El escritor argentino César Aira (Coronel Pringles, 1949) ha sido galardonado con el Premio Formentor de las Letras 2021. El jurado constituido por Gerald Martin, Francisco Ferrer Lerín, Juan Antonio Masoliver Ródenas, Anna Caballé y Basilio Baltasar (como presidente), que un año más ha tenido que deliberar telemáticamente, ha reconocido en Sevilla que considera una apuesta arriesgada por la literatura conceder el galardón a un autor “que ha hecho algo que hasta ahora no había sido hecho”.
Autor de más de 100 obras, sobre todo novelas cortas, a las que define como “cuentos de hadas dadaístas” o “juguetes literarios para adultos”, la prolífica carrera del escritor comenzó hace ahora cuarenta años en 1981 y está marcada por una originalidad que el jurado ha comparado con el jazz, por su empleo de variaciones bromistas sobre temas sencillos que llevan al lector a puntos inesperados de transgresión, siempre ha través de un estilo “irregular, atolondrado y espasmódico”, según propia definición, que siempre ha rehuido la etiqueta de vanguardista.
La originalidad de su obra, repartida por multitud de editoriales (en España, Literatura Random House, que publicó en 2019 Diez novelas) y cuya última muestra fueron las novelas Artforum y El gran misterio —publicadas hace unos meses por la editorial bonaerense Blatt & Ríos— ha sido un punto de encuentro entre un jurado que reconoce por boca de Gerald Martin que “las discusiones han sido intensas y muy interesantes. Como especialista latinoamericano, me encanta el resultado. Las letras latinoamericanas están en un momento especialmente interesante, y Aira es un escritor muy representativo desde muchos puntos de vista”, ha asegurado el crítico.
Adentrarse en territorio Aira
Por su parte, Masoliver Ródenas incide en la nula obviedad del premio. “Hemos galardonado a un escritor que no es mayoritario. He reseñado mucho a Aira y he sentido mucha admiración por él, por su grafomanía. Es un Vargas Llosa en miniatura. El jurado ha entendido en seguida la necesidad de premiar a este escritor polémico y de abrir este diálogo necesario con el lector”. Un diálogo en el que Caballé destaca la firme insistencia de un escritor “que publica dos o tres libros al año en los que destaca su combinación de la creación con una erudición que suele estar oculta”.
A esto hacía referencia en su última reseña del autor nuestro crítico Nadal Suau, que decía que “el motor de la literatura de Aira es el gesto de la escritura. No un tema, ni varios; no una obsesión ni un estilo, sino la escritura, que es acto y, por lo tanto, puede ser performance artística. Piensen en la obra completa y en marcha de Aira como en una exposición que se ofrece en una galería que se amplía misteriosamente con nuevas alas mientras asistimos al vernisage”.
En este sentido, el crítico condensaba así el viaje que supone adentrarse en el territorio Aira. “Ustedes entren y déjense llevar, si lo desean. Eso sí, resumamos su sentido en esta confesión del narrador: ‘Yo puse el todo en marcha, y lo dejé hacer’”, apunta. “Un Yo desconectado que, sin embargo, no puede evitar conectar con todo; un Yo que quiere imaginarse ausente pero que lo canaliza Todo: como ven, no es tan difícil entender la literatura de Aira, se trata únicamente de seguirle el juego y decirle que sí, que por supuesto, que tranquilo: usted no está en sus libros. Pero sí está, y a veces, solo a veces, incluso él lo intuye”.
100 piezas, un solo puzle
Otro aspecto de la obra de Aira que ha destacado el jurado es lo que Ferrer Lerín llama “el concepto de continuo. César Aira no tiene 100 novelas, sino una sola”, pues cada título del autor es como una pieza en un gran puzle, en una gran narración fragmentada en la que las imágenes y las sensaciones se cruzan. “No es un autor popular, pero deja siempre perplejo al lector poco avisado. Produce una serie de fintas que nos dejan absolutamente descolocados y así nos enseña a leer de otra forma. Utiliza una técnica, si es que se puede llamar así, completamente distinta a cualquier escritor vivo, latinoamericano o español”.
Asimismo, el poeta destaca que “el escritor argentino toca unos temas que los escritores no tocamos, como la relación entre literatura y arte, especialmente contemporáneo”. Algo muy destacado en la citada Artforum o en sus ensayos sobre Picasso, donde alcanza una profundidad ajena a la mayoría de expertos en arte. “Y, además, tiene un escepticismo permanente, lo cual lo acerca mucho al pensamiento científico”, por lo que no es casual que muchos de sus personajes sean científicos excéntricos, como el protagonista de El gran misterio.
Baltasar, presidente del jurado, insiste en que Aira “ha hecho algo que hasta ahora no había sido hecho. Desde esa periferia voluntaria, ha podido trabajar libre de influencias y precedentes y abordar la creación de algo nuevo. Es un escritor que no pertenece a nadie, que no está dentro de ningún otro escritor”. Sobre sus textos, concluye que “la constelación laberíntica de su obra es un inmenso crisol literario para las figuras de la cultura popular, los personajes de la gran ficción narrativa y los motivos visuales de las bellas artes”. Una obra, en suma, “cuyo rigor, frescura y soltura recuerdan las claves jazzísticas de la improvisación artística” y que utiliza las convenciones espaciotemporales “como formalidades secundarias”.
De Mallorca a Túnez
Será el 10 de octubre cuando se celebre el acto de entrega del Formentor, que tendrá lugar en Túnez en lugar de en el homónimo hotel mallorquín, como ha sido tradición. En el aire queda la XIV edición de las Conversaciones Literarias de Formentor, que nacieron en la década de los treinta auspiciadas por Adan Diehl, creador del hotel y continuaron en la década de los sesenta con el patrocinio de Tomeu Buadas y del premio original.
Un galardón, fundado en 1961 y refundado cincuenta años después en el 2011, que conmemora "la disidencia literaria y la vitalidad de su tradición estética y moral, auspicia la severidad de los buenos lectores y rinde tributo a las obras maestras", según señala la Fundación Formentor, organizadora del galardón dotado con 50.000 euros. Además, este año de cambios, se estrena el Comité de Honor de la Fundación Formentor, que cuenta con Roberto Calasso (Italia), Antoine Gallimard (Francia) y Jorge Herralde (España), presidentes de las editoriales Adelphi, Gallimard y Anagrama, respectivamente, reconocidos así como “herederos de los editores que fundaron el Prix Formentor”.
En anteriores ediciones del galardón fueron premiados, entre otros, Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, Saul Bellow, Jorge Semprún y Witold Gombrowicz. Tras su recuperación, el premio lo han recibido Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu, Annie Ernaux y Cees Nooteboom.