir de Alba Carballal, portavoz del jurado integrado por Javier Aznar, Andrea Abreu, Jerónimo Carmona y Luisa Paunero, “de esta novela nos interesaron muchas cosas, para empezar su originalidad, en el sentido de que no es intercambiable por ninguna otra. Y también la profundidad de personajes y voces y la construcción de su trama de tramas, como un árbol de vidas cruzadas que consigue reflejar inquietudes que trascienden las generaciones”. La novela es, además, “un puzle con toques de Valle pero a lo Burroughs pasado por Bolaño, que el lector ha de construir con la convicción de que la lectura es una sutil forma de violencia y de que todos, personajes, autor y lectores, somos bolitas de papel en recipientes de vidrio”.
El maltrato de la poesía
Graduado en Filosofía Hispánica por la Universidad de Salamanca y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid Prychyslyy debutó como poeta en 2010 con Mudocinética y ha sido galardonado con el Premio València Nova por Molly House. Además, ha participado en las antologías Piel Fina, poesía joven española y De la intimidad. En 2019 ya fue galardonado con el V Premio Logroño de Narrativa para Jóvenes Escritores por su libro de relatos Tres en raya y el año pasado publicó Con la frente marchita.
En este sentido, el escritor ha dicho que considera su paso por varios géneros como “un proceso orgánico. Se parte del pronto emocional y la brevedad que da la poesía, después tanteas con el relato y luego desembocas en la novela. Y es que uno aprende a divorciarse de los géneros que te maltratan, y ese ranking lo encabeza la poesía”, ha bromeado.
Además, para Prychyslyy “el escritor es un tipo de lector que ha tocado techo a través de las lecturas que le nutren, de ese canon que lo va formando”, todavía no se ha profesionalizado lo suficiente la literatura y argumenta que “si te quieres dedicar a esto, tienes que reclamar tiempo y enfrentarte a las críticas, siempre tan condescendientes, la voz de esos que recomiendan que te busques trabajo. Incluso hoy no se considera una profesión, sino hobby. Eso no ocurre en otras profesiones. Esto solo ocurre en la literatura, que es un trabajo solitario, invisible. Hay que hablar de la soledad del escritor, de ese duro insistir en su trabajo, porque en la escritura tú eres tu propio enemigo y debes desafiarte a diario en ella”.
El acto de entrega de premios, presentado por la escritora y finalista del Planeta 2018, Ayanta Barilli, ha comenzado de manera muy emotiva con un vídeo que ha recordado el 25º aniversario del premio en el que han participado un buen número de los antiguos galardonados, desde la primera, Rosa Montero, que se alzó con él en 1997, a Peridis, premiado en 2020. Además, Antonio Soler, Lucía Etxebarría, Lorenzo Silva, Fernando Schwartz, Nativel Preciado, Care Santos, Fernando Marías, Raúl del Pozo, Fernando Savater, Use Lahoz, Máximo Huerta, Carlos Montero, Carme Chaparro, Javier Moro y Juan del Val han compartido qué sintieron al recibir el Primavera y destacado el impulso que el premio supuso en sus carreras.