Difícil elegir, dados su valor cultural, literario y sentimental, los más valiosos, sus verdaderos tesoros escondidos. Luis García Montero, actual director del Instituto Cervantes, destaca la partitura original de El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla, "la obra cervantina de un músico que abordó el diálogo de la identidad española con la modernidad". También subraya la importancia de la medalla del Premio Nobel de Ramón y Cajal, "porque es importante insistir en el valor del español como lengua de ciencia y tecnología".
"Y, finalmente", prosigue, "el buzón abierto a nombre de Antonio y Manuel Machado. Recibimos mucha correspondencia que valora el significado de los dos hermanos y su afecto mutuo. Hispanistas, escritores, políticos, escolares, escriben sus cartas a los Machado". Es la caja 1722 y en ella hay además una urna con tierra de tres ciudades esenciales en la vida del poeta, Sevilla, Colliure y Madrid. Simboliza además, en palabras de García Montero "una forma de leer España que tiene que ver con el respeto y la comprensión, con el entendimiento y la conciliación"
Por su valor sentimental y personal, en cambio, el poeta prefiere, sin titubeos, el legado de Jaime Gil de Biedma, "un maestro para mí y los poetas de varias generaciones. Agradecí mucho que la familia depositara documentos privados y que la Agencia Carmen Balcells legase un ejemplar del Diario de Jaime, testimonio biográfico de cómo un autor honesto se enfrenta a su vida, sus culpas y sus ilusiones".
El cofre de los tesoros
Su predecesor, Juan Manuel Bonet, que "por avatares de cómo es este país" estuvo apenas año y medio al frente de la institución y solo pudo "llenar siete cajas", destaca como las más importantes de su gestión la correspondiente a Miguel Hernández, con un ejemplar de la prínceps de Perito en lunas; el manuscrito de la Oda al vino, de Pablo Neruda, cedida por la Federación Española del Vino y Dinastía Vivanco, y la caja de Sergio Ramírez, "porque asociaba dos cartas de compatriotas suyos, una de Rubén Darío, el padre de nuestro modernismo, y otra de Sandino".
"Agradecí mucho que la familia Gil de Biedma depositara documentos privados y que la Agencia Balcells legase un ejemplar de su Diario"
Por su valor sentimental, destaca también los objetos infantiles de Mario Muchnik, "y especialmente la foto dedicada a él por Shirley Temple". Y, aunque no la incorporó él, subraya también la máquina de escribir de Julio Ramón Ribeyro, "probablemente el mejor escritor de diarios en nuestro idioma del siglo XX".
Son algunos de los legados, pero cada cual puede hacer su particular mapa del tesoro a la carta, siguiendo la visita virtual que, desde hace unas semanas ha puesto en marcha el Cervantes. Cuando se entra, de inmediato recorre los pasillos hasta plantarse ante la mismísima Caja de las Letras.
Es el momento de comenzar a curiosear entre las sesenta cajas doradas, que son las que por el momento están ya ocupadas, aunque algunas guardan para el futuro sus secretos. Así, la 1484, de Eduardo Mendoza, no se abrirá hasta 2037. Será entonces cuando descubramos su contenido, pues el narrador prefirió no desvelarlo seguro de que "lo único que pervive es la memoria".
Legados secretos
En el caso de la de Juan Goytisolo, la 1500, habrá que esperar también, al 5 de enero de 2031, para descubrir los dos manuscritos inéditos que cobija. Aunque, para paciencia, la de los descendientes de Pablo García Baena, pues solo en 2065 podrán saber su contenido, o la de los de Fernando del Paso: la caja 1501 permanecerá cerrada hasta 2116, conteniendo sus dos primeras novelas, un disco con su voz grabada y una camisa del fallecido poeta mexicano José Carlos Becerra con la que solía escribir. También se sabe que en la de García Márquez (1483) se conserva una arqueta con tierra de la casa natal de Aracataca del Nobel colombiano, y una placa con el primer párrafo de Cien años de soledad.
La relación de tesoros es abrumadora: hay manuscritos de Bergamín que dejó Ida Vitale, libros importantes en la carrera de personas como Victoria Camp, Alfredo Bryce Echenique, Ana Belén o Amelia Valcárcel, cartas al futuro de Juan Gelman, Francisco Ayala o Luis García Berlanga, secretos en caja o sobres de muchos donantes como Núria Espert, José Balza o Antoni Tàpies, los recuerdos editoriales de Beatriz de Moura y Jorge Herralde…
"En el caso de Juan Goytisolo, habrá que esperar a 2031 para descubrir los dos manuscritos inéditos que cobija su caja"
En la caja de Alejandra Pizarnik se guardan, entre otros documentos, una tarjeta postal enviada desde Mar del Plata al poeta Antonio Requeni; una dedicatoria a Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares y un escrito de Marguerite Duras con anotaciones suyas. Raúl Zurita dejó en la suya la edición facsimilar del poema "La vida nueva" y Joan Margarit depositó dos volúmenes de poemas que no se encuentran en las librerías: uno en catalán y otro en español.
Aunque para excepcional, el caso de Margarita Salas, la primera mujer que depositó su legado en la Caja de las Letras. En 2008 dejó en la caja 1568 un cuaderno de sus investigaciones genéticas con Severo Ochoa en Nueva York, y en 2018, un año antes de fallecer, lo abrió.
Incorrecciones de Les Luthiers
A medida que recorremos el pasillo virtualmente, se suceden las sorpresas. Si nos detenemos en la caja 1224 descubrimos que se trata del legado de Les Luthiers, cuya apertura está prevista en el año 2042. Solo entonces podremos ver personalmente la decena de vinilos, los textos originales, con tachaduras "e incorrecciones", y los DVDs de sus actuaciones. Otras, en cambio, se han abierto ya, como la 1534, del actor Manuel Alexandre, que en 2009 guardó en "su" caja el premio TP de Oro al conjunto de su carrera y distintos manuscritos. Cuando se abrió en 2017, el trofeo fue devuelto a sus herederos, mientras que el artículo titulado "El aprendiz", escrito, firmado y dedicado por el actor, se conserva en el Cervantes.
"Los próximos legados ya programados son los de Luis Rosales, José Agustín Goytisolo y Carmen Laforet"
Con todo, el problema es que hay muchas cajas y muy pocos legados. Por eso, insiste García Montero, "conviene ampliar su número. Todavía parece un espacio muy deshabitado. ¿Líneas? Bueno, cuidamos la recuperación de autores prestigiosos desaparecidos (Sánchez Ferlosio, Zúñiga) o invitamos a autores vivos como los Premios Cervantes u otros autores y artistas destacados", procurando que sea equilibrada la presencia panhispánica, potenciar la presencia de mujeres, "muy desigual todavía", o ir abriendo legados a las otras lenguas de España "como fue el caso de Joan Margarit".
Siguen incentivando además la presencia de hispanistas (Preston, Gibson), en la línea iniciada por Bonet al incorporar el legado de John Elliott, y homenajeando a los directores antiguos de Instituto (Nicolás Sánchez Albornoz, Santiago de Mora-Figueroa y Víctor García de la Concha). "Sí, nos falta mucho camino" reconoce García Montero, que anuncia que los próximos ya programados son Luis Rosales, José Agustín Goytisolo, Carmen Laforet.. Para la semana del libro vamos a hacer un legado colectivo con editoriales históricas, hoy dirigidas por mujeres, y autores importantes en catalán, gallego, euskera y español. Nos falta el legado del último Cervantes, Francisco Brines.
Con la embajada India nos interesa organizar un legado, porque la fuerza del español es ahora muy llamativa en este país. Hay que aprovecharlo. Quiero hablar con la familia de Juan Ramón para preparar un legado Zenobia-Juan Ramón en homenaje a las traducciones que hicieron de Tagore. ¿Nos falta? Mucho, María Moliner, Dámaso Alonso, Federico García Lorca…". Y Bonet señala otra ausencia: el arte, "porque Tàpies, siendo muy importante, no puede representar él solo a todo el gremio".